Camilo Valqui Cachi
Cutberto Pastor Bazán
(Coordinadores)
SERIE “CARLOS MARX”
UNIVERSIDAD AUTONOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE GUERRERO
MARTÍNEZ COMPAÑÓN EDITORES
MEXICO 2010
PROLOGO
Tal vez, no
sea el más indicado para prologar este importantísimo libro, porque cada autor
tiene suficientes argumentos para fundamentar sus ideas, unos, con el marxismo,
y otros, con el marxismo-leninismo.
El sugerente
título: “Actualidad de Marx, ante los desafíos y la crisis global del
capitalismo del Siglo XXI”, es categórico, enfático, tiene el propósito de
demostrar que el marxismo nunca ha muerto, se encuentra lozano y perdurará en
el tiempo, hasta conseguir mundialmente el triunfo del socialismo científico,
para felicidad de toda la humanidad y la preservación del planeta.
Sus
Coordinadores, Camilo Valqui y Cutberto Pastor, han preparado la edición de
temas tan variados logrando un cuerpo orgánico y didáctico, haciendo que lo
complejo se vuelva simple, para facilitar su lectura y comprensión.
Veinte
trabajos han sido sintetizados en cuatro grandes temas: Marx y el Imperialismo del Siglo XXI; Marx y
la revolución socialista en el siglo XXI; Marx, México y América Latina,
Lecturas críticas y; Marx y los problemas actuales del marxismo.
La
diversidad de hechos que se analizan con la doctrina marxista, plenamente
vigente en el Siglo XXI, somete a severas críticas los complejos problemas de
la globalización neoliberal; medio ambiente y globalización; el imperialismo
del Siglo XXI; imperialismo y narcotráfico; actualidad de las revoluciones en
la mundialización; el estudio del Poder y las revoluciones; la dirección
política revolucionaria; Marx ante la historia; Mariátegui y su contribución al
marxismo latinoamericano; vigencia del Manifiesto Comunista; perspectivas de
nuevos socialismos en América Latina; una nueva historia marxista
latinoamericana; socialismo, crisis y suicidio; la contradicción del interés
colectivo e individual; el marxismo y el ciborg-poshumano; Hegel y Marx; el
desorden de la modernidad en el contexto de la obra de Marx; la filosofía de la
violencia en Hegel y Marx; el sujeto de la historia y; marxismo y humanismo.
No hay
necesidad de ser un entendido en el manejo de las categorías de la lógica
dialéctica, que es parte de la teoría científica del conocimiento usada por el
marxismo, para comprender cada uno de estos importantes temas, que están
trabajados en su mayoría partiendo del análisis de las causas, para luego
entender los efectos; siempre está presente el análisis y la síntesis, lo
particular y lo universal, el contenido y la forma, el análisis concreto de los
problemas concretos, de modo que toda crítica siempre encuentra alternativa, no
hay ese lloriqueo de criticar por criticar, que al fin de cuentas no sirve para
nada, más que para la burla.
Se
sobreentiende que las diversas alternativas planteadas, coincidentes en la
mayoría de los autores, no nacen de sus conciencias elucubradoras para hacer
maniqueísmo, sofismas, o caer en el dogmatismo; son abstracciones teóricas que
surgen de la realidad objetiva para volver a la práctica y transformar este
mismísimo mundo real, usando la doctrina del marxismo, o del marxismo-leninismo
para ser más integral.
Nadie espere
encontrar unanimidad en sus diversos planteamientos, pero tampoco
contradicciones antagónicas. Buscan, con la cabeza fría y el corazón ardiente,
soluciones integrales, reales, objetivas, a los acuciantes problemas del Siglo
XXI, trasluce que usan el método dialéctico para resolver las contradicciones
en el seno del pueblo, porque trabajan partiendo de la unidad, la autocrítica,
y la crítica para alcanzar una mejor y superior unidad teórica para que
ésta ilumine la práctica creadora, y no dogmática ni petrificada que con
frecuencia destruye la ciencia del marxismo.
Una cosa es
clarísima en el libro, todos parten por el reconocimiento de la vigencia del
marxismo, hay unidad, y muchos no siempre están de acuerdo en sus resultados
del pasado y presente, hay diversidad. Está a la orden del día trabajar con la
diversidad buscando la unidad. Todos demuestran que el marxismo integral tiene
plena vigencia, es la mejor guía en la práctica heroica y creadora, por esto
exigen ante la historia que sus continuadores sean fieles a los principios y no
cometan los mismos errores que ahora con puntualidad se critica. La doctrina
marxista, no sólo sirve como una grandiosa arma contra el capitalismo
imperialista desarrollado en su fase global, sino que se afirma con plena
convicción que el marxismo-leninismo y sus fieles seguidores con la
participación lúcida y organizada de los pueblos del mundo, en medio de grandes
luchas de clases y tempestades jamás nunca antes vistas, serán los sepultureros
de este monstruo, sólo así se podrá preservar el mundo y conducirlo hacia
su futuro inexorable que será el socialista científico. No existe otra
alternativa, y ésta afirmación no obedece a ninguna evaluación subjetiva o
espiritual, propia de un fideista o de un fanático y dogmático.
Nadie
“endiosa” a Marx y sus brillantes continuadores, el marxismo-leninismo se crea
y recrea por cuenta de los pueblos que despiertan del oscurantismo, que se
libran del idealismo y la metafísica, se desalienan en el único camino de la
confrontación diaria que libra el pueblo contra sus opresores, a lo largo de la
compleja e intensa lucha de clases que vivimos en este Siglo XXI.
Al analizar
los diversos planteamientos, se concluye que la crisis que vive el imperialismo
globalizado es irreversible, porque ha alcanzado el límite de su fase de
desarrollo capitalista financiero industrial, en su última etapa monopólica, y
se ha expandido por el planeta a través de sus transnacionales. Su
desmantelamiento y su inevitable destrucción diariamente la promueven sus
propias contradicciones cuyo origen radica en la voraz acumulación de riqueza y
el sistemático incremento global de extrema pobreza y desheredados de la
tierra. No hay retorno, el imperio está agotado y se vuelve, día a día, más
destructor de la humanidad y del planeta. En otras palabras, están vigentes las
condiciones materiales y objetivas para la acumulación y organización
estratégica de fuerzas del campo popular. Hay que trabajar, incansablemente,
para crear las condiciones subjetivas (partido de clase de nuevo tipo,
sindicatos clasistas y frente único antiimperialista), intensificando la lucha
ideológica-política y esclareciendo todas las mentiras de los postmodernos que
sirven de base para intentar desnaturalizar el marxismo-leninismo. Tras la
pírrica borrachera, confusión y aparente desorden creada por los “doctores” de
la burguesía y la pequeña burguesía reaccionaria, nuevamente impera la verdad y
cada amanecer es lúcido. Vivimos el tiempo de los hornos donde se acera y
tiempla el carácter.
Al prologar
el libro se intenta lograr una síntesis de todas las ideas de estos pensadores,
porque es la preocupación de todos explicarnos racionalmente y con las armas de
la doctrina marxista ¿qué es ahora el marxismo? y ¿qué es el
marxismo-leninismo?
Del análisis
de todas las ideas planteadas, surgen otras nuevas ideas, como es natural en la
dialéctica, que en el curso de la historia deben ser resueltas integralmente,
porque sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria creadora, al
fin de cuentas la teoría ilumina el camino y el que deben seguir sus
continuadores debe ser científico, universal.
Si ha
“muerto” el marxismo, como dicen interesadamente sus jurados enemigos y,
por el contrario, se evidencia que la doctrina del proletariado siempre está
lozana, ésta requiere entenderla desde sus raíces durante todo su proceso mundial.
Por ello, los análisis y alternativas que se plantean en el libro no se
paralizan, abren nuevas interrogantes que deben seguir siendo esclarecidas con
la guía del marxismo-leninismo y al calor de la lucha de clases. Sólo así se
revitalizará la teoría en su aplicación universal y nacional, precisando la
contradicción antagónica principal del mundo, y determinando el carácter de
cada sociedad que se pretende cambiar, sin calcos ni copias, ni dogmática ni
mecánicamente, sino dialécticamente. Algunas de estas interrogantes que surgen
del libro, las planteamos:
¿Cuáles son
las experiencias que el proletariado mundial recoge del “triunfo” del
revisionismo contemporáneo que desmanteló el “socialismo” en la ex URSS y cómo
es la situación actual de los países que formaron parte de su hegemonía y que
ahora implementan, o no, las políticas neoliberales del imperialismo?
¿Cómo es
actualmente la sociedad neoliberal rusa, en qué medida sigue vigente la
necesidad de la reconstrucción del partido del proletario y sus aliados y la
necesidad de restaurar el socialismo científico con la guía del
marxismo-leninismo? ¿Qué lecciones para la lucha debe aprender y tomar
conciencia el proletariado internacional?
¿Cuál es la
situación actual de estos Partidos Comunistas a nivel mundial que se sometieron
a la hegemonía del revisionismo ruso y a qué se debe su bancarrota ideológica,
política, orgánica y moral que, sin duda, afecta a la lucha internacional del
proletariado que persiste en mil batallas contra el imperialismo? ¿Han
resucitado las tesis de la II Internacional? ¿Su práctica cotidiana, sobre todo
en países dependientes y neocoloniales, es meramente reformista y de
colaboracionismo de clases?
¿Por qué
estos “partido comunistas” no pueden hacerse ninguna autocrítica pública? ¿Por
qué sus “intelectuales” repetidores de dogmas petrificados no han
necesitado del halago del imperio y sus testaferros nacionales, y simplemente
se han convertido voluntariamente al neoliberalismo, debido a su confusión y
eclecticismo?
¿Cómo
quedaron los dirigentes de los partidos comunistas en los países periféricos a
la hegemonía soviética, por qué se desmantelaron, qué deslinde se hace ante la
clase obrera y las masas sobre su conducta de traición al marxismo-leninismo y
el abandono de la lucha revolucionaria?
¿Cuál es la
actitud cotidiana de estos partidos, en lo ideológico, político, social y
cultural en los países donde ejercieron alguna influencia en la conducción del
movimiento obrero y popular y cómo han desbarrado en un socialismo reaccionario
pequeño burgués en sus propios países, que los ha conducido, en unos casos, al
puro reformismo estratégico y, en otros, al infantilismo de izquierda y el
aventurerismo?
¿Por qué sus
“ilustres” cuadros de estos partidos, al ser desmantelados, han pasado a formar
filas de las ONGs del imperio y a convertirse en “teóricos” de la
postmodernidad?
¿En este
Siglo XXI, la contradicción antagónica universal y principal –desde la guerra
fría- es entre el socialismo y el imperialismo, o es entre la
multipolaridad y el imperialismo?
¿La nueva
contradicción principal que mueve al mundo, es o no la lucha entre este
imperialismo y las naciones oprimidas, principalmente de las colonias,
semicolonias y países dependientes, y ahora vivimos la multipolaridad, donde
todos los pueblos explotados se levantan contra este monstruo imperial?
¿Los
marxistas del Siglo XXI, en la teoría y la práctica cotidiana, interpretan en
su unidad a la “santísima trinidad” -globalización (capitalismo imperial),
neoliberalismo (viejo liberalismo), y postmodernidad (idealismo,
metafísica y empirismo extremo)- elaborada por los “doctores” del capital
monopolista, que tiene como objetivo deformar ilusoriamente la doctrina del
proletariado? ¿Estas “nuevas” armas que son viejísimas, acaso no falsifican y
separan metafísicamente las tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo
(filosofía del materialismo dialéctico e histórico, economía política marxista
y el socialismo científico)?
¿Qué
realmente nuevo ha creado este imperialismo en las ciencias sociales? ¿Cómo
entender la reingeniería ideológica, política, económica, social y cultural del
imperio y el rol que cumplen sus intelectuales orgánicos, aliados a viejas oligarquías
que a su vez implementan, al pie de la letra, las políticas de los dueños del
capitalismo global dictadas por el Consenso de Washington a través del control
férreo de la máquina Estatal, en todos los países del mundo?
¿Cómo debe
ser la construcción ideológico-política y orgánica del partido de la clase
obrera y sus aliados en esta época del capitalismo global? ¿Cómo debe
elaborarse su programa, la estrategia y tácticas que responda, al mismo tiempo,
a la lucha internacional y sus peculiaridades en cada realidad nacional?
¿Existe o
no, la necesidad histórica de forjar el partido de nuevo tipo del proletariado?
y desenmascarar a esos líderes burocratizados, “profesionales del partido”,
cuya única meta a la que aspiran es sobrevivir enclaustrados en un falso
trabajo “clandestino” con el cuento de la “guerra popular”, pero
contradictoriamente luchan por curules parlamentarias otorgadas por el
capitalismo global a través de su democracia representativa. En cualquier caso,
siempre viven aislados de las luchas cotidianas del pueblo.
¿Ha perdido
o sigue en vigencia la unidad partido-sindicato-frente único, mediante el cual
a la clase obrera y sus aliados les permite acumular fuerzas para conquistar la
revolución antiimperialista y conducirla, en medio de grandes tormentas, a la
construcción del socialismo del Siglo XXI?
¿Si tiene
plena vigencia la doctrina marxista, debe ser solamente marxista o vivimos
nuevos tiempos –globalización- en donde se hace necesario trabajar, sin ninguna
duda, con el marxismo-leninismo, debido a la grandiosidad de sus pasadas
victorias y por sus experiencias que siguen alumbrando a todas las luchas del
proletariado mundial y sus aliados?. Claro está, sin calcos ni copias.
En el actual
proceso histórico mundial, no haremos más que volver a las raíces que, por
abandonarlas, los desviados se están perdiendo en la historia, y otros, los
oportunistas y desclasados, irremediablemente han caído en la traición
consciente a la causa de la revolución.
La gran
burguesía imperial ha relustrado ante el mundo sus viejas herramientas teóricas
y las presenta como nuevas, pero no es otra cosa que el liberalismo del siglo
XVIII ahora convertido en neoliberalismo, para explicar falsamente las
“bondades” de la expansión del capitalista global; haciendo uso de la semántica
ahora se llama globalización y no es otra cosa que el viejo imperialismo
disfrazado de cordero para seguir oprimiendo a todos los pueblos del mundo y;
en la postmodernidad que es la restauración del viejo idealismo y la metafísica,
terminando en el empirismo extremo, con el fin de oponerse al materialismo
dialéctico e histórico. Este es su juego. En esto ha consistido la reingeniería
de la cual alardeaban, hasta que en los hechos, día a día fracasan, esta vez,
sin retorno.
Objetivamente
en el mundo hay un gran orden, el aparente desorden sólo funciona en la cabeza
de algunos atolondrados, y deben entender que la obra de reingeniería para el
Tercer Milenio del que se ufana el capitalismo monopolista, no es otra cosa que
el gran trabajo realizado por sus intelectuales desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial, y tiene el objetivo de desnaturalizar y desfigurar
completamente las tres fuentes integrantes de la doctrina marxista. Acá está la
raíz de su planificado embrollo.
Desfiguran
la filosofía del materialismo, pretenden “eliminar” la dialéctica materialista,
que según Lenin “es la doctrina del desarrollo en su forma más completa, más
profunda y más exenta de unilateralidad, la doctrina de la relatividad del
conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en constante
desarrollo. Niegan el materialismo histórico para la interpretación de la
sociedad humana porque es una conquista formidable del pensamiento
científico. Niegan el conocimiento social del hombre (es decir, las
diversas opiniones y doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.) que
refleja el régimen económico de la sociedad. Califican de dogmatismo a la
filosofía marxista que es el materialismo filosófico acabado, que ha dado una
formidable arma de conocimiento a la humanidad, y sobre todo, a la clase
obrera, porque demuestra que no hay nada definitivo, absoluto, consagrado; todo
tiene de perecedero, y no hay más que el proceso ininterrumpido del devenir y
del perecer, un ascenso sin fin de lo inferior a lo superior, cuyo mero reflejo
es el cerebro pensante y se encuentra en la filosofía del materialismo
dialéctico”.
El imperio
en todos los idiomas niegan a Marx porque él demuestra que el régimen económico
es la base sobre la que se alza la superestructura política, y el Capital de
Marx precisamente está consagrado al estudio del régimen económico de la
sociedad moderna, es decir de la sociedad capitalista. Niegan la teoría de la
plusvalía porque es la piedra angular de la doctrina económica de Marx y la que
pone al desnudo la entraña inhumana y explotadora del imperialismo. Niega que
la base de todo el desarrollo y su fuerza motriz es la lucha de clases y es la
clase obrera y sus aliados la fuerza social capaz de emprender la
creación de una nueva sociedad a través de una revolución y no simplemente de
reformas que forman parte de las tácticas que siempre ha usado.
Por estas
razones fundamentales el imperialismo lucha frontalmente por acabar con
la doctrina marxista, porque al decir de Lenin “es una doctrina maravillosa y
consecuente, expresa la unidad sistemática, que en conjunto representa el
materialismo moderno y el socialismo científico moderno como teoría y programa
del movimiento obrero de todos los países civilizados del mundo”.
El
marxismo-leninismo es ciencia que se enriquece con las diversas y
multifacéticas luchas que la humanidad libra contra su enemigo común que es el
capitalismo ahora en su fase imperial. El capitalismo diario se desnuda como
destructor del planeta, revela su esencia salvaje, es depredador de la
naturaleza y del hombre.
Desde el
“triunfo” sin precedentes del revisionismo contemporáneo que restaura el
neoliberalismo en la ex URSS y otros países europeos, se han escrito
innumerables libros donde se plantean si tiene o no vigencia la doctrina
marxista en esta etapa del imperialismo globalizado. La sola pregunta evidencia
su vigencia, funciona a plenitud la dialéctica materialista, un fenómeno
encierra su propia contradicción, un bien se puede convertir en mal y
viceversa, el revolucionario se puede convertir en contrarrevolucionario y
viceversa, así el socialismo se puede volver a degenerar en capitalismo,
todo depende de qué clase conduce dicho proceso histórico y cualquier proceso
de la vida.
Tras el
asombro y la incredulidad de este fenómeno trágico que hasta ahora vive la
humanidad, se preguntan ¿realmente la lucha de clases es o no el motor de la
historia? Nuevamente Marx tiene la razón, esta lucha de clases es compleja como
un escenario de guerra, en uno y otro bando defienden intereses concretos de
clase, su origen radica en la necesidad de perecer o vivir, en el atraso o el
futuro de la humanidad.
No faltan
ingenuos o agentes del imperio infiltrados en sectas religiosas que
simplistamente piden al marxismo, por ser una doctrina que se opone al
capitalismo, que ahora brinde alternativas, que los trabajadores del mundo
vuelvan a luchar para oponerse al imperialismo, pero demandan que el marxismo
sea “más humano”, “más comprensivo”, “más bondadoso y tolerante”. En el fondo,
están pidiendo al capitalismo imperial que se humanice y que deje de hacer lo
que históricamente sabe hacer: Desatar guerras de rapiña injustas para
garantizar su dominación; explotar y saquear sin misericordia hasta destruir la
humanidad y el planeta, como diariamente viene haciendo con la
globalización defendida por la postmodernidad.
El marxismo
no es un catecismo que se usa para practicar el fideísmo, es un arma científica
que en manos de los trabajadores del mundo tienen que usarlo creadoramente,
para cada proceso histórico concreto y en el contexto de un profundo análisis
de la sociedad que pretenden transformar, hasta destruir al monstruo imperial.
Hay
marxólogos charlatanes que han convertido sus ideas como lo hace el cura de
parroquia, en dogmas, en credo religioso y no entienden ni un ápice de que el
marxismo solo se puede demostrar en la práctica, precisamente como creación
heroica. Su vigencia o caducidad no se resuelve con la especulación sino con su
demostración, en la realidad de la vida, por esto es todopoderoso.
Marx al
construir con bases científicas la filosofía del Materialismo Dialéctico, le
permitió comprender toda la estructura y las formas de la conciencia social, en
cualquier sistema político social que se aplique, estudiando integralmente los
problemas del pensamiento humano, el desarrollo económico, político, social y
las psicologías concretas de cada persona, así como el desarrollo de la
naturaleza. Es integral, por esto se entiende su poderío, la terrenalidad de su
pensamiento científico.
En el siglo
XXI, carece de sentido común querer interpretar el capitalismo en su fase
monopolista o global, solamente con Marx sin ligar estrechamente su obra con
todos los extraordinarios aportes de Lenin. Salvo que alguien sostenga que el
marxismo se quedó por algún tiempo paralizado. Cuando se preguntan ¿será
posible separar el marxismo-leninismo? La historia de la lucha de clases les da
respuesta, el leninismo es el marxismo de esta época y de las
revoluciones proletarias.
“Si Lenin
interpretó magistralmente el marxismo y lo desarrolló en nuevas condiciones,
dándole también una estructura al partido de nuevo tipo, aunado a la
experiencia de la victoria revolucionaria, no podemos más que hablar de la
unificación del leninismo con el marxismo, y por lo tanto analizar
consecuentemente esta experiencia. Como parte del conglomerado de ideas que hoy
cubren la esencia del marxismo, ya que no es posible separar el leninismo del
marxismo”, explica con claridad Cutberto Pastor.
Lenin,
basado en la obra científica de El Capital, desarrolló consecuentemente la
teoría económico-política de Marx, desnudando la esencia de este capitalismo en
su fase industrial financiero hasta su culminación en la etapa monopolista, en
sus trabajos económico-políticos de “El Imperialismo, fase superior del
capitalismo” y en sus “Cuadernos sobre el Imperialismo”. Este es el marxismo
vivo y creador para la etapa de la hoy llamada globalización. Expone con
claridad que el imperialismo es el preludio de la revolución socialista, que el
socialchovinismo (socialismo de palabra, chovinismo de hecho) es una traición
completa al socialismo, el paso completo al lado de la burguesía. Desnuda la
esencia económica del imperialismo, sin cuyo estudio es imposible comprender
nada de la apreciación de la guerra y de las políticas actuales de la
globalización imperial.
Analizando
el contexto histórico en que ahora existe este capitalismo explica que “lo que
caracterizaba al viejo capitalismo, en el cual dominaba plenamente la libre
concurrencia, era la exportación de mercancías. Lo que caracteriza al
capitalismo moderno, es el que impera el monopolio, es la exportación de
capital. Los países exportadores de capital se han repartido el mundo entre si,
en el sentido figurado de la palabra, pero el capital financiero ha llevado al
reparto directo del mundo”.
Lenin, con
datos irrefutables de la estadística burguesa, explica un cuadro de conjunto de
la economía mundial capitalista en sus relaciones internacionales, todavía a
comienzos del Siglo XX. La radiografía de este capitalismo moderno,
imperialista, demuestra la absoluta inevitabilidad de las guerras imperialistas
sobre esta base económica de extrema explotación y acumulación de capitales
nunca antes vista en la humanidad, las guerras son inevitables en tanto
subsista la propiedad privada sobre los medios de producción. Este nuevo
capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y
de estrangulamiento financiero de la inmensa mayoría de la población del
planeta por un puñado de países “avanzados”. Este “botín” se reparte entre dos
o más potencias capaces de poderío mundial, armados hasta los dientes (Estados
Unidos, Inglaterra, Japón) que, por el reparto de su botín, arrastran a su
guerra a todo el mundo” (Todavía no se había producido la II Guerra Mundial).
Sobre la ruina mundial creada por la guerra, se agranda así la crisis
revolucionaria mundial, que, por largas y duras que sean las peripecias que
atraviese, no podrá terminar sino con la revolución proletaria y su victoria.
Se pregunta
Lenin ¿Dónde está la base económica de este fenómeno histórico mundial? Se
encuentra, precisamente, en el parasitismo y en la descomposición del
capitalismo, inherentes a su fase histórica superior, es decir, al
imperialismo. El imperialismo es el preludio de la revolución social del
proletariado, Esto ha sido confirmado, en una escala mundial, desde 1917,
afirma Lenin en el Prólogo del libro “El imperialismo fase superior del
capitalismo”.
Recientemente,
Jean Salem en el libro “Lenin y la Revolución” expone las seis tesis de Lenin
como resultado de un examen sistemático. Estas son: 1. “La revolución es una
guerra, y la política es, de manera general, comparable con el arte militar; 2.
Una revolución política es también y sobre todo una revolución “social”, un
cambio en la situación de las clases en las que se divide la sociedad; 3. Una
revolución está hecha de una serie de batallas, corresponde al partido de
vanguardia facilitar en cada etapa una consigna adaptada a la situación
objetiva, a él incumbe reconocer el momento “oportuno” de la insurrección; 4.
Los grandes problemas de la vida de los pueblos se resuelven solamente por la
fuerza; 5. Los socialistas no deben renunciar a la lucha a favor de las
reformas; 6. En la era de las masas, la política comienza allí donde se
encuentran millones de hombres, incluso decenas de millones, en donde se
constata el desplazamiento tendencial de los focos de la revolución hacia los
países dominados.
Lenin enseña
que “ante el dilema por la lucha por reformas, el verdadero revolucionario no
debe perder “la cabeza y la facultad de reflexionar con un mínimo de sangre
fría y de lucidez”. Esto no hace olvidar que “las reformas son concesiones
consentidas por la clase dominante que sigue manteniéndose en el poder”. A esto
dice, la burguesía y los políticos del imperio hacer cambios para qué nada
cambie.
El marxismo
demostró su grandiosa vigencia en lucha ardua contra las concepciones
anticientíficas y reformistas, contra los oportunistas de todo tipo. Ya
apuntaba Lenin, que con el triunfo teórico del marxismo sus enemigos tienen que
disfrazarse de marxistas, también él lucho tenazmente contra las
tergiversaciones al marxismo, contra el oportunismo, el reformismo y el
revisionismo.
¿Qué
quedó claro tras la derrota del proletariado por el revisionismo ruso?. Lenin
exigía que “la gran obra de unificar y fortalecer el ejército combatiente del
proletariado revolucionario no puede ser realizada sin efectuar antes un
deslinde completo, sin una lucha implacable con los que llevan la influencia
burguesa al seno del proletariado”.
Sigue vigente, en toda su
crudeza, una de las contradicciones del
mundo de hoy: Capital y trabajo; burgueses y proletarios, ricos y pobres.
Los avances
técnicos y científicos influyen en la productividad del trabajo y en la
organización de las empresas capitalistas, pero no modifican la esencia del
sistema capitalista ni la relación entre el capital y el trabajo. Los cambios
integrales que impulsivamente introduce el neoliberalismo con los llamados
ajustes estructurales tampoco cambian esta relación de clases sino más bien,
por el contrario, la exacerban, lo profundizan al mismo tiempo que liquidan
conquistas adquiridas por la clase obrera y por los trabajadores en general a
lo largo del siglo pasado y ahora.
La
desregulación laboral sirve de pretexto para el ajuste neoliberal, al garantizar
una mayor tasa de ganancia para el capital a costa de los trabajadores y sus
derechos adquiridos. Entre sus resultados se pueden anotar la mayor
concentración de la riqueza a expensas de la reducción del salario, la
sobreexplotación y precarización del trabajo, la ampliación compulsiva de la
jornada laboral, la expulsión de los asalariados a la desocupación y el trabajo
por cuenta propia como una manera de sobrevivencia, la instalación masiva
de los servis o tercerización del trabajo en donde no existe ningún tipo de
protección social al trabajador golondrino, no hay estabilidad laboral, todo es
contrato a plazo fijo.
Estos
cambios no son producto del espontaneismo, es obra del capitalismo
global, son directivas del Consenso de Washington, y los que la aplican
directamente son los presidentes de los Estados burgueses y neocoloniales,
ellos promueven el ajuste neoliberal, acompañado de una masiva campaña
ideológica y mediática dirigida a desprestigiar a la dirigencia y
desorientar a los trabajadores, con el objetivo de paralizar su capacidad de
lucha y resistencia, justificar sus inequidades y fragmentar y erosionar las
organizaciones sindicales y políticas, acompañada con el cierre de fábricas, la
supresión de los derechos laborales, las privatizaciones de las empresas
públicas, y también, desde luego, con la introducción de nuevas tecnologías
para elevar la productividad y competitividad de las empresas y elevar
descomunalmente su tasa de ganancia.
Los despidos
masivos, los services (ya no trabajo sino servicios laborales) como forma de
explotación cuasi esclavista, la sobreexplotación del trabajo juvenil, sumada
al crecimiento de la desocupación y subocupación y de la extrema pobreza, es el
resultado y el verdadero cambio producido.
Las viejas oligarquías
y grandes empresarios, también llamada derecha política, identificadas en
cuerpo y alma con el neoliberalismo y las transnacionales, siguen
empeñados en la perpetuación de este modelo que en países dependientes resulta
entreguista y depredador de recursos naturales. Continuismo o muerte es su
consigna.
Ahora los
trabajadores dispersos en pequeñas y medianas empresas, conectadas al sistema,
desde el sótano y sin remedio al mercado capitalista financiero, laboran en
condiciones de semi esclavitud, con total ausencia de derechos sociales,
estabilidad y salarios dignos, sumado a esto la población desempleada y la
subempleada, así tenemos la cruda realidad de un país camino al proceso de
recolonización. Como esta injusta realidad cotidiana subleva a los explotados,
ahora el derecho a la protesta es penalizado y criminalizado.
Los obreros
que no conocen el marxismo están condenados a lo que explica Mariátegui
“un proletariado sin más ideal que la reducción de las horas de trabajo y el
aumento de los centavos del salario, no será nunca capaz de una gran empresa
histórica”. En estos tiempos de la globalización, el economicismo, el
asistencialismo, el individualismo y el paternalismo son las
características más notorias del sindicalismo meramente reformista, dedicado en
cuerpo y alma a esta única forma de lucha, tienen la herencia del revisionismo.
Esto no es producto de la casualidad, es el resultado de un intenso trabajo
ideológico clasista por parte de la burguesía y el imperialismo en el seno del
movimiento obrero.
¿Qué lección
sobre la organización clasista enseña el marxismo-leninismo en la lucha contra
el capitalismo global del Siglo XXI? No debe confundirse el rol del
partido de clase, con el sindicato de clase y el Frente Único. Existe
también el Frente Único, que no es un partido político ni un sindicato, esto
permite avanzar y ganar a todos los trabajadores en donde no hay unidad
ideológica. Evita el anarquismo que sólo le interesa el activismo, al margen de
toda forma de organización y centralización.
“El Frente
Único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo
componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en
una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El
programa del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera
de toda abstracción y de toda utopía. Preconizar el frente único no es, pues,
preconizar el confusionismo ideológico” explicaba Mariátegui, todavía en el año
1929.
Mariátegui
señaló respecto al Frente Único: “Las masas reclaman la unidad. Las masas
quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y
pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista,
cordial, juvenil y fecunda de los que afirman y de los que creen”. Frente a
esto, hay que afirmar el sentido de nación y de patria.
Hay la
necesidad mundial de volver a defender la férrea unidad de los trabajadores del
mundo, en la permanente lucha en todos los aspectos de la vida y el trabajo
creador, basada en la línea de masas en lugar de formas burocráticas y de
dirección. Todo con las masas, nada sin ella, ni por encima de las masas para
no caer en el burocratismo, ni por debajo de ellas para no cumplir el rol del
dirigente.
La doctrina
de Marx tiene plena vigencia mundial en esta hora crucial de destrucción del
trabajo “La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera
misma”. Para llevar a cabo estas tareas de orden táctico y estratégico,
necesitamos forjar líderes sindicales y políticos procedentes de la clase
obrera, del campesinado, del pueblo trabajador, líderes y cuadros con elevada
formación política y sindical, cultural y ética, capaces de cuestionar con
sólidos argumentos el injusto orden económico y social imperante.
El Frente
Único convoca a la unidad a organizaciones sindicales, fuerzas populares,
democráticas, patrióticas, progresistas y revolucionarias, acumula fuerzas con
el movimiento campesino, las organizaciones aborígenes o nativas, los maestros,
estudiantes, jóvenes, mujeres, intelectuales, profesionales, pequeños y
medianos empresarios verdaderamente nacionalistas y antiimperialistas, a
constituir la nueva sociedad y derrotar al neoliberalismo y la postmodernidad,
Se ha
escrito y endiosado tanto a la globalización, por cuenta de sus nuevos
evangelizadores del capital monopolista para la dominación de la humanidad, que
hay la necesidad de desnudar su esencia con el arma del
marxismo-leninismo, hacerlo con claridad con el fin de desmantelar sus
truculencias teóricas. Analizar la globalización metafísicamente, separado de
la postmodernidad, es un grave error, así no se puede entender el real
significado de las “novísimas” armas teóricas del imperio.
La
postmodernidad cumple el premeditado rol de crear una gigantesca confusión
planetaria ahí donde las masas no tienen conciencia de clase y el pueblo no
conoce cómo la estructura económica determina las formas de la conciencia
social, en cada sistema político social.
Los
postmodernos, cual secta religiosa fascista, niegan la verdad objetiva y encima
la desacreditan, su “discurso” (ideología) conduce al empirismo extremo,
pregonan delirantemente el individualismo, el relativismo, el hedonismo. Usan
la filosofía del idealismo objetivo y subjetivo, la metafísica. Tiene el fin de
confundir, niega las causas de cualquier fenómeno y sólo se ocupa de los
efectos como si fueran sus raíces. Sin duda, desnaturaliza toda la
superestructura ideológica, política, social, jurídica, moral, ética, y hasta
religiosa ahí donde de alguna manera ésta cumple un rol progresista.
Con descaro
y extremo cinismo afirman que: “Creer firmemente en algo y dar la cara por
ella, buscando hacerla valer con la fuerza de la razón, es una actitud de fanáticos”.
“Para ser un buen demócrata hay que transigir y ser tolerante, hay que estar
exonerado de valores y creencias”, Rorty. “La verdad es experiencia
estética, y las condiciones para decir la verdad es estar conforme”, Vattimo.
“La verdad objetiva no existe, es fruto de cada espiritualidad”. “Cada uno
formula su verdad basándose en su experiencia primaria”. “La verdad se crea por
conveniencia y de acuerdo a cada uno”, Rorty.
Los
defensores y propagandistas de este engendro –globalización-postmodernidad- son
los “sabios” y “doctores” asalariados de la burguesía internacional, y sus
sirvientes pequeño-burgueses reaccionarios, la mayoría afincados en las
universidades e instituciones culturales, ellos cumplen la consigna del “lavado
de cerebro” que antes, en el colonialismo, corría a cargo de los curas con el
cuento de “extirpación de idolatrías”.
La
globalización es el viejo imperialismo que busca y lucha por el saqueo de
materias primas y mercados que ha traspuesto las fronteras nacionales en países
capitalistas y los países neocoloniales, donde crea las condiciones para el
proceso de recolonización. La globalización es el capitalismo monopólico,
transnacional en su fase imperial. Persigue la dominación homogénea, pero
diversa en su aplicación frente al problema de cada nación. Su objetivo
estratégico es, repito, alcanzar la recolonización de los países dependientes y
atrasados. Conduce a la destrucción anarquizada de la humanidad. La
globalización produce el fascismo y la guerra. Aspira al control imperial y el
ejercicio soñado del Estado Único Universal, no solo para el dominio de los
pueblos en países capitalistas y sus neocolonias, sino del planeta. El mundo
debe privatizarse totalmente como garantía de la hegemonía de este monstruoso
capitalismo imperial.
Los
ideólogos de la globalización saben que cuanto más embellecen al imperio
pierden el tiempo, porque sus resultados en la cruda realidad son
catastróficos. Sólo cosechan la expansión mundial de la miseria, ahora las
protestas también son mundiales, multipolares, el imperio hace tiempo está
desnudado. Sólo hay que seguir descubriendo su esencia y sus diversas caretas
con que se presenta y crear conciencia mundial de este nefasto engendro
ideológico o “discurso” que absurdamente se presenta con la etiqueta de
filosofía.
Para esto
existe el marxismo-leninismo que se encarga de poner en su lugar exacto lo
que ahora se encuentra patas arriba. Su reingeniería de la alienación
imperial, en todas las formas de la conciencia social, se debe desmantelar con
las armas de las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo,
señaladas por Lenin. Se acabaron los discursos y prácticas “izquierdistas” de
la pequeña burguesía conciliadora, reaccionaria y agente del confucionismo que
trabaja para el capitalismo imperial dentro del movimiento popular.
“La
ciencia se envilece y sólo se exportan sus teoremas más allá del campo de
pertinencia, directamente hacia las falacias discursivas, el engaño político y
sobre todo hacia la enajenación del pensamiento filosófico y científico de la
realidad, dando paso a la miseria académica y a la vulgaridad de pensamiento”,
expresa con claridad Camilo Valqui.
Los teóricos
del imperialismo donde ponen el cerebro y las manos, todo lo convierten en
destrucción hasta su inevitable putrefacción. Los pueblos ya no necesitan
morirse para terminar con este suplicio, a diario se mueren, lentamente, por el
hambre, la desocupación, el desempleo, la extrema miseria, el embrutecimiento
con su cultura decadente y el sistemático proceso de represión cuando se unen
para luchar.
Del análisis
sistemático que hacen los autores del libro, surge la pregunta: ¿Qué nuevas
alternativas para la humanidad presenta la globalización imperial en este Siglo
XXI? Ninguna, absolutamente ninguna. Es decadente, a histórica y obsoleta.
No cabe la
menor duda que estos postmodernos son acuciosos lectores panfletarios del
Materialismo Dialéctico y el Materialismo Histórico, pero carecen de posición
de clase proletaria. Estos falsificadores bien rentados, luchan por
desprestigiar vanamente la filosofía marxista pero lo hacen con un carácter de
clase de la burguesía y aquí radica la razón de su catastrófico fracaso. Marx
vive invicto, fresco y atlético porque día a día se hace realidad la necesidad
de que el proletariado internacional se una contra el enemigo común de la
humanidad, el monstruoso imperialismo, ahora desenmascarado como
destructor y depredador.
Hoy vivimos
exactamente un problema teórico-práctico de importancia crucial para la humanidad,
comprender si tiene o no vigencia la revolución socialista, es uno de los
problemas más importantes del socialismo científico, pues ella enseña al
proletariado el camino y las vías para cumplir con su misión histórica como
sepulturero del capitalismo imperial y constructor de la nueva sociedad.
El imperio
lo sabe y se arma hasta los dientes y no vacilará, en su locura demencial, en
intentar usar, incluso, las armas nucleares para mantenerse con vida en el
planeta. Es una posibilidad que nunca debe ser descartada.
El
capitalismo global sabe perfectamente que si las ideas de Marx y Lenin, se
ponen en práctica en su integridad orgánica por el proletariado mundial y sus
aliados, la ruina y el fin del capitalismo serán consumados en la práctica en
un futuro más cercano. Esta razón es más que suficiente para luchar tenaz,
lucida e incansablemente por esclarecer ante el pueblo, su extraordinario valor
científico, hay que batallar contra todos sus deformadores, encabezados por los
ideólogos burgueses del imperio, y discursado falaz e increíblemente por ese
puñado de pequeños burgueses caracterizados, unos, por su línea
reformista, conciliadora y, otros, por su infantilismo y aventurerismo, ambas
traicioneras de toda revolución.
En la
historia actual, los pueblos que carecen de una concepción científica del mundo
son cada vez más embrutecidos a través de los grandes medios masivos de
comunicación que controlan, alienan y deforman su conciencia, argumentan que
llegará el fin del mundo y para alcanzar la “paz” y la “felicidad” hay que
arrepentirse de ser pecadores, hay que seguir a Dios para encontrar la
salvación, la vieja treta del “rearme moral” vuelve a ser recreada, con
estas falacias el imperio sobrevive, esta clase de predicadores son fanáticos
fascistas y anticomunistas, ejercen una verdadera dictadura de la ignorancia,
se apoderan no sólo de la educación, ahora es de la cultura y los auténticos
valores humanos.
Con estas
armas, en extremo sucias, la postmodernidad sistemáticamente atenta
contra la razón. Nadie se escapa, ni el pueblo de los Estados Unidos al decir
de Thomas Jefferson: “El hombre puede gobernarse mediante la razón y la verdad.
Nuestro primer objetivo, por consiguiente, debe ser el de abrirle todos los
caminos hacia la verdad”. Al Gore, ex Vice-Presidente USA, denuncia ante
el mundo que “para muchos estadounidenses, la persistente y prolongada
dependencia de falsedades como base de la política, incluso enfrentada a
sólidas y rotundas pruebas de lo contrario, ha alcanzado niveles
inimaginables”. Andrew Hobbs, filósofo norteamericano también explica que “La
desinformación y la propaganda, existe hoy en día en los Estados Unidos y es
utilizada masivamente por los grandes conglomerados de la prensa comercial
corporativa que dominan y controlan la mayor parte de la información en este
país que, , es considerado aun hoy como un
modelo de libertad de expresión y de democracia”. “Un país no se puede considerar que vive en democracia si una gran
mayoría de su población está sometida a una comunicación manipulada y a una
información fundamentalmente falsa».
Los
explotados por el imperialismo globalizado no son hoy en día solamente el
proletariado industrial, el campesinado y la pequeña burguesía patriota, es la
inmensa humanidad. La confrontación directa de masas, en la ciudad y el campo,
está cambiando su forma de participación, dan el salto cuantitativo al salto
cualitativo, de la simple democracia representativa, ahora luchan por la
democracia participativa. Esto es lo que significa la conducción de las masas
en el fragor de la lucha de clases que nunca ha dejado de tener vigencia, muy
por el contrario, en este tiempo de la globalización imperial, adquiere plena
vigencia.
El estudio
sistemático del pensamiento de los autores del libro, da lugar a recordar una
de las leyes histórico naturales del desarrollo social expuestas por el
leninismo, si bien la estructura económica determina la superestructura o las
formas de la conciencia social, también es cierto que la superestructura tiene
una relativa independencia con respecto a la base económica. ¿Para qué sirve
entender esto?, para intensificar la educación clasista de las grandes masas,
para su formación político ideológica, en confrontación permanente con la
ideología burguesa, imperial y globalizada. Toda dominación en el planeta,
tiene su primera etapa con las armas, y luego viene el proceso de
evangelización o imposición de la ideología dominante. La lucha en la
superestructura que abarca todas las formas de la conciencia social ahora tiene
un carácter estratégico, hay que esclarecer, concientizar con todos los medios
a nuestro alcance, organizar desde el seno del pueblo contra el enemigo
principal de la humanidad: El imperialismo.
Son estas
razones, que me permite afirmar que los autores del libro son obreros del
trabajo intelectual, aliados de la clase obrera que cumplen esta histórica
tarea de esclarecimiento, de poner en su lugar, sin frenos de ninguna clase, la
defensa del marxismo y su cabal interpretación.
En el
presente que es el futuro concreto, cualquier luchador social, honesto y serio
jamás podrá tener éxito, ni las masas a quienes conducen sino se pertrecha, en
la teoría y la práctica, con la doctrina marxista-leninista, no podrá usarla
jamás como un dogma, será una guía para la acción creadora, para entender,
analizar y solucionar el problema concreto con la acción concreta.
Sólo
cabe recordar que José Carlos Mariátegui, todavía en el año de 1928, explicaba
que “el capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo
de los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el
acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis
del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios”.
Con un
análisis lúcido y demostrando la plena vigencia del marxismo-leninismo, define
el rumbo que debe seguir la lucha antiimperialista en América Latina: “No queremos,
ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación
heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio
lenguaje, al socialismo Indoamericano”, Mariátegui, Setiembre de 1928.
En este
siglo XXI, con la guía de la doctrina marxista-leninista, si no se somete a una
profunda crítica acerca del rol que siguen cumpliendo los llamados
partidos comunistas latinoamericanos y del mundo, que han desbarrado en el
revisionismo y el infantilismo de izquierda, en el reformismo y el
aventurerismo, es imposible caminar hacia nuevas victorias que conduzcan, en
cada país, a la liberación nacional, y sólo así continuar el camino de la
construcción de la sociedad socialista.
De aquí
la necesidad de un partido de nuevo tipo, de un partido combativo, de un
partido revolucionario, lo bastante intrépido para conducir al proletariado a
la lucha por el Poder, lo bastante experto para orientarse en las condiciones
complejas de la situación revolucionaria y lo bastante flexible para sortear
todos y cada uno de los escollos que se interponen en su camino. Sin un partido
así, no se puede ni pensar en la histórica derrota del capitalismo monopolista
en su última fase imperial. La doctrina de este partido de nuevo tipo, con cualquier
nombre que se le ponga, será el marxismo-leninismo.
La forma de
construirlo, desde que se concibe este nuevo escenario mundial de la lucha de
clases no ha variado, ni variará y consiste en vivir junto al pueblo para
construir y desarrollar este Partido de nuevo tipo, en unidad con el
sindicalismo clasista y el frente único antiimperialista. Si alguien quiere
inventar algo nuevo y diferente a esta síntesis universal, no ha entendido a
Marx y mucho menos a Lenin. Estas son sus raíces.
Octubre del
2010
Dr. Manuel Góngora Prado
Profesor
Principal de la Universidad
Nacional
Mayor de San Marcos - Perú
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