Una
investigación de la Agencia Central de Inteligencia fechada en
septiembre de 1996 revela que la delación de un ex guerrillero que
participó en la masacre de la Zona Rosa fue clave para localizar y
neutralizar a todos los miembros del comando que ejecutó la masacre de
los marines
01 DE FEBRERO DE 2012 | por Eric Lemus
La noche del 19 de junio de 1985 un grupo de pistoleros -vestidos con
camisetas militares, gorras y armados con fusiles M16- abrió fuego
contra unos extranjeros que cenaban en un restaurante de la Zona Rosa.
En el lugar estaban seis estadunidenses y seis latinoamericanos, que
fueron sorprendidos cuando el grupo de atacantes bajó de un pickup y
abrió fuego sin demoras.
Entre las víctimas estaban cuatro marines, que eran el objetivo para
llamar la atención sobre la participación de Washington en la guerra en
El Salvador.
Los sargentos Bobby Dickson, de 27 años, Thomas Handwork, 24, y los
cabos Patrick Kwiatkoswki, 20, y Gregory Weber, 22, murieron debido a
múltiples heridas. Uno de ellos falleció en el lugar, dos mientras eran
trasladados al hospital de Diagnóstico y el último mientras era
intervenido en el quirófano.
Cerca de una hora más tarde, a las 9:40 p.m., un hombre malherido en
la espalda fue dejado en una delegación de la Cruz Roja por otro sujeto
que se identificó como miembro del FMLN.
Los socorristas trasladaron inconsciente al herido al hospital Rosales, donde murió.
Los agentes de la policía estaban en el hospital listos por si el
malherido recuperaba la consciencia y así arrancarle una declaración, un
indicio, acerca del resto de los miembros del comando.
Pero no obtuvieron nada porque el desconocido nunca volvió en sí.
El documento de la CIA
vaticina que este desconocido era conocido como “Julio”, y que su
nombre real pudo haber sido José Roberto Salazar Mendoza o José Roberto
Torres Ortiz.
En el restaurante, sin embargo, yacían los cuerpos de las otras
víctimas, entre ellos dos estadunidenses que trabajaban para la empresa
Wang.
La imagen con los cuerpos de George Viney, Robert Alvidrez, el
guatemalteco Oswaldo González Zambroni, el chileno Richard Ernest
Macardle, y cuatro salvadoreños dio la vuelta al mundo.
El objetivo del comando había logrado su cometido. Los ojos de la
prensa internacional volvían a ver por unos minutos a este rincón del
mundo, donde una guerra fratricida era el dolor de cabeza del gobierno
en turno, que dependía del respaldo de Washington.
Los "chacales"
22 de junio. Las palabras salen de boca del expresidente Ronald Reagan en la base aérea Andrews cuatro días de la masacre.
"Dicen que los hombres que asesinaron a estos hijos de América
escaparon y desaparecieron en las calles de la ciudad. Pero les prometo
que no evadirán la justicia en la tierra ni escaparan del juicio de
Dios. Nosotros y los líderes de El Salvador moveremos montañas e iremos a
lo profundo de los ríos hasta encontrar a los chacales y llevarlos
hasta la justicia...", dice Reagan.
Washington prometía que haría justicia, contra viento y marea, pero
solamente tenía un indicio que había sido difundido un día antes, cuando
un comunicado del Partido de los Trabajadores Revolucionarios
Campesinos (PRTC) reivindica el ataque como comando urbano “Mardoqueo
Cruz”, que considera a los estadounidenses blancos legítimos en la
guerra. Sin embargo, salvo el cuerpo del guerrillero muerto en el
hospital, la policía salvadoreña no tiene más nada y Reagan exige
capturas.
Pocos saben que ésta solamente fue posible gracias a la suerte que
tuvo la Patrulla Fronteriza al detener a un indocumentado de
nacionalidad salvadoreño llamado… Juan Miguel García Meléndez.
El "mojado"
4 de agosto de 1985. Tan solo ha pasado mes y medio cuando la
Patrulla Fronteriza captura a un salvadoreño en Spring Valley, en San
Diego, junto a un grupo de ilegales que buscan el “sueño americano”.
Juan Miguel García Meléndez voluntariamente revela a los agentes
fronterizos que tiene información acerca de la masacre de la Zona Rosa.
García Meléndez quiere la recompensa de $100,000 que puso Washington
en gratificación a quien diera información sobre la identidad de los
autores del asesinato.
Y la Patrulla Fronteriza lo tiene en sus narices. No es la CIA, ni el FBI.
Así que García Meléndez comienza a cantar. Así los estadounidenses
saben de nombres, la organización, las casas de seguridad donde
planificaron la operación, una tapicería y un taller mecánico de autos,
de los escondites de la dirigencia. En fin, todo lo que Washington
quiere saber.
Pero García no obtuvo la recompensa. A cambio, fue deportado hacia El Salvador el 16 de agosto.
En el aeropuerto de Comalapa lo esperaba la Policía de Hacienda (PH), que le había organizado la bienvenida…
El Partido de los Trabajadores
PRTC se formó oficialmente en 1976 como un partido trotskista regional con ramificaciones en toda América Central.
Sin embargo, el PRTC abandonó todos los vestigios del trotskismo a mediados de 1980 y profesó la ideología marxista-leninista.
El PRTC estaba conformado por dos estructuras: las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Liberación Popular (FARLP), el brazo militar, y el
Movimiento de Liberación Popular (MLP), el organizador de masas.
El PRTC era la más pequeña de las cinco facciones que conformaban el FMLN.
El tamaño exacto nunca fue conocido, pero en 1987 la CIA sí tiene un cálculo de combatientes armados; aunque no lo revela.
La CIA dice que el número de combatientes era más grande antes del ataque Zona Rosa.
La estructura
Según el dossier de la CIA, gracias a la información facilitada por
García Meléndez (y que luego fue corroborada por la PH), el comando fue
minuciosamente organizado por Pedro Antonio Andrade Martínez, alias
Mario, pero conocido como Mario González.
El comando “Mardoqueo Cruz” nació en tributo a un combatiente
homónimo miembro del PRTC que había muerto en combate dos años atrás, en
1983.
“Mario” organizó tres células compuestas por cuatro miembros
operativos. A lo largo de los meses precios, el punto de planificación
fue la Tapicería La Estrella y el depósito de las armas un taller
mecánico.
La noche de la masacre, un miembro del comando operativo esperó en el
café de Don Pedro de la alameda Roosevelt a que otros dos compañeros
llegaran a bordo de un pick up, donde llevaban las armas, las camisas,
las mochila y boinas verde olivo que utilizarían para camuflarse.
Ismael Dimas Aguilar “Ulises”, José Antonio Bolaños Rivas “Macías”,
William Celios Rivas Bolaños “William”, y “Julio” eran los gatilleros.
Los cuatro eran parte de un grupo de 12 elementos con distintas responsabilidades.
El primero que abrió fuego fue Dimas, seguido de los otros tres compañeros, que estaban a menos de seis metros de sus víctimas.
En medio del ataque, “Julio” estaba unos centímetros adelante de la
línea de fuego de “William” cuando fue herido. Horas después moriría
desangrado en el hospital.
El proceso
Un día después del ataque, Dimas Aguilar se reunió en la Tapicería La
Estrella y acusó a “William” de disparar intencionalmente porque
sostenía que “tenía mala sangre” contra Julio.
Tras la delación de García Meléndez, el deportado, uno de los
primeros detenidos fue “William” porque trabajaba en el lugar como
tapicero y no pudo escapar el 12 de agosto, cuando llegó la Guardia
Nacional.
El 27 de agosto de 1985 fue acusado por homicidio y arrancó el
proceso judicial en su contra que culminó el 2 de mayo de 1991, cuando
fue condenado por asociación subversiva, cooperación en propaganda y
actos de terrorismo, a tres, dos y 20 años de prisión.
En todos esos años, la defensa de William Celios Rivas Bolaños
“William” apeló, pero, por presión de Washington que demandó justicia,
el expresidente Napoleón Duarte revocó una amnistía que favorecería al
guerrillero en 1987.
Tras la firma de los acuerdos de paz, siguió en prisión. En marzo de 1992, la Corte Suprema confirmó la sentencia.
Tampoco fue amnistiado en 1993.
La justicia
De hecho pasó en la cárcel hasta que la ley penal juvenil estipuló que los menores no podían purgar penas mayores a siete años.
Cuando William Celios Rivas Bolaños fue capturado por la Guardia
Nacional tenía 17 años de edad. Era menor de edad. Y la ley era
retroactiva.
En septiembre de 1995, después de 10 años y ocho meses, fue liberado.
Los otros dos participantes en el comando nunca fueron capturados. La
CIA presumen que “Ulises”, el jefe operativo, murió en un bombardeo,
mientras que desconoce el paradero de “Macías”.
Juan Miguel García Meléndez, el delator, no participó en la acción
armada, pero también fue condenado el 7 de abril de 1991 por los mismos
delitos.
Sin embargo, tuvo mejor suerte. Aunque fue condenado a 11 años, fue liberado en febrero de 1993.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario