Claudio Katz (especial para ARGENPRESS.info)
Resumen
La
teoría marxista del imperialismo surgió en un período de grandes
guerras por la apropiación del botín colonial. Se forjó en una lucha
política contra las justificaciones del militarismo y la expectativa
pacifista de evitar la conflagración.
Lenin
sintetizó este enfoque en su polémica con Kautsky. Caracterizó las
causas de la dinámica belicista y promovió una postura de rechazo
revolucionario de la guerra. Luxemburg, Bujarin y Trotsky aportaron
otros fundamentos al mismo planteo, en el contexto omnipresente de la
sangría bélica. Hay que distinguir esta dimensión política de los
problemas teóricos en debate.
Los
cuestionamientos a la tesis de la asociación ultra-imperial se basaban
en la ausencia de entrelazamientos capitalistas multinacionales y en la
preeminencia de disputas territoriales. A principios del siglo XX
prevalecían concertaciones nacionales y choques internacionales. Lenin
se inspiró en teorías del proteccionismo, la hegemonía financiera, los
monopolios y las inversiones externas de Hilfderding, que también
incentivaron la concepción ultra-imperial de Kautsky.
El
líder bolchevique rechazaba la interpretación subconsumista de
Luxemburg, pero coincidía con su caracterización del imperialismo, como
una etapa de grandes convulsiones. Las divisiones políticas entre
revolucionarios y reformistas no se extendían al análisis conceptual del
imperialismo. Estas caracterizaciones albergaban un complejo campo de
elaboraciones cruzadas. Por esta razón, las discusiones sobre la
dimensión económica de la etapa, no presentaron el mismo tono polémico
que las divergencias frente a la guerra. En este terreno quedaron
pendientes muchos temas sin resolución nítida.
La
concepción marxista del imperialismo está emparentada con el folleto
escrito por Lenin, en el marco de la Primera Guerra mundial y la
revolución bolchevique. Ese trabajo alcanzó gran difusión, fue citado y
objetado con pasión e influyó sobre varias generaciones de militantes e
investigadores. Este perdurable impacto del texto indujo a olvidar el
contexto que rodeó a su elaboración. (1)
Preparación de la guerra
El
siglo XX comenzó con un gran impulso económico. En las economías
metropolitanas predominaba la prosperidad, la innovación tecnológica y
la transformación administrativa de las grandes empresas. Como ese
crecimiento capitalista incentivó las conquistas de ultramar, el
imperialismo se transformó en un concepto dominante. Perdió peso la
vieja asociación del término con el despotismo bonapartista francés y
ganó terreno su identificación con la supremacía británica de la era
victoriana.
Luego de ocupar Egipto (1882) e
imponerse en Sudáfrica (1899-1902), Inglaterra forjó una Unión Imperial,
que precipitó las confrontaciones territoriales entre las potencias. El
retroceso de Francia contrastó con el avance de Alemania, que subió la
apuesta y quebrantó los equilibrios europeos. En el continente americano
la victoria estadounidense sobre España (1898) ilustró la irrupción de
otro competidor y en el Extremo Oriente, Japón desplegó un protagonismo
análogo.
El ocaso marítimo de Gran Bretaña
sepultaba varias décadas de estabilidad geopolítica y los litigios se
acentuaron, cuando los desafiantes del viejo colonialismo comenzaron a
extender su empuje productivo al plano territorial. Las disputas por el
reparto de las antiguas posesiones otomanas, austro-húngaras y rusas
acrecentaron las tensiones entre los codiciosos contendientes.
El
aplastamiento de China por Japón, la expansión norteamericana hacia el
Pacífico y la conversión de Alemania en la segunda potencia naval del
planeta prepararon el estallido general, en un marco de cambiantes
alianzas y vertiginosos realineamientos. Gran Bretaña intentó sostener
su imperio reforzando el control de las minas sudafricanas y las
exacciones impositivas de la India. Trató de tender un cerco al ingreso
de mercancías y capitales foráneos, pero no logró contener el avance de
sus rivales.
El imperialismo que estudio Lenin
corresponde a esa etapa de gestación de los dramáticos enfrentamientos
inter-imperiales. El adjetivo “clásico” es muy útil para precisar la
especificidad del período comprendido entre 1880 y 1914. Esa fase
anticipó las sangrientas matanzas de entre-guerra y preparó el ambiente
de una era de catástrofes.
La época analizada
por el líder bolchevique constituyó la antítesis de la etapa previa de
conflictos acotados y equilibrios militares pos-napoleónicos
(1830-1880). Todas las potencias fueron obligadas a renovar sus
credenciales en el campo de batalla. La efervescencia militarista, la
agresividad racista y la intolerancia chauvinista conducían al tendal de
muertos, mutilados y destrozos que rodeó a la Primera Guerra mundial.
El
objetivo de todas las matanzas era un botín colonial apetecido por las
potencias metropolitanas, que depredaban la periferia, ensanchando las
brechas entre ambas regiones. La expansión imperial fue naturalizada con
variadas justificaciones colonialistas, basadas en el mito de la
superioridad europea.
Se multiplicaron las
convocatorias morales a extender la civilización, los llamados
religiosos a evangelizar a los pueblos primitivos y las exhortaciones
educativas a erradicar la ignorancia. No faltaron las consideraciones
biológicas para mejorar la pureza racial y las propuestas económicas,
para auxiliar a las naciones subdesarrolladas.
Pero
la sangría colonial suscitó también fuertes cuestionamientos en los
centros metropolitanos. La crítica liberal al malgasto de ultramar
sacudió primero a Inglaterra y se extendió luego a Estados Unidos. En
ambos centros tuvo gran impacto la resistencia de los países sometidos.
Estas
protestas eran también intensas entre los pueblos que reclamaban
independencia nacional, en las fronteras de los viejos imperios en
declive (Rusia, Austria, Turquía). La crítica al colonialismo recobró
fuerza en países de larga tradición revolucionaria (Francia) y en
naciones que albergaban una insurgente clase obrera (Alemania). En este
contexto emergió el análisis de Lenin. Todas sus caracterizaciones
contemplan problemas debatidos con gran intensidad, en el socialismo
europeo de la época.
Ruptura de la socialdemocracia
El
líder bolchevique encabezaba el ala izquierda de la socialdemocracia
rusa, que a su vez integraba la II Internacional. Participaba
activamente en las discusiones de ese agrupamiento, cuyo epicentro era
Alemania. El partido socialista germano era una organización obrera de
masas, con gran predicamento sindical y fuerte protagonismo
parlamentario.
Los debates sobre el
imperialismo desataron una fuerte polémica interna, cuando el gobierno
presionó a los socialistas para que aprobaran los créditos de guerra,
necesarios para el financiamiento de la acción colonial. La corriente
derechista influenciada por Bernstein aceptó esta exigencia,
argumentando que el país debía protegerse frente a las agresiones
externas, asegurando la paz desde una “posición de fuerza”. Justificaba,
además, la expansión imperial, afirmando que Europa debía contribuir a
la civilización de los pueblos más atrasados.
La
vertiente centrista encabezada por Kaustky se opuso. Denunció los
crímenes coloniales y presagió terribles consecuencias de una escala
bélica. Explicó, además, que Alemania intentaba contrarrestar su arribo
tardío al reparto mundial, con acciones militaristas desenfrenadas. Pero
esta crítica no le impidió cambiar de actitud frente al acrecentamiento
de las presiones oficiales, para alinear a los parlamentarios
socialistas con la causa patriótica.
Para
evitar el inminente desangre, Kautsky propuso arrastrar a las clases
dominantes a una perspectiva de paz. Consideraba que la guerra era un
proyecto exclusivo de los financistas y proveedores de armamentos,
resistido o aceptado con desgano por la mayoría de los capitalistas.
Estimaba que el gasto militar constituía un privilegio de las
burocracias y una carga para la burguesía. Consideraba que el
imperialismo no era una necesidad económica del capitalismo, sino tan
sólo un curso ruin de ese sistema, que podía revertirse con el concurso
de los empresarios. (2)
Con este enfoque
convocó a evitar la guerra, mediante un desarme internacional acordado
entre las principales potencias. Esperaba frenar la escala militar a
través de conferencias internacionales, cortes de arbitraje y
negociaciones inter-gubernamentales. Apostaba a un liderazgo
británico-alemán, que sería auspiciado en ambas partes por las
fracciones industriales (interesadas en la prosperidad de los negocios) y
enfrentadas con los financistas (que lucraban con la guerra). Estas
caracterizaciones eran compartidas por muchos teóricos socialdemócratas.
(3)
Luego de muchas vacilaciones Kautsky
avaló la aprobación de los créditos de guerra. Esta decisión precipitó
una ruptura definitiva con la izquierda del partido. Lenin compartió
este rechazo y propició junto a este sector la construcción de una nueva
Internacional, opuesta a la capitulación socialdemócrata. Retomaron la
denuncia del colonialismo y proclamaron el apoyo activo a la resistencia
antiimperialista de los pueblos invadidos.
Este
nuevo agrupamiento adoptó un perfil revolucionario. Cuestionó la
ilusión de mitigar los conflictos internacionales mediante el desarme y
subrayó el carácter efímero de los acuerdos concertados entre las
potencias. Destacó que las apetencias coloniales conducían a
confrontaciones bélicas, que expresaban necesidades (y no opciones) del
capitalismo.
Esta postura fue encabezada en
Alemania por Luxemburg, que subrayaba la imposibilidad de congelar la
expansión de ultramar. Describía cómo la dinámica competitiva conducía a
la sistemática violación de los pactos acordados entre los
beligerantes. Cuestionaba especialmente la expectativa de desactivar los
preparativos bélicos, con exhortaciones morales o llamados al respeto
del derecho internacional.
Luxemburg
cuestionaba las políticas exteriores capitalistas basadas en ambiciones
de lucro, que corroían la estabilidad de todos los acuerdos
internacionales. Objetaba las ilusiones de Kautsky y convocaba a la
lucha por el socialismo, como única forma de impedir la matanza de los
pueblos. Esta visión sintonizaba plenamente con el enfoque de Lenin. (4)
Notas:
1) Lenin, Vladimir, El imperialismo, fase superior del capitalismo, Buenos Aires, Quadrata, 2006.
2)
Kautsky Karl “Germany, England and World Policy”, august 1900,
Discovering Imperialism: Social Democracy to World War I" (Brill,
forthcoming).
3) Parvus (Alexander Helphand), “Before the
Hottentot Elections”, January 1907, Discovering Imperialism: Social
Democracy to World War I" (Brill, forthcoming). Hilferding Rudolf,
“German Imperialism and Domestic Politics”, October 1907, Discovering
Imperialism: Social Democracy to World War I" (Brill, forthcoming).
4)
Luxemburg Rosa “Petty Bourgeois or Proletarian World Policy?”,
august1911, Discovering Imperialism: Social Democracy to World War I"
(Brill, forthcoming). Luxemburg Rosa “Peace Utopias”, may 1911,
Discovering Imperialism: Social Democracy to World War I" (Brill,
forthcoming).
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