La caída en combate del Comandante Alfonso Cano, Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
La muerte en combate del Camarada y
Comandante Alfonso Cano enluta al conjunto del movimiento anti
imperialista mundial, a todas las víctimas de la explotación
capitalista, al movimiento universal por el socialismo, a cada uno de
los pueblos que alzan banderas de soberanía, dignidad y democracia.
Aflige profundamente a toda la gente buena del planeta, particularmente
en América Latina, el Caribe y Colombia.
También lacera en extremo las fibras más
nobles de sus seres queridos. Para ellos nuestro abrazo solidario.
Compartimos intensamente su pena, sabemos mejor que nadie lo que
significa esta pérdida. Igual cariño adolorido extendemos a las familias
de los demás combatientes que perecieron en los mismos hechos. Su
sangre y sus vidas nos inspiran desde ya futuras victorias.
Las lágrimas de felicidad del Presidente
Santos revelan que por obra suya cayó de verdad un grande, un portento
de hombre, un revolucionario de talla histórica. Un formidable
interlocutor del que había que deshacerse antes de cualquier intento de
aproximación. Recogemos el guante. Como Manuel y Jacobo, Alfonso siempre
supo ser un gran maestro. Y aprendimos de él.
Sus ideas y su genial conducción son parte
del arsenal ideológico, político y militar de las FARC Ejercito del
Pueblo. Nadie podrá jamás arrebatárnoslo. Su talento y actividad
revolucionaria crecieron y maduraron a la par con nuestra historia. En
los días de Marquetalia militaba ya en las filas de la juventud
comunista. Hasta su muerte en combate, nada pudo distraerlo de la lucha.
Completó cincuenta años continuos de tropel
contra el régimen, signados por una profunda capacidad de análisis y una
envidiable coherencia ideológica y política. Bogotano sencillo y de
fino humor, dirigente estudiantil y barrial, antropólogo de los tiempos
duros de la Universidad Nacional, audaz militante clandestino, será
eterno ejemplo del intelectual comprometido hasta la muerte.
Sus enemigos del imperio y la oligarquía
jamás se cansarán de intentar desdibujar su obra con ruines expedientes.
Al lado de su perfil político, el Camarada Alfonso Cano demostró poseer
una elevada capacidad militar. Supo conducir primero los comandos
conjuntos Central y Occidental y luego a todas las FARC, hasta el nivel
que hoy en día aterra al militarismo fascista de Colombia.
Ellos saben muy bien lo que representamos las
FARC. La expresión real de la organización y la lucha indoblegable
contra la globalización capitalista. Somos un pueblo armado que denuncia
y combate el carácter terrorista de su democracia de mercado. Miles y
miles de mujeres y hombres que marchamos compactos en el camino a
construir una nación y un mundo sin opresores.
Las reservas petroleras de Colombia, al ritmo
que se piensan extraer, estarán agotadas por completo en los próximos
cuatro años. Nos pretenden embrujar con la idea de que para entonces se
habrá hallado suficiente crudo para otros tantos. Nuestro destino es
ahorrar con nuestro crudo las existencias imperiales, y pagar con los
ingresos los créditos para la infraestructura funcional al saqueo.
Obviamente los créditos serán suministrados
por la banca internacional. Y para conseguirlos el país deberá
comprometerse a realizar grandes y crecientes recortes al bienestar
social de los colombianos. Reformas tributarias, al régimen de
pensiones, laboral, en salud y educación. Semejante arremetida avanza
ahora a toda máquina en el Congreso de la República.
El TLC y la apertura indecente a la inversión
extranjera amenazan llevarse por delante lo más valioso del patrimonio
humano, ambiental y económico del país. Gigantescos proyectos auríferos,
carboníferos, turísticos, agroindustriales, bioenergéticos y
agropecuarios, entre otros, además de expoliar nuestras riquezas,
exprimirán impunemente la mano de obra en grados intolerables.
Se halla en acelerada ejecución un modelo de
desarrollo inequitativo y antipatriótico, producto de las manipulaciones
urdidas desde el palacio presidencial y los distintos ministerios,
aprobado a pupitrazos por el poder legislativo y declarado exequible por
las cortes, que no toma en cuenta en lo más mínimo la opinión del
pueblo colombiano ni la de sus más inmediatos afectados.
Y a dicho modelo, empezado a construir
décadas atrás con la violenta estrategia paramilitar, se lo presenta
como la salvación económica del país, las locomotoras que nos sacarán
adelante. En él se funden los más caros intereses del capital
transnacional y de la corrupta clase dirigente colombiana, que medra con
sumas fabulosas tras cada acuerdo y contrato celebrados.
No existen en Colombia espacios de discusión
que tengan la capacidad de influenciar o determinar de algún modo las
decisiones ligadas al modelo de desarrollo. Como quedó demostrado en las
recientes elecciones locales, los partidos políticos han sido diluidos
en mezquinos liderazgos personales CORRUPTOS y carentes de principios.
Las fuerzas políticas que podrían discutir el modelo están minadas.
Sólo dos formas de lucha se oponen a él de
modo corajudo y pertinaz. La lucha callejera en marchas y protestas, y
la lucha guerrillera en las montañas. Las recientes disposiciones sobre
seguridad ciudadana aproximan la primera de ellas a la delincuencia y le
atribuyen penas de prisión. Al tiempo se nos exige la desmovilización a
los alzados bajo la amenaza de la aniquilación total.
Tal es el marco en el que toma cuerpo el
desesperado afán por rendir a las FARC-EP. Sabemos muy bien cuáles son
los propósitos del Presidente Santos, enriquecer todavía más a los más
ricos y hundir aún más en la miseria a los más pobres. Resulta en
consecuencia de cardinal importancia tender los puentes necesarios para
fortalecer, unificar y defender las dos formas de lucha vigentes.
Movilización de masas y lucha guerrillera
están llamadas a converger en un haz estratégico, la solución política
al conflicto que se libra en Colombia. La guerra no es más que la
determinación imperial y oligárquica de cerrar todos los caminos de la
oposición a sus planes de despojo, el mazo con el que las clases
dominantes esperan aplastar la inconformidad.
La resistencia heroica de la insurgencia
colombiana, al igual que la voz en alto del pueblo movilizado en la
protesta, no pueden cesar con un falso llamado a la negociación y el
consenso. Cualquier intento de desmovilizar la lucha popular sin la
concertación de soluciones que erradiquen sus causas estará llamado al
fracaso. No puede haber paz con represión y hambre.
Las FARC-EP rendimos sentido homenaje a la
memoria de nuestro Comandante Alfonso Cano. Por nuestro pueblo y por él,
nos comprometemos a persistir en la búsqueda de la solución política
hasta alcanzar una paz democrática con dignidad y justicia social. La
voz de estudiantes, trabajadores, campesinos, comunidades indígenas y
negras, desempleados, pensionados, mujeres y clases medias agobiadas
tiene que ser escuchada y atendida en Colombia.
Con el camarada Alfonso recordamos a los ilusos:
“Desmovilizarse es sinónimo de inercia, es
entrega cobarde, es rendición y traición a la causa popular y al ideario
revolucionario que cultivamos y luchamos por las transformaciones
sociales, es una indignidad que lleva implícito un mensaje de
desesperanza al pueblo que confía en nuestro compromiso y propuesta
bolivariana”.
Comandante Alfonso Cano!!!
Morir por la Patria es vivir para siempre!!!
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario