Si para Roque Dalton recoger el testimonio de Miguel Mármol constituyó una de las grandes satisfacciones de su vida, para los salvadoreños, después de la guerra, la publicación de este fundamental libro de su historia, en el umbral del siglo XXI, es un reconocimiento de las conquistas obtenidas a través de la heroicidad de las luchas populares de las últimas décadas y a la perennidad de las mismas .
Este prólogo quiere ser simultáneamente expresión colectiva y homenaje, al invitar al rescate de las enseñanzas de todos los que cayeron luchando por la transformación de nuestra sociedad en una verdadera democracia durante los años de guerra vividos. Escribirlo, y la satisfacción de imaginar la sonrisa de Roque al ver su libro publicado en El Salvador es, en este caso, un privilegio que sólo se justifica si se logra con este breve prólogo motivar la recuperación de las lecciones heredadas.
Al ir leyendo este riquísimo testimonio, reflexionar sobre lo acontecido en los años recientes y vislumbrar el camino que se abre luego de la firma de los Acuerdos de Paz, emergen rápidamente dos rasgos esenciales de la historia del país y un enorme desafío: por un lado, la continuidad de las luchas populares y la incesante transformación de ellas; por otro lado, la interrogamnte sobre el carácter de estas luchas en este momento de construcción de la democracia que nunca ha existido en El Salvador.
Si, a lo largo de todo el texto, mientras Miguel Mármol va recordando numerosos sucesos, la victoria del movimiento popular nunca está en duda, a pesar del reconocimiento, lúcido en algunos momentos, de las derrotas y retrocesos temporales, de las dificultades y enormes vacíos. Y esta actitud, que algunos podrían calificar de voluntarismo político, es uno de los asideros claves que explica el fracaso de las políticas contrainsurgentes, a pesar de la modernidad con que fueron diseñadas.
Ellas impregnan los gastos y los esfuerzos cotidianos de millares de salvadoreños en los duros años de la guerra. Ella está presente en las luchas de este momento . Es parte de la utopía que debe mantenerse frente al embate del pragmatismo absoluto de hoy nos rodea. Y las luchas que Miguel Mármol relata muestran la tensión permanente entre la realidad y las aspiraciones y el sentido de la continuidad de las mismas, que no se agota con el deseado y alcanzado silencio de los fusiles.
Por que ligada a esa actitud está una constante, aunque preñada de contradicciones, voluntad de ir adecuando las luchas populares a la realidad del país, lo que se traduce en una incesante transformación de las mismas, proceso no exento de dolorosos errores y profundos peligros, especialmente cuando el contexto internacional es poco favorable a la construcción de nuevas formas de democracia y a la ampliación de la justicia social y económica a pesar del reconocimiento de que el actual modelo está profundizando la pobreza de nuestro pueblos.
Pero la lectura de este libro debe también conducir a la superación de los enclaves autoritarios que se han interiorizado en todos los sectores de la sociedad salvadoreña, incluidos los que luchan por un cambio favorable a la mayoría del pueblo, sin temor, a partir del reconocimiento de la inagotable creatiidad del pueblo salvadoreño que tan agudamente recogiera Roque en el poema de amor a sus compatriotas.
Y en este momento, cuando las incertidumbres parecen tener un mayor peso que las certezas, donde la interrogante sobre el carácter que las luchas populares deben tener en el período político que se ha abierto con la finalización de la guerra desvela y cionaria del país, la lectura del testimonio de Miguel Mármol constituye un refrescante punto de apoyo para pensar el camino a seguir, especialmente para ir construyendo los referentes históricos indispensables para potenciar las luchas populares, y que han sido sistemáticamente ignorados o deformados por la historiografía oficial. Basta recordar el velo que pretendió cubrir la insurrección popular de 1932 o la deformación de la gesta de Anastasio Aquino.
Farabundo Martí y sus compañeros de lucha de los 20 han adquirido ya su legítima dimensión mientras se va reconstruyendo la historia real del país, y mientras el relato de Miguel Mármol señala la vía para ir haciendo, sin mistificaciones, la historia del FMLN, de la cual este casi inmortal luchador, así como Roque Dalton, forman parte indisoluble.
Forjar una nueva cultura política en El Salvador es, entonces, un elemento que debe caracterizar a las luchas populares a partir de la finalización de la guerra. Ya durante la misma se dieron los primeros pasos, pero son claramente insuficientes. Una lectura atenta, cuidadosa, de este testimonio y de otros que comienzan a publicarse en el país es una valiosa fuente de ideas para esta difícil pero ineludible tarea que debe enfrentarse sin miedo ni recelos.
Pensando en la continuidad de las luchas populares en El Salvador, en su incesante transformación, en el nuevo cáracter que ella debe tener en este inédito momento, quisiera imaginar a Miguel Mármol y a Roque Dalton platicando, en algún lugar de El Salvador, después de la guerra:
__Roque, yo te dije al final de la entrevista en Praga, que el cansancio que a veces sentía no me hacía perder la vista mis responsabilidades revolucionarias ni cejar en la lucha por la revolución socialista en El Salvador, que quería verla funcionando aunque fuera una semana, y luego, un domingo por la noche, digamos, ya me podría morir contento, ? crees que lo lograré?
__Miguel, creo que ya lo has logrado, la nueva sociedad salvadoreña ya ha comenzado a construir con el sacrificio de muchos, de gentes que como tú han hecho posible el inicio de este proceso. Están ocurriendo cosas que jamás imaginastes vivir. Llámalo socialista o como quieras, no es eso lo que interesa. Lo importante es el sentido de lo que hoy se está construyendo y la tarea es evitar que los resultados de la larga lucha de Farabundo, tú y muchos otros compañeros iniciaron hace tantos años, sea desvirtuada.
Mario Lungo.
"MIGUEL MÁRMOL: LOS SUCESOS DE 1932 EN EL SALVADOR"
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