Mauricio Macossay Vallado
Zapata es hoy más que nunca uno de los principales símbolos de la lucha social popular en México, Latinoamérica e incluso en varias partes del mundo, Europa incluida.
El 10 de abril se cumplen 93 años de que Emiliano
Zapata Salazar, el principal dirigente político y militar del Ejército
Libertador del Sur, uno de los grandes pilares de la revolución mexicana
de 1910, cayó abatido por las balas de la traición.
Su muerte fue la puntilla para el ejército campesino e
indígena que encabezaba, que se iría diluyendo en los años siguientes
hasta desaparecer, consumándose la derrota de las fuerzas campesinas de
la revolución y la victoria de las fuerzas burguesas de Carranza y demás
caudillos militares: Obregón y Calles.
Sin embargo, lejos de irse diluyendo su recuerdo, se
agiganta ante los cada vez más graves problemas rurales y de los
millones de campesinos mexicanos que se sufren hoy día.
Zapata no es sólo retomado y puesto al día por el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional y todos los grupos armados
guerrilleros, populares y de izquierda, sino por prácticamente todas las
organizaciones, grupos y colectivos que luchan realmente por la
justicia social.
Zapata es hoy más que nunca uno de los principales
símbolos de la lucha social popular en México, Latinoamérica e incluso
en varias partes del mundo, Europa incluida.
Zapata ha sido ejemplo emblemático de gran dirigente
revolucionario, que mandaba obedeciendo y sabía leer y sentir con todo
detalle el pulso del pueblo, impulsó la democracia directa y horizontal,
la comunalidad campesina e indígena, pretendió hacer un México de y
para los campesinos y trabajadores y se vio obligado a usar las armas
para avanzar en la consecución de los derechos populares.
En estos momentos, de graves problemas populares y de
quiebra nacional en casi todos los sentidos, la imagen de Zapata y la
causa agrarista está más vigente que nunca. En estos momentos de
demagogia electoral, de campañas falsas y mentirosas, de partidos y
candidatos que despilfarran millones de pesos y hablan de un México
mejor, el recuerdo del zapatismo de principios del siglo XX es muy
necesario. El camino que siguió la insurrección campesina que encabezara
Zapata es una de las raíces históricas populares más importantes y
trascendentes de nuestro país.
El ejército zapatista surgió de la nada, del gran
descontento rural y agrario; creció rápida e impetuosamente, alimentado
por el cúmulo de agravios de las últimas décadas del siglo XIX y la
primera del XX; se unió primeramente a la revolución, adhiriéndose al
Plan de San Luis maderista, en marzo de 1911, sin mucha claridad de lo
que se quería y podría lograr, pero en noviembre de ese mismo año
cambiaría a fondo, precisaría las demandas campesinas y proclamarían el
Plan de Ayala, estandarte revolucionario campesino, que seguirían hasta
el fin de sus días, con gran decisión.
A la muerte de Madero fue una de las más importantes
fuerzas militares y populares que enfrentó al traidor Huerta y
contribuyó en mucho a su derrota.
El Ejército Libertador del Sur creció y alcanzó su
mayor presencia en 1914 y 1915, cuando la Convención de Aguascalientes y
su efímero gobierno, cuando controló buena parte de Morelos,
confrontando a las fuerzas que encabezaba Carranza, a quiénes no pudo
derrotar y terminaron arrinconándolo.
A partir de 1918, promulgada y en proceso la
constitución de 1917, aplacada y reducida la rebelión campesina, se
mantuvo como un ejército guerrillero.
Con la muerte de Emiliano y varios importantes jefes,
a traición el 10 de abril de 1919, el Ejército Libertador del Sur se
fue diluyendo hasta desaparecer, en medio de la persecución y asesinato
de sus dirigentes.
Zapata ha permanecido en la memoria popular.
En todas las luchas campesinas y populares resurge invariablemente.
Fue reinvindicado en las luchas guerrilleras que
encabezaron Rubén Jaramillo, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez Rojas, las
guerrillas urbanas de los setenta, en las luchas agrarias de siempre en
todas las décadas, en el EZLN, el Congreso Nacional Indígena, e incluso
en prácticamente todas las organizaciones campesinas.
“Es mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado” E. Zapata
ZAPATA VIVE… LA LUCHA SIGUE…
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