Moisés Quintana Guerrero / desInformenonos
Mediante una serie de fotografías, jóvenes de una comunidad
originaria al sur de la Ciudad de México muestran las imágenes del
entorno en donde habitan para “crear una memoria de nuestro presente”.
En el siguiente texto, Moisés Quintana Guerrero narra su
experiencia e impresiones durante el taller de fotografía que impartió
en San Bernabé Ocotepec a nueve jóvenes de esta comunidad originaria ,
Abraham Bello Castillo, José Manuel Morales Martínez, Mario Alberto
Rubio Barajas, Guadalupe Guzman Lopez, Dennise Natali Garcia Moreno,
Mirna Paola Muñoz Fernandez, Diana González Mora, Zaira Estefani Barrios
Domínguez y Hatzive Tamías
México DF. A lo largo
de la urbe hay colonias, pueblos y barrios olvidados u invisibles para
algunos. Entre esos pueblos que son serpenteados por callejones que
suben, callejones que bajan y se pierden entre voladeros tímidos y
afluentes de ríos mortuorios está San Bernabé Ocotepec, lugar de los
ocotes, pueblo originario, vigía de la urbe, ubicado al sur de la Ciudad
de México.
Allí se encuentra el cerro de Mazatepec o
cerro de Venados, que fue un importante centro ceremonial y sitio
militarmente estratégico de los aztecas. A San Bernabé Ocotepec,
llegamos sábado tras sábado para impartir un taller de fotografía con
jóvenes del lugar.
Viajar hasta allí significaba ir a
conocer nuevas cosas, era saturarse de imágenes mientras el autobús
avanzaba, era salir y abrir la puerta y la ventana, quitar las cortinas y
permitir que la luz, el barrio y los chicos del taller nos iluminaran
con sus imágenes y con su afán de aprender y compartir lo que son, su
familia, su casa, su calle y su historia.
Caminar en el pueblo de San Berna, como
le dicen los chicos, era adentrarse en un laberinto de ojos adormilados
con flores colgando de ellos, de banderas multicolores ondeando en los
tendederos, de perros flacos merodeando las calles.
Recorrer sus callejones era un latido
acelerado del corazón, era también ir apropiándose de las escalinata, de
los callejón sin salida, del laberintico descender hasta encontrar una
calle principal y así salir.
San Berna es llenarse de su música de
banda norteña, de salsa, hip hop, reggae, reggaeton y melodías
románticas que escapaban de alguna ventana y se confunden con música del
Tri, tectonik y norteck.
San Berna es también llenarse de sus
calles graffiteadas, de sus mercados de ropa de paca, de sus puestos de
chácharas y tacos de barbacoa, de sentirse guardia y vigía del valle.
En la memoria que hoy hacemos y
escribimos, que vemos y leemos, se comparten nueve formas de ver San
Berna, de ver sus calles, de compartir espacios a los cuales de otra
forma, muchos de nosotros no tendríamos acceso.
La forma de compartir estos lugares y
visiones del barrio, del pueblo, del callejón, de la calle y de la
casa, es mediante una serie de fotografías, imágenes que representan el
barrio. En este trabajo los chicos nos muestran su entorno familiar,
personal y comunitario.
Las imágenes muestran los lugares donde
juegan, donde estudian y se enamoran; lugares en donde van creciendo,
donde caminan; se muestra también su entorno comunitario: los vecinos y
personajes del barrio. En estos lugares que habitan los chicos y las
chicas, ellos y ellas se van haciendo hombres y mujeres distintos e
iguales.
Lo que hoy se lee y se ve ya es memoria
que queda como una huella en nuestras mentes, en nuestra
conceptualización del mundo y del lugar que habitamos, de las calles que
caminamos, de las festividades a las que asistimos. Fotografiar es
crear memoria para rememorar el pasado y el presente de nuestra
comunidad.
Decía Ortega y Gasset, que “el hombre es
él y sus circunstancias” y así estos chicos son sus circunstancias y
sus experiencias; mediante el conocimiento de sí mismos, del lugar donde
habitan ellos y nosotros, nos haremos consientes del lugar al que
pertenecemos en la historia.
Los ancianos sabios, los niños y niñas,
aún son guardianes y vigías de la ciudad y de la memoria. Aún el cerro
de los Venados y el lugar de los ocotes es el lugar en el cual se
contempla el valle y se toca el cielo, aún Mazatepec es un lugar
ceremonial de la ciudad.
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