Carlos Molina Medrano.
Es
ya una cuestión de honor aclarar la realidad que vive el país y del
supuesto “proceso revolucionario” salvadoreño que de forma
propagandística se ha exaltado a nivel nacional, pero principalmente a
nivel internacional. Recientemente, una correligionaria del partido
gubernamental FMLN apareció haciendo unas declaraciones que por su
contenido parecen absurdas, haciendo referencia a que El Salvador está
inmerso en una situación contrarrevolucionaria por parte de las fuerzas
de derecha y de la oligarquía, así como, de algunas fuerzas que llamó de
falsa izquierda.
Aclaremos las aguas. El país no vive ninguna situación revolucionaria, partamos de esa premisa, situación que se intenta esbozar en los siguientes puntos:
1) Hasta ahora los cambios más grandes suscitados a nivel del sistema político y al régimen dominado a plenitud por los partidos políticos, han sido propinados por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, el gobierno de Mauricio Funes y el supuesto partido en el gobierno, el FMLN, se han encargado de hacer cambios cosméticos al régimen. Lo que sí aparece claro cada vez más es que la cúpula de ese partido pretende apoderarse totalmente del gobierno, para ponerlo a disposición de sus intereses empresariales.
2) El FMLN desde hace mucho tiempo ha dejado de ser el asidero donde las fuerzas progresistas se aglutinan para emprender situaciones revolucionarias en el país. El FMLN no es ya un referente de izquierdas en El Salvador. Ese partido es visto por la mayoría de las organizaciones sociales y populares como un partido más de lo que popularmente se conoce como “partidocracia” que, busca mantener el status quo para seguir profundizando las relaciones de explotación existentes. En la última elección ese partido perdió más de cien mil votos y es la clase trabajadora en su mayoría la que dejó de creer en su discurso poco coherente con la realidad.
3) Sus contubernios con facciones burguesas reaccionarias que intentan emerger con poder político como la que lidera el ex -presidente Elías Antonio Saca y los llamados “gordos” Cáceres que controlan el gobierno de Mauricio Funes, es tan odiada por parte de los sectores populares, así como el contubernio entre el ex presidente Alemán y Daniel Ortega en Nicaragua.
4) Es tan absurdo hablar de situación revolucionaria, porque el gobierno de Mauricio Funes ni siquiera ha roto con el modelo neoliberal, lo único que ha realizado son ciertos amagos de que emergerá otro modelo económico. Este gobierno tiene relaciones con Estados Unidos mucho más peligrosas y subyugantes que los mismos partidos de ultraderecha, relaciones de supeditación total, sus relaciones con el mundo se ven sólo bajo la tutela de Washington.
5) Los puntos anteriores se aparejan con las medidas del gobierno de Mauricio Funes, todas tendientes al desarrollo de programas asistenciales, definidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la relación con estos organismos son casi obscenas. Todo lo anterior con la venia del FMLN.
6) Lo que sí es necesario denunciar es que el FMLN en una situación muy ventajosa, ha preferido perpetuar el sistema político y el régimen sostenido por los partidos políticos, en vez de utilizar su posición para transformar esa realidad que desde 1994 denunciaba con aparente vehemencia. Ahora lo que sí aparece claro ante los ojos de la gente es que pretende seguir el hilo histórico oligárquico y apoderarse del Estado para el beneficio de su cúpula. El FMLN ni siquiera tiene claro que el avance del país requiere, al menos levantar una revolución burguesa, pero se monta sobre la misma visión oligárquica que ha primado desde la misma colonización.
7) Para las fuerzas conservadores y las
cúpulas empresariales el FMLN no es visto como un problema político o
ideológico, es visto como una competencia que se ha apoderado del Estado
para su beneficio empresarial, en detrimento de sus intereses. Las
derechas siguen siendo las mismas, hasta más atrasadas que nunca, con
una diferencia sustancial, con cada vez menos peso político, que deben
recurrir a apoderarse del Estado para seguir acumulando. En esto no nos
debemos equivocar ARENA y las cúpulas empresariales en tiempos de crisis
necesitan tanto al Estado que sino lo logran ponerlo a su disposición
están condenados económicamente. Su posición ahora frente a la situación
sui generis generada a patir de las sentencia de la Sala de lo
Constitucional es normal, no tienen otra opción. Sin embargo, no hay
procesos de derechización en la gente, en la pasada elección el partido
ARENA no logró ni siquiera 40 mil votos nuevos, cuando el padrón
electoral aumentó en cerca de 400 mil. Las derechas están en una
situación muy compleja, momento que se puede utilizar para emerger con
proyectos alternativos rvolucionarios.
No hay pues, una situación
revolucionaria en el país, mucho menos un proceso revolucionario, lo que
existe es un partido gubernamental llamado FMLN que ha pasado a ser una
fuerza conservadora y anti-revolucionaria, con total incapacidad para
liderear algún proceso de cambio, mucho menos de transformación en El
Salvador.
En torno a la situación actual del país y
de la supuesta lucha entre los poderes del Estado – Sala de lo
Constitucional y Asamblea Legislativa-, la situación tiene connotaciones
nunca antes vividas en la historia reciente del país, el régimen
aparece retratado tal como es y la gente ha visto los verdaderos
intereses que se han movido y se mueven en la arena gubernamental. Los
actuales partidos políticos han quedado en una situación bochornosa
frente a la población, lo más seguro es que las próximas elecciones
presidenciales muestren severos problemas de legitimidad, posibilitando
escenarios que pueden derivar en situaciones revolucionarias, el régimen
está golpeado de muerte y nada volverá a ser igual luego de este
período muy importante para la historia del país. Aparece en el
horizonte la necesidad de un nuevo Estado, de una nueva constitución y
de un nuevo régimen.
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