Roberto Cañas López/ Firmante de los Acuerdos de Paz
El viernes al mediodía miembros de pandillas ante el Secretario General de la OEA entregaron 77 armas entre fusiles, escopetas y armas cortas. Fue “un acto simbólico de entrega de armas por parte de líderes pandilleros”.
Según el ministro de Seguridad, David Munguía Payes, se hará un registro de las armas que estén ilegales y se abrirá investigación para aquellas que se compruebe que fueron utilizadas para cometer algún delito.
Sin embargo nadie puede precisar ¿cómo continuará el proceso de entrega de armas, ni cuándo finalizará? El obispo, Fabio Colindres dijo que “se ha sugerido construir un monumento de paz con las armas entregadas”.
El “desarme parcial” es una mala imitación de lo que se hizo en 1992 cuando después de la firma de los Acuerdos de Paz el FMLN suministró al Jefe de Observadores Militares de ONUSAL información detallada sobre el número de sus efectivos e inventario de armas, municiones, minas y otros explosivos y equipo militar ubicado en cualquier lugar del territorio nacional.
Son verdaderamente impresionantes y poco creíbles declaraciones como las siguientes: “Ellos desean iniciar un gesto que es lo que viene con la ayuda de Dios con el desarme. Éste no es simple acuerdo transitorio, es un proceso de pacificación”, dijo el obispo Colindres que pidió al secretario de la OEA que el esfuerzo por la paz sea acompañado y certificado por la OEA, “que ratifique un proceso de paz duradero”. Raúl Mijango tampoco se quedó atrás en las declaraciones y aseguró que éste es un proceso de una “revolución humanitaria” que encamina a El Salvador a la prosperidad y la seguridad.
No hay que cansarse de señalar que en la búsqueda de una solución permanente al problema de la delincuencia en general y al de las pandillas en particular no hay soluciones milagrosas que ocurren de la noche a la mañana.
Pues más allá de los actos simbólicos, los homicidios continúan, en medio de las disputas entre el ministro de Justicia y Seguridad Pública y el Instituto de Medicina Legal acerca de los reportes sobre el aumento de desaparecidos, que todo parece indicar que es lo que explica en parte la reducción de los homicidios.
Lejos estamos de una solución verdadera y definitiva al problema de la delincuencia si la sociedad no despierta y sale de su inmovilidad, si no se trabaja en serio por un Acuerdo Nacional por la Seguridad Ciudadana en el que se apruebe una estrategia integral, con los recursos necesarios para superar de manera adecuada esta realidad delincuencial que nos agobia.
Vivimos un momento de una grave crisis institucional que tendrá profundas consecuencias en la vida nacional. Ante la crisis lo único positivo que nos queda esperar es que se haga realidad el pensamiento de Albert Einstein que planteaba que “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos”.
“La creatividad nace de la angustia, como el día de la
noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los
descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se
supera a sí mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de incompetencia
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla y callar en la crisis es exaltar el conformismo en vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
Más claras no pueden estar las cosas, en nuestras manos está la solución, que comienza por asumir un compromiso moral con lo público y participar activamente en la solución de los problemas nacionales. En la medida que seamos indiferentes y apáticos estamos contribuyendo a que la crisis se profundice y sean más altos los costos que vamos a pagar.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de incompetencia
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla y callar en la crisis es exaltar el conformismo en vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
Más claras no pueden estar las cosas, en nuestras manos está la solución, que comienza por asumir un compromiso moral con lo público y participar activamente en la solución de los problemas nacionales. En la medida que seamos indiferentes y apáticos estamos contribuyendo a que la crisis se profundice y sean más altos los costos que vamos a pagar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario