Francisco Martínez
Exdirigente sindical y de la Comisión Política del PRTC
Por lo general, cuando nos referimos a la guerra civil salvadoreña, nos referimos en exclusiva a las fuerzas militares enfrentadas, a los agrupamientos guerrilleros enfrentados a las fuerzas del régimen dictatorial.
Eso lleva a dejar en un segundo o tercer plano, la acción de las organizaciones sociales, de los sindicatos, de las cooperativas, de las asociaciones campesinas, de pobladores comunales y de tugurios, de las comunidades cristianas de base, de los pequeños comerciantes, de los profesionales y técnicos, de los intelectuales; sin la cual no podía ser posible crear la fuerza militar guerrillera y terminar con la oscurantista dictadura militar. La fuerza guerrillera surgió de la lucha social.
En el caso particular del Partido de los Trabajadores Centroamericanos, cuya consigna distintiva fue “Combatir hasta Vencer…Por Centroamérica, la Liberación y el Socialismo”; su aporte, en organización social puede vincularse históricamente con la labor política desarrollada por el Dr. Fabio Castillo Figueroa, quién en 1944 integró el Comité de Huelga que impulsó la huelga de brazos caídos, acción que culminó con la caída del dictador Maximiliano Hernández Martínez. En el año sesenta, integró la Junta de Gobierno Cívico-Militar, asumió el ministerio de educación; esté gobierno fue derrocado tres meses después por un golpe militar que instaló una junta de civiles y militares que restauró el régimen de dictadura militar de nuevo tipo, donde fue “elegido” presidente como candidato único José Antonio Rodríguez Porth, el que, a finales de los años ochenta fue nombrado por Cristiani ministro de la presidencia.
En 1966, Fabio Castillo Figueroa, como candidato presidencial por el Partido Acción Renovadora (PAR), se lanzó en franca ofensiva política contra las fuerzas conservadoras y reaccionarias poniendo en el centro de la campaña la educación y la reforma agraria.
Esta acumulación histórica se trasladó a la lucha social particularmente a la acción reivindicativa del magisterio nacional, la huelga de maestros de febrero de 1968 marcó el quiebre histórico de la lucha social y sus formas de lucha, este quiebre es trascendental porque, los maestros pasaron de acciones locales a una fuerte movilización nacional, los maestros pasaron de solo plantear sus demandas contra el incremento de años para jubilarse, por mejores salarios y por mejores condiciones de trabajo, pasaron a visibilizar las precarias condiciones en que vivían las mayorías en el país. La huelga magisterial, fue un foro permanente de denuncia, movilización, solidaridad y estímulo para el crecimiento organizativo. Importante figura, de esta acción social del magisterio fue nuestro compañero profesor José Mario López, fundador y primer secretario general de ANDES 21 de Junio, también fue representante en el FAPU, nuestro recordado e imperecedero Comandante “Venancio Salvatierra”.
En la acción estudiantil, es importante destacar la huelga de los estudiantes de las Áreas Comunes de la Universidad Nacional, y la acción solidaria de las facultades de Medicina y de Jurisprudencia y Ciencias Sociales; destaca en la huelga la figura del en aquel entonces Br. Francisco Jovel, nuestro Comandante Roberto Roca, Vice-Presidente de la AGEUS, quién fue el presidente de la Huelga. Esta acción fue clave para el papel que jugaría la Universidad en el proceso social de los años 70 y 80. Además, fue un rompimiento con el conservadurismo reformista y electoral del Partido Comunista, que promovía la transición pacífica al socialismo y que incluso había llamado a la juventud y al estudiantado a unirse al ejército de la dictadura salvadoreña para pelear contra el ejército hondureño en la guerra de julio del 69, ejército que al igual que en El Salvador ejercía el gobierno dictatorial de nuevo tipo en función de los intereses de la oligarquía agro-exportadora, la política imperialista del gobierno de los Estados unidos y el estamento militar hondureño.
En la primera mitad de los años setenta la acción organizativa se desarrolló, clandestinamente, como Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), y desde la acción ilegal de masas como las Ligas para la Liberación (LL), creando lazos con sectores campesinos, estudiantiles de secundaria, líderes obreros, comunidades cristianas.
El proceso de acumulación social desarrollado a nivel nacional y el esfuerzo regional, llevó a la constitución del PRTC, el 25 de enero de 1976, como una organización regional de partidos con estrategia política militar. Se celebra el primer congreso, en Costa Rica, a la que asisten delegados de casi todos los países de la región. No obstante el gran paso adelante que significaba crear una organización regional centroamericana, esa estructura regional, condicionó y limitó el crecimiento organizativo del PRTC en El Salvador, en un momento en que se vivía un auge de la lucha social y guerrillera urbana; no fue sino, hasta 1978, después de realizado el II Congreso del PRTC en Honduras, que se desata la acción organizativa al dar la línea de organizar la Brigadas de lucha popular, organizándose los Pioneros de Liberación Popular (PLP), los Comité de Bases Obreras (CBO), las Brigadas de Trabajadores del Campo (BTC), las Brigadas Revolucionarias de Estudiantes de Secundaria (BRES). Es determinante, en esta dirección, el papel de Mario Lungo (Cte. Matilde Urrutia o José Trinidad), Humberto Mendoza, Luis Díaz, Francisco Veliz (Manuel Hernández), Francisco Jovel (Cte. Roberto Roca) y Mario López (Cte. Venancio Salvatierra). En 1979, se crea el Movimiento de Liberación Popular (MLP), nuestra expresión aglutinadora de las organizaciones extra legales de masas, su primer Secretario General fue Luis Adalberto Díaz.
A nivel obrero, en los CBO es importante el aporte de Luis Díaz y de Humberto Mendoza, así como de Maxito, Alfredo Torres, en los sindicatos textiles, de transporte, SETA y otros.
Las BRES, con sus díscolos chico bonche, desarrollaron gran actividad. Recuerdo las tomas en la ENCO, EL ITI, el INFAMEN y el TERCIFRAMEN, la propaganda en los colegios del centro de San Salvador y en San Vicente. Dionisio, Chepito men, Patricio, Gustavo, fueron sólo algunos de sus cuadros.
Me vinculé a las BRES en el 79, un profesor de secundaria de apellido Cruz nos inició en las reflexiones bohemias, era un muchacho saliendo de la adolecencia, pero con muchas inquietudes sociales. Recuerdo que fuimos a la actividad de lanzamiento del MLP en la entrada principal de la UES, luego se vino el golpe de estado y el agravamiento de la crisis.
En lo personal, siempre he estado vinculado a las luchas obreras, en mi casa era atento escucha de los debates de los dirigentes sindicales de las Fábricas Delicias, Etiquetas y Elásticos, Guantesa, IMES, quienes llegaban a comer al comedor de mis padres.
A nivel campesino, las BTC desarrollaron importante trabajo organizativo por tierra para quien la trabaja; así, se desarrollaron acciones como la toma de la Hacienda Valle Verde, en suchitoto; la COPAL, en Jiquilizco.
A nivel de comunidades, es importante el trabajo desarrollado por los compañeros, Sebastian Guevara, los padres Alas (Chencho e Higinio), Miguel Ángel Alvarado (Cte. José Juan), Cte. Nidia Díaz, Oscar Miranda (Cte. Miguel Mendoza).
Como se reflexionaría después, perdimos tiempo valioso en la organización social, tuvimos que esperar a 1980 para disolver el PRTC como estructura regional y constituir los PRTC por país, de los que fueron exitosos el PRTC- de Honduras extinguido a finales de los ochenta, el PRTC de Guatemala disuelto en 1983 y el PRTC de El Salvador, que disolvimos en 1995, para integrarnos al esfuerzo unitario electoral del FMLN. Partido del cual, muchos fuimos expulsados o excluidos, debido a las políticas sectarias y hegemonistas en sus círculos dirigentes.
El PRTC, en principios de los ochenta, al inicio de la guerra civil, ya no pudo trascender su estructura social aglutinada en el MLP a estructuras más tradicionales y permanentes de lucha social, las estructuras nucleadas en las BRES, las BTC, los CBO, que habían sido muy exitosas en su accionar sectorial, así como las comunidades campesinas que influenciamos en la zona de cerros de San Pedro, San Vicente y Cabañas, en Mirandilla y el Cereto, en Suchitoto; en Tierra Blanca y la Carrera, en Jiquilisco, en los alrededores de Berlín y San Agustín, en Usulután; Nuevo Edén de San Juan, en el Norte de San Miguel; así como los estudiantes universitarios, los intelectuales y otros grupos organizados, frente a la represión de la dictadura y a la consigna de guerra popular a la dictadura, se incorporaron a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Liberación Popular FAR-LP, el brazo armado del PRTC.
La gran movilización del 22 de enero de 1980, fue el evento cúspide del accionar social de aquella coyuntura histórica, el MLP se movilizó concentrando su fuerza social en la Segunda Calle Poniente, la que está frente a la entrada de la 25 Av. Sur del Parque Cuscatlán y la 21 Av Sur para incorporarse a la marcha en la Calle Darío; a partir de ahí, la movilización y acción social gradualmente decayó frente a la creciente e indiscriminada represión criminal de la dictadura contra los sectores sociales, que se cobró la vida de Monseñor Romero, de las Monjas Norteamericanas, de Luis Adalberto Díaz, de los dirigentes del FDR y de miles de ciudadanos señalados como opositores al gobierno. Después de la ofensiva general de enero de 1981 se entró en un reflujo general de masas.
En el proceso de reactivación de la lucha de masas, posterior a la gran represión del 80, el PRTC movilizó y promovió cuadros para ser un actor destacado en el resurgimiento de la lucha popular, retomar las calles y ampliar la base social y la incidencia política del pueblo.
Entre 1982 y 1983 se retoman los contactos con cuadros sobrevivientes del MLP y otros que se quedaron descoordinados. Es clave el esfuerzo de Nidia, Petra, Vanessa, Verónica, Graciela, Diego, Gerónimo, Camilo Rosales, para reestructurar la red social para el movimiento de masas, se activan las viejas estructuras de CBO y se aprovecha la legalidad asumiendo cargos directivos en sindicatos, así se retoma nuestra acción en lo urbano al retomar las directivas sindicales en los sindicatos de Hilaturas en Apopa y de Maidemform en Soyapango, en el SETA en coordinación con otras organizaciones, se retoma la acción de masas en los frentes en Guazapa se crea la Organización de Mujeres; en Usulutan se crea la Organización Campesina de las Salinas, otros compañeros y compañeras se involucran en las cooperativas del sector reformado, en FESACORA, en FEDECONSUMO. Movilizamos a nuestros compañeros en Betania para la zona sur de San José Villanueva.
En el 84, nuestros compañeros en ANDA fueron parte importante de las huelgas de solidaridad y frente a la campaña antisindical del gobierno en alianza con el Instituto Americano del Sindicalismo Libre; en septiembre-octubre del 85 fuimos parte activa de la jornada de huelgas que se impulsó, como parte del esfuerzo político militar, en que se planteó la libertad de los presos políticos y se replanteó la solución negociada a la guerra; sostuvimos una huelga de 27 días en Hilaturas, en Apopa, y paros en Maidemform, participamos en ANDA, el ISSS, iniciamos ya nuestra inserción en los esfuerzos unitarios, éramos parte de la Coordinadora de Solidaridad de los Trabajadores (CST).
En 1986 participamos en el proceso de organización y lanzamiento de la UNTS, esfuerzo al que nos incorporamos con dirigentes hasta octubre, ya que con la muerte de Graciela, en Guazapa, al pisar una mina, luego de una reunión unitaria en el campamento de Rebeca (Lorena Peña) de las FPL, se atrasó nuestra comunicación frente-metro, y no se logró coordinar con los otros compañeros del frente, para trasladarles los nombres de nuestros cuadros para el Comité Ejecutivo.
Como resultado de la huelga en ANDA, 237 compañeros fueron despedidos, con gran parte de ellos y otros colectivos de despedidos de Refinería de Azúcar, de Hospital Policlínica, del transporte, constituimos el CODYDES; que terminó siendo nuestra estructura miliciana urbana, de choque. Legalmente compartíamos la FESTIAVTSCES con los compañeros del PCS, incluimos cuadros en FENASTRAS, lo que nos daba un importante espacio de organización social.
Continuamos nuestro esfuerzo de ampliación, organizamos el sindicato en Textiles Guazapa, creamos estructura en la fábrica IUSA, en INSINCA, en el sindicato avícola, del sindicato de pesca, en el INJIBOA, empezamos a coordinar con maestros, trabajadores del seguro social, del IRA, del MOP, de Turismo, del CNR, y de Agricultura. Asumimos, la dirección del Sindicato de Periodistas. Reactivamos el esfuerzo estudiantil en la UES, en sicología, química y farmacia y en economía.
En el campo se constituyó la Asociación Comunal Campesina (ACC), se formó el Movimiento Salvadoreño de Mujeres y el Movimiento Salvadoreño de Cipotes, constituimos después del terremoto de octubre del 86, diversos comités de damnificados en la Tikal y Popotlán, en Apopa, y en las San Antonio y la 10 de octubre de San Marcos.
Nuestra presencia organizativa fue reconocida por el resto de organizaciones, lo que nos permitió coordinar en diferentes instancias como el CPDN.
En el 88, como parte de la Contraofensiva Estratégica se lanzó el Plan Fuego, eso implicaba para las estructuras sociales redoblar esfuerzos, así se crea con las estructuras más radicalizadas el Movimiento Pan, Tierra, Trabajo y Libertad, en cuya dirección se designó a Balmore Arévalo. CODYDES fue nuestra estructura para ese esfuerzo, el accionar de piquetes de los CODYDES era casi a diario, recuperaciones de armas, propaganda armada, sabotaje al transporte de productos y pasajeros, además de ser el cuerpo de seguridad para las movilizaciones populares de esos años.
En el 88, en un esfuerzo por acompañar nuestros objetivos militares organizamos a pobladores del Jute, en La Libertad; fortalecimos la organización de San Juan Buenavista, en Villanueva, y abrimos redes de trabajo en Rosario de Mora. Se retomó la actividad organizativa en Suchitoto, en el Cereto y el Barío; también en San José Las Flores y la periferia de Tonacatepeque, para acompañar el retorno de tropas de las FAR-LP para el esfuerzo ofensivo de noviembre de 1989.
En el 89, el PRTC, había completado su ciclo de fortalecimiento y ampliación interno y desarrollo del frente externo, había asegurado militarmente territorios, desarrolló una amplia estructura de organización social. En general, estábamos listos para nuestro aporte al esfuerzo ofensivo que se planificaba.
Si bien en abril del 89, sufrimos un duro revés al caer, debido a una traición, nuestra principal bodega de armamento; y sufrimos, por la misma causa la muerte de muchas decenas de compañeros. Además, fuimos capturados diversos dirigentes de las distintas estructuras. Este fue un golpe muy duro a nuestros planes, pero no nos desalentó en nuestra convicción de lucha y entrega.
Nos recompusimos de un golpe, que a cualquier otra organización hubiera derrotado, pero a pesar de que perdimos capacidad logística, nos multiplicamos, cada cuadro se convirtió en un solucionador de dificultades, así nos preparamos y participamos victoriosos en la ofensiva de noviembre del 89.
A diferencia de los años 81 y 82 donde se sufrió el reflujo de masas, esta vez, ya en enero de 1990, sólo 2 meses después de la ofensiva, estábamos reorganizando el trabajo social, aperturando locales para las organizaciones, recuperando el debate público y las calles.
Posterior a la ofensiva, nuestro trabajo organizativo consolidó el trabajo organizativo acumulado y amplio nuevos esfuerzos en el occidente y en el norte de La Libertad, desarrollamos el trabajo de la repoblación de Gualcho, de las comunidades de la costa en Usulután, del norte de San Vicente y del sur de Cabañas. Se creó el Centro de Derechos Humanos Madelaine Legadec, la Coordinadora de Repobladores CORESA y la Asociación Campesina de Occidente ACCO.
Intentamos hacer una alianza con los compañeros del MNR, de Guillermo Manuel Ungo, al final debido al cobarde asesinato de Francisco Veliz (Manuel Hernandez) y de Mario López (Venancio), este esfuerzo se abandonó.
Nuestra organización creció particularmente en el Occidente, donde competíamos de tú a tú con las FPL; y también crecimos en San salvador. Nuestra gente estaba en 14 de los 19 municipios del Departamento; en La Libertad desarrollamos un importante esfuerzo en el Norte, en Santa Tecla, en Zaragoza, Ciudad Arce, Lourdes San Matías, Huizucar, Villanueva y en el Puerto. Fortalecimos el trabajo político en el Norte de San Vicente; en Sensunte y Victoria, en Cabañas; en Usulután, en Berlín, Santiago de María, Nueva Granada, Jiquilisco, Puerto El Triunfo. A pesar de ese crecimiento político social, iniciamos desde 1993 un proceso de “vaciado” del PRTC y fuimos pasando todo el esfuerzo al FMLN electoral, hasta que en 1995 se decidió disolver el PRTC y entregamos nuestra bandera.
Sirvan estas notas para que los viejos camaradas y los nuevos luchadores sociales conozcan parte de los aportes del PRTC en el terreno de la lucha social, gremial y política extra legal de masas y su contribución en ese terreno a la derrota de la dictadura militar de nuevo tipo que oprimió nuestro país desde 1931; en alianza con otros grupos de luchadores sociales derrotamos una dictadura, ese esfuerzo heroico de miles de compañeros del PRTC fue la contribución que abrió el espacio para construir un nuevo país en democracia y libertad.
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