Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)
Su
gobierno sigue metido hasta el cuello en Afganistán e Irak, con el
mismo jefe del Pentágono que tuvo Bush, el belicista Robert Gates, quien
sustituyó a Donald Rumsfeld. Intensificó el bombardeo mortífero a
control remoto, “secreto” y diario, contra la población rural civil de
Pakistán por estimarla “terrorista”. No se ha visto ningún cambio real
en política exterior. Obama impulsa nuevas guerras que sus verdaderos
jefes del complejo industrial-militar tienen en barbecho, como la
ansiada agresión a Corea del Norte. Tampoco renuncia a su “oscuro objeto
del deseo” del petróleo de Irán y la destrucción de su liderazgo en el
mundo islámico chiíta. Ahora está ansioso por lanzar la invasión a
Libia, con o sin OTAN. Lo secundan el gobierno conservador del Reino
Unido e incluso Rodríguez Zapatero, de la empobrecida España, que busca
el aval político de la Liga Árabe o la Unión Africana. Aquello que
llaman “la comunidad internacional” preparó el terreno, aunque dicen que
Rusia y China vetarán la invasión en el Consejo de Seguridad ONU.
Alemania manifiesta reservas, pero de los dientes hacia afuera, después
de alargar su presencia en Afganistán luego que un soldado afgano le dio
muerte a tres alemanes que se supone lo estaban adiestrando.
El
viaje de Obama fue pergeñado ante la notoria pérdida de influencia del
imperio en la opinión pública más politizada para urdir intrigas contra
numerosos gobiernos desafectos a Estados Unidos de América Latina. En
esta gira de viajante con maleta nueva, Obama viene a vender la
propaganda del viejo elixir milagroso de la “democracia made in usa”.
Para dorar mejor la píldora mediática viene con su esposa embarazada,
Michelle, y las hijas Malia y Sasha, más un séquito estimado en 700
adláteres, entre agentes secretos, militares, asesores, empresarios y
toda suerte de truhanes, cuya pernocta regocija a los hoteles de 5
estrellas en Brasil, Chile y El Salvador. Argentina no figura en el
itinerario.
Obama quiere exhibirse como un buen
padre de familia, cariñoso con los niños. El 1 de marzo las tropas OTAN
en Afganistán, que dirige el general de ejército de Estados Unidos
David Petraeus, dieron muerte a nueve niños que recogían leña para sus
hogares campesinos en las zonas tribales, sólo porque tenían aspecto de
"talibanes". Los aviones "drones" sin piloto matan niños y adultos
civiles todos los días en la guerra secreta de Pakistán, tele-comandados
por ciber asesinos que trabajan en sus oficinas a miles de kms. Pero
esas frecuentes muertes de menores son simple "daño colateral". Cuando
los aviones de Estados Unidos y la OTAN lanzan bombas a la población
civil de cualquier país no incurren en "terrorismo", sino en “actos de
guerra”. Sólo son "terroristas" quienes ponen bombas a pie porque no
tienen aviones, sean o no afganos.
“We can change”
Obama
obedece al poder militar-industrial, que es el verdadero gobierno en la
sombra de Estados Unidos. En lo personal, pudo tener otras intenciones,
pero a estas alturas lo cierto es que “no pincha ni corta” en el poder
real. Ganó la elección 2008 con el slogan Podemos el cambio (We can
change), pero hoy es un títere del poder en la sombra. Su secretaria de
Estado no maneja las relaciones internacionales, sólo maquilla la
política exterior del Pentágono, cuyo fin es la guerra permanente. Obama
y sus representados se proponen combatir los cambios reales en América
Latina, sobre todo el avance y creciente influencia de gobiernos que
satisfacen a sus pueblos alejados de los intereses del imperio. Estas
políticas de la nueva era se irradian, principalmente, y en orden
alfabético, desde Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela,
sin excluir otras administraciones de diferente signo progresista, como
en Brasil, El Salvador y las islas del Caribe afiliadas al Alba, Antigua
y Barbuda, Dominica, San Vicente y Las Granadinas.
Entretanto,
en el mundo crece la aversión al doble rasero de Obama/Estados Unidos.
Lo demuestran abrumadoramente las masivas rebeliones populares árabes
contra las autocracias de distinto pelaje sustentadas durante décadas
por Estados Unidos y Europa, a la vez que realizaban jugosos negocios de
petróleo y venta de armas. Algunos lo manifiestan aisladamente y cuando
pueden. La fiscalía de Alemania no se explica por qué un kosovar
solitario, de 21 años -Arid Uka-, no afiliado a ninguna organización
“terrorista”, dio muerte espontáneamente a dos soldados estadounidenses
en el vigilado aeropuerto de Frankfurt. Estados Unidos tiene bases
cercanas, usadas en apoyo logístico a las tropas en Afganistán e Irak
Encuentro de embaucadores
Obama
parece un maestro del embuste. Embaucó a sus electores con el slogan
del “cambio”. Piñera también. El astuto estadounidense no cumplió las
promesas a sus votantes. El chileno tampoco. Por ejemplo, Obama anunció
el cierre de Guantánamo, pero el presidio aún existe, la tortura no para
y después de dos años, acaba de decretar la reapertura de los procesos
seudo legales de “comisiones militares”, que –a diferencia de la
justicia civil- pueden mantener presos de por vida sin cargos ni
juicios. Piñera prometió a las mujeres extender el prenatal de 3 a 6
meses, pero al año anunció un aumento trucho. Hay otros ejemplos, pero
lo esencial es que ambos presidentes propician el viejo truco del
“cambio para que todo siga igual”. Obama es la nueva cara
afro-estadounidense del viejo imperio bipartidista y neocolonial,
mientras Piñera es el rostro “moderno” de la vieja derecha chilena
bicentenaria.
¿Qué cambios pretende impulsar
Obama en América Latina? No viene a pedir disculpas por la intervención
perpetua de Estados Unidos, ni por su apoyo histórico a dictaduras como
la que acaba de instalar en Honduras, o aquellas antiguas, como la
dinastía Somoza en Nicaragua (…”es un hijo de puta, pero es nuestro hijo
de puta”, dijo sobre Anastasio, el fundador, la administración
Roosevelt en los ‘30), y las dictaduras militares recientes, Pinochet en
Chile, Videla en Argentina, Banzer en Bolivia y tantos otros que fueron
tan útiles como las autocracias de sus protegidos en el mundo árabe.
Obama
es joven, pero el imperio sabe más por viejo y de vez en cuando
promueve “cambios para que todo sigua igual”, como en el mundo árabe,
donde los autócratas caen pero siguen gobernando sus cúpulas y sus
ministros, sin que haya todavía ninguna transformación que signifique
trabajo para los jóvenes, disminución el hambre o menos desigualdad
atroz entre pobres y ricos. J.F. Kennedy lanzó hace 50 años la “Alianza
para el Progreso” y los misioneros políticos llamados Cuerpos de Paz,
con la pretensión de arrebatarle las banderas de reforma agraria y
equidad social a la Revolución Cubana y, a la vez, contrarrestar con
maquillaje la efervescencia popular de una década en que la juventud de
todo el planeta clamaba por cambios, como ocurre hoy en el mundo árabe.
Construyendo un “liderazgo”
Tras
salir desacreditado de la escena Álvaro Uribe de Colombia, vinculado al
narcotráfico y a innumerables crímenes contra su pueblo, el imperio
necesita una figura más atractiva para América Latina que el mexicano
Felipe Calderón. Aunque con México han surgido interesantes conflictos
por el incumplimiento de Estados Unidos del tratado de libre comercio,
como la prohibición del ingreso de camiones con productos mexicanos a
territorio gringo, y a pesar de su sometimiento a la política de guerra
anti-droga que le impuso Estados Unidos, Calderón se ha visto forzado a
reclamar contra el embudo. Obama quisiera invadir a México por “la
buena” y presiona para que renuncie a su soberanía autorizando a los
agentes de Estados Unidos portar armas en su territorio. Estados Unidos
es la fuente de todos los males de México: amarró al vecino a su propia
crisis mediante el TLC, es el principal consumidor mundial de droga, no
castiga el consumo ni persigue el tráfico en grande en su territorio y
es el exportador número uno de las armas que usan las narco-bandas,
además de lucrar con el lavado de dinero que ayuda a sostener su
alicaída estructura financiera.
Estados Unidos
carece de “cuadros” en América Latina para contrarrestar los liderazgos
de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa. Alan García no prosperó y,
además, se está yendo con muy baja aceptación ciudadana. Piñera es el
único prospecto regional para intentar alzar un liderazgo
pro-estadounidense bajo la bandera de “los ideales de libertad y
democracia” del neoliberalismo egoísta y depredador del imperio del gran
capital que lidera Obama.
Piñera estableció
relaciones con Palestina, en un innegable gesto positivo, y realizó en
estos días una gira muy exaltada por el aparato mediático interno,
aunque de poca trascendencia fuera del ámbito local. Construyéndose una
impronta internacional estuvo en Jerusalén para abogar por la paz ante
Benjamín Netanyau, cuyo gobierno sigue agrediendo y quitándole tierras a
los palestinos, mientras enfrenta una inédita crisis militar interna y
no oculta el pánico ante los cambios en el mundo árabe, en particular
por la caída del egipcio Hosni Mubarack, principal socio árabe del
sionismo en 4 décadas.
También se reunió con
el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, en la
Muqata. Piñera dijo que “Chile siempre ha respaldado la nobleza de la
causa que Palestina tenga un estado libre” y manifestó apoyar las
“negociaciones que pueden llevar a un acuerdo de paz, a través del marco
establecido por las resoluciones de las Naciones Unidas”. Éstas son 47
resoluciones del Consejo de Seguridad aprobadas entre 1967 y 2009, otras
104 de la Asamblea General, más un Informe del Secretario General de
2003 “Sobre el arreglo pacífico de la cuestión de Palestina” y otras
decisiones relevantes como la "Opinión Consultiva de la Corte
Internacional de Justicia sobre las consecuencias jurídicas de la
construcción de un muro en el territorio palestino ocupado”, evacuada en
2004. Israel no ha cumplido ninguna (ver
http://www.cinu.org.mx/temas/palestina/Documentos.htm).
Piñera
se entrevistó también con Silvio Berlusconi, Shimon Peres, el Rey
Abdullah II de Jordania, los reyes de España, el Papa, J.L. Rodríguez
Zapatero y otros jefes de estado relevantes, para proyectarse como
“figura mundial”. En todas partes hizo discursos. Dio por desahuciada la
gestión de paz en Libia promovida por Chávez y el Alba y recomendó que
Gadafi de un paso al costado. "Creo que los mediadores en los conflictos
internacionales tienen que ser elegidos por ambas partes. No creo que
la mediación de Hugo Chávez en Libia rinda frutos", dijo. “Siento que la
mejor solución para Libia es que Gadafi comprenda que tiene que dar un
paso a un lado, y permitir que el pueblo libio se exprese libremente y
escoja su forma de gobierno", expresó. Con el rey Juan Carlos cayó en un
lapsus de mil años al rendir tributo al conquistador Pedro de Valdivia:
"El año 2540 Valdivia abandona la comodidad del Cusco y empieza su
viaje a Chile, dicen las crónicas que en el fuste de su caballo llevaba
una imagen de la Virgen del
Socorro y una cruz, para realzar el carácter evangelizador de su misión", dijo Piñera. Ocurrió en 1540.
Para
el diario chileno www.ElMostrador.cl, Piñera “siente que viene a
refundar el país, que tiene una misión única. Es un narcisista, un niño
contenido. O un profesor que prefiere ser práctico a usar palabras
grandilocuentes y que cuando improvisa se equivoca”. Hacia su primer
aniversario de gobierno el diario consultó sicólogos y expertos en
discurso para que intentaran “explicaciones para entender qué hay más
allá de las anécdotas, lapsus e imágenes en las que incurre el
Presidente cuando habla”. El sicoanalista Esteban Radiszcz dijo que el
discurso de Piñera se parece al de Nicolás Sarkozy, con “mucha
referencia superficial y frase para el bronce sin digerir”. El Mostrador
comparó su discurso con el de un telepredicador. Para el académico
Radiszcz, sus dichos no reflejan “otra cosa que barbarie”, pero dice que
la culpa es de quienes le preparan sus discursos. “La imagen griega de
la barbarie es la de aquel que no habla, pero el habla no es sólo decir
palabras, también es una relación social. Walter Benjamin decía que la
barbarie moderna se produce cuando yo digo que soy el primero, que vengo
a restaurar y por lo tanto degrado el lazo social, porque lo que
vivieron los otros no vale. Ahí está la violencia fundamental del
discurso de Piñera, cuando dice que en cincuenta años no se ha hecho
nada; en la referencia constante a que él es el primero de verdad” (Ver
http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/03/07/por-que-pinera-habla-como-telepredicador/).
Y
en este contexto viene Obama el 21 de marzo a entregar su espaldarazo a
Piñera como probable prospecto continental, tribuno e interlocutor del
ancho mundo. En 2010 Piñera tuvo un beau geste de sumisión imperial. Le
entregó el modesto uranio enriquecido generado por dos pequeños
reactores nucleares experimentales chilenos afirmando –con
grandilocuencia- que Estados Unidos era el tenedor más seguro. Aunque
más bien se trata de virtuales “juguetes científicos”, hay cierto abuso
con la ignorancia de la opinión pública desinformada, porque el uranio
nunca se asocia con las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó contra
seres humanos en Hiroshima y Nagasaki, sino con el peligroso Irán
islámico. Ahora que Chile está considerando instalar reactores nucleares
en serio para superar su crisis energética perenne, Francia y Estados
Unidos se disputan ese probable negocio. Pero Chile no estará expuesto a
los problemas que enfrenta Irán por hacer lo mismo.
Estados
Unidos puede confiar en Piñera, que ha dado otras muestras de lealtad,
por ejemplo acogiendo “disidentes” cubanos que no se quisieron ir a
España. Se ha pronunciado sobre muchos temas de interés para Estados
Unidos y, por cierto, no ha dicho palabra alguna sobre el terrorismo que
encarna Luis Posada Carriles, prófugo de la justicia de Venezuela y
Cuba, enjuiciado en Texas, Estados Unidos. No está procesado por la
gente que asesinó con terrorismo, sino por violar normas de inmigración.
Y no es probable que Piñera tenga interés en esos hechos cuando las
víctimas son del otro lado. Al fin y al cabo, Estados Unidos impone “el
terrorismo bueno” de las ejecuciones y secuestros secretos CIA en el
exterior y aquel terrorismo que engorda en Miami, mientras castiga a
“Los Cinco cubanos” que lo denunciaron, quienes llevan presos más de una
década por infiltrar la red terrorista de Florida. Estados Unidos
recibió la información, pero no actuó contra los terroristas que
preparaban nuevas acciones, sino contra los cinco investigadores.
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