Amén.
El Poder de Dios:
Bajo sus umbrelas pasean bien vestidas y
vestidos, los evangélicos en esta mañana dominguera, no hace sol ni
tampoco lluvia y sin embargo sus paraguas abiertos son su emblema
evangelizador… de casa en casa, de timbre en timbre, de puerta en
puerta, propagando la palabra del señor. Frente a sus púlpitos los
sacerdotes congregan a las mujeres y hombres, abren la biblia y rezan
cualquier página de las sagradas escrituras, predican esperanzas y
promesas, temores y pecados del poder de dios.
Hoy al mirarlos me pregunto: ¿Dios creo
al hombre o fue el hombre quien creo a dios? Así no exista, dios existe.
Vive en cada domingo y en cada temor, en cada bendición y cada vez que
cualquiera le da las gracias por cualquier cosa, ese es dios, sin color,
sin olor, sin espacio ni imagen que lo pueda representar, intangible e
invisible. Un lugar, un refugio, una magnánima idea que protege a mi
especie de sus miedos y de sus soledades terribles, de su miedo a la
muerte y al más allá, un poder, gran poder que vibra de boca en boca, de
cruz en cruz, de rezo en rezo. Dios es parte del ser humano,
innegablemente.
No recuerdo quien fue, antes si lo recordaba, el autor de aquella frase tan mía: soy ateo, gracias a Dios.
Aprendí a rezar a los cuarenta años, en
árabe, musulmán, el Corán. Tanta magnificencia me hablaba de un poder
superior, tanta irracionalidad de mi especie, irrespeto y prehistoria me
invocaban algún presentimiento de un conocimiento superior. Que importa
como rezo yo, si creo o no creo, al fin y al cabo cualquiera de los
dioses que conozco, nunca dan la cara, y si existen todos, los dioses
actúan por medio de sus hombres.
Un día escribí que dios es del tamaño de
la ignorancia del hombre, que en nombre de dios los pobres éramos
atemorizados con el castigo celestial sino éramos fieles a sus mandatos,
y que desde el vaticano o cualquier emporio espiritual, se nos
dominaba. Hoy pienso que si dios no existiera habría que inventarlo,
¿Quién sino él podrá cargar con tantas culpas? ¿Quién sino dios podrá
cumplir tantas peticiones? ¿Quién sino dios podrá entonces restituir el
orden en esta desbocada civilización? Un día escribí mucho sobre dios,
hoy no me importa si existe o no existe, ya no doy esa batalla
teológica. En el poder de dios se esconde la fuerza y la impotencia de
los desposeídos, ese dios que dice amen en la boca de mis pobres, es el
dios del futuro, la esperanza, la revolución, exista o no.
El Dios del Poder:
Hay otro dios que si es visible, tiene
bandera y escudo y tiene cara. Sus feligreses son beatos irreductibles:
los ricos, lo medio ricos y los pobres con complejo de ricos. Ese dios
se llama “poder” ese poder se basa en el dominio de quien lo tiene sobre
quien no lo tiene, ese dios tiene iguales o peores códigos, que el dios
que no se ve, este dios del poder castiga o premia aquí en la tierra y
no en el cielo. Eso dios del poder tiene santuarios que flotan en los
océanos apuntando a cualquier país que ose no rendirle tributo, posee
aviones cargados de bombas repletas de muerte, ese poder invade y
asesina, ese `poder contrata mercenarios, ese poder insaciable se babea
por las riquezas de nuestras tierras, ese poder no se para nunca, es
incesante, es un tormento que azota a todas y todos aun así a aquellos
que le rinden pleitesía.
El dios del poder atrapa y encadena con
su hostia maldita, el dinero. Todo aquel que mira sus pantallas se
esclaviza a su culto y lo adora en los grandes centros comerciales, le
rinde culto y le tributa con algo más que una limosna, le va entregando
su alma, le va entregando su futuro o se lo va vendiendo, mejor dicho.
El final y el principio:
Infinita vida de este universo, sagrada
creación de la materia y el espíritu, que eres este mundo y esta
especie: eres lo único que nuestros ojos han visto, el único espacio que
habitamos y la herencia que podemos dejar a nuestros vástagos. Vida,
vida que se repite incesante, que germina cada segundo, que anochece y
amanece, que amamanta sueños y que destella brillante desde cada
estrella.
Infinita vida de este universo, yo te
invoco en esta hora para clamar ante ti la luz que hace falta para
espantar la oscuranza, yo te invoco para que hagas el milagro de la
nueva sociedad que te reconozca y ame, de la nueva mujer y el hombre
nuevo, despojado del egoísmo y la crueldad, llenos de radiante
esperanza. Yo te pido que brilles en todas las miradas para salvar
nuestros espíritus amenazados por los dioses y los demonios.
Que los pueblos se levanten con tu luz
en la alborada para barrer para siempre a los injustos y los sedientos
de poder y de dominio. Para que una flor simple y olorosa sea la esencia
del camino.
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