En el ámbito internacional, Obama declaró que “hay grandes avances” en las guerras en Iraq y Afganistán, y que Estados Unidos ha recuperado el respeto ante el mundo. Anunció que pronto viajará a algunos países de América Latina, pero en su discurso no hubo referencias a México ni a la llamada guerra contra las drogas.
Esta obra, siempre promovida con gran drama como si algo histórico estuviera a punto de suceder, ofrece poco más que un largo discurso interrumpido por aplausos obligatorios, decorada con patriotismo y siempre concluida con la frase Dios bendiga a Estados Unidos de América, subrayando la suposición oficial de que este país fue seleccionado por las fuerzas divinas como líder del mundo. A la vez, sí es un momento político clave, ya que es el momento en que el presidente capta y controla la atención no sólo de la clase política, sino del país.
En esta ocasión, también marcó, no oficialmente, el arranque de la contienda presidencial de 2012, cuando los demócratas promoverán la relección de Obama, mientras que los republicanos buscarán cómo descarrilar la agenda presidencial para intentar derrotarlo en la próxima elección.
Ante un Congreso ahora dividido, por primera vez en su mandato (con la cámara bajo control republicano), afirmó que el voto del pueblo determinó que gobernar ahora será una responsabilidad compartida entre los partidos… Los desafíos que enfrentamos son más grandes que los partidos, más grandes que el politiqueo. Lo que está en juego para el país no son las próximas elecciones, sino la prosperidad futura, dijo, y si sostendremos el liderazgo que ha hecho de Estados Unidos no sólo un lugar en un mapa, sino un faro para el mundo.
Aunque al inicio hizo referencia a la ausencia de la representante federal Gabrielle Giffords por los hechos sangrientos en Tucson y al polarizado debate político -por ello su llamado a la unidad de la “familiaamericana” a pesar de diferencias de todo tipo-, no habló, ni mucho menos propuso, nuevos controles sobre las armas.
Afirmó que dos años después de que estalló la crisis económica, el mercado de valores se ha recuperado y que la economía crece de nuevo, pero que aún persisten problemas de desempleo y que el progreso se mide también por las oportunidades para una vida mejor que les pasamos a nuestros hijos. Ese es el proyecto en el que el pueblo estadunidense desea que trabajemos. Juntos.
Detalló que los ejes para ganar el futuro son alentar la innovación tecnológica, reformar y mejorar la educación en todos sus niveles, y modernizar la infraestructura nacional, ofreció algunas propuestas y resaltó algunos de los avances ya impulsados en torno a estos tres pilares.
Pero a la vez afirmó que el gobierno tiene que asumir mayor responsabilidad fiscal y propuso extender el congelamiento de incrementos en algunos rubros del gasto discrecional federal durante los próximos cinco años, invitó a buscar formas de cortar algunos programas, y a un debate para evaluar posibles reformas a programas masivos como el Seguro Social.
En breve referencia al tema migratorio, reiteró la necesidad de proteger nuestras fronteras, aplicar nuestras leyes y abordar (el asunto de) los millones de indocumentados que ahora viven en las sombras, pero no propuso ninguna iniciativa de reforma concreta ni calendario para lograrlo. Enfatizó el asunto de estudiantes que llegaron al país siendo niños con padres indocumentados y que es insensato expulsar a estudiantes que pueden hacer contribuciones a este país.
Ámbito internacional
En términos de diplomacia y seguridad internacional, ante desafíos y amenazas de todo tipo, dijo que por el nuevo esfuerzo para mayor cooperación internacional de su gobierno podemos decir que el liderazgo estadunidense ha sido renovado y que la reputación de Estados Unidos ha sido restaurada en el mundo.
En su única referencia al hemisferio americano, anunció que realizará una gira por Brasil, Chile y El Salvador en marzo para forjar nuevas alianzas por el progreso en las Américas. Agregó que una clave para la prosperidad es promover el comercio internacional, e instó a la aprobación de tratados de libre comercio con Panamá y Colombia, entre otros.
En torno a las guerras, elogió los avances en Irak, y proclamó que en ese país la guerra está llegando a su fin, resaltó las ofensivas contra Al Qaeda en Afganistán y Pakistán, y reafirmó que esa organización será derrotada. Subrayó nuevas relaciones con varias partes del mundo como esfuerzos exitosos para contener amenazas como la de Irán.
Concluyó que desde los primeros días de nuestra fundación, Estados Unidos ha sido la historia de gente ordinaria que se atreve a soñar. Así es como ganamos en futuro.
Parte de la puesta en escena incluye a los invitados del presidente que se sientan al lado de su esposa, Michelle. En esta ocasión estaban los padres de Christina Taylor, la niña de 9 años que murió en el tiroteo en Tucson, junto con Daniel Hernández, el estudiante latino que ayudó a salvar la vida de Gabrielle Giffords, herida en el atentado en Arizona. También estaban veteranos de las guerras de Afganistán e Iraq, la ejecutiva en jefe de Xerox, varios pequeños empresarios, un trabajador, rescatistas a quienes hace unas semanas se les otorgó un fondo para atender sus necesidades médicas como resultado de su heroísmo, entre otros.
Como siempre, también estaba presente todo el gabinete (con la excepción de uno, que como rutina queda fuera en caso de un ataque catastrófico y así encabezar el gobierno), la Suprema Corte y el Estado Mayor.
Por primera vez, también como parte del teatro político, los representantes de los dos partidos en el Congreso se sentaron entremezclados, y no de un lado los republicanos y del otro los demócratas como es la tradición, para expresar unidad y bipartidismo ante lo ocurrido en Tucson y críticas de que la polarización y retórica beligerante entre ambos ha contaminado el debate nacional.
El telón bajó, y mañana se sabrá qué opinan los críticos de la obra.
(Tomado de La Jornada)
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