El “chino Guille”, cambió la bata médica por un fusil guerrillero
Por Armando Echeverría (Jacobo)
Foto: Guille parado con camisa verde olivo; en primer plano Pedrito, el médico, su nombre real es Carlos Mauricio Linares Magaña
SAN SALVADOR - El 19 de agosto de 1981 (hace 31 años), unos días antes de la ofensiva de octubre, recio combate que inició como a las dos y se prolongó hasta las cinco de la tarde. El asunto se desarrolló del modo siguiente:
Estábamos reunidos el mando de las Unidades de Vanguardia -en formación-, en el lugar conocido como la Cuchilla. Dimas presidió la reunión en la primera parte, y luego se retiró dejando a cargo a Netón, quien para ese entonces era el jefe de Operaciones del Frente Norte, (de las FPL, en Chalatenango).
El sistema de seguridad del campamento lo constituía: un puesto de observación hacia La Laguna y un posta sobre el camino de acceso a La Montaña. Temprano se escucharon varias detonaciones de mortero y Netón ordenó que se enviara un mensajero al puesto de observación y reforzaran los puestos de vigilancia sobre la calle hacia La Laguna. Todo aparentemente reportaba normalidad, por eso no se suspendió la reunión.
En ese tiempo no contábamos con radios de comunicación, aunque sí había algunos equipos de interferencia.
Antes de comenzar la jornada de la tarde y continuar la reunión, se ordenó de nuevo pedir un informe al puesto de observación y se mandó al segundo correo que tenía asignado el mando de las Unidades de Vanguardia.
Eran cerca de las dos de tarde, ya no se habían escuchado detonaciones y todo parecía normal en La Montaña. No obstante, la muerte nos estaba acechando y se aproximaba en silencio hasta nuestro propio campamento.
Dos columnas habían penetrado secretamente por vaguadas hasta la parte alta de La Montañona y llegaron a unos ciento cincuenta metros del campamento. Se oyeron dos ráfagas de fusil M16 y uno de los dos correos cayó a tierra mal herido cuando fue sorprendido en el momento de cruzar una vereda en dirección a La Laguna. Con su propia vida interrumpió la maniobra secreta de acercamiento que hubiera producido muchas bajas al asaltar el campamento sorpresivamente.
Al oír los disparos todos salimos a apostarnos en línea y apuntando al camino con los negros fusiles sin seguro; en un par de minutos comenzaron a tronar los primeros balazos en la parte más elevada de la posición que habíamos ocupado.
Sebas peleaba con su G3 sacado de Las Vueltas y Guille, el médico, lo cubría amparado en un enorme pino. A su vez, Luciano batía un sector de la vereda, mientras el negro Nico sacaba a la gente no operativa del campamento y se retiraban hacia la parte más interna de La Montaña.
Para entonces aquello estaba convertido en una verdadera batalla; pillaban los balazos en todas direcciones. Nadie se movió de sus posiciones sabiendo que habrían de llegar refuerzos de la gente que estaba al otro lado de La Montaña, que estaban en instrucción o entrenamiento.
Cada uno confiaba que más de cien hombres podían llegar a reforzarnos; el asunto era resistir: atajar al enemigo y resistir.
El primer refuerzo llegó del campamento más próximo: La Casona, al mando de Germán “el choco”, con unos pocos combatientes.
Más tarde llegó el otro refuerzo era gente de la Fuerzas Especiales Selectas (FES), bajo las órdenes de Felipito.
Ahí se arrinconaron la dos columnas de soldados y empezaron a retroceder y luego emprendieron la retirada aprovechando la poca visibilidad en esa parte de La Montaña.
En ese combate se ocasionaron numerosas bajas al ejército enemigo y se capturaron por primera vez: una ametralladora M60, con abundante munición, y un lanzacohetes Law.
Esa tarde y en ese lugar de La Montaña, se perdieron tres vidas valiosas para nosotros.
Un joven campesino que servía de mensajero, un joven combatiente de la columna que estaba peleando junto a Germán y Guille, el médico, que recién se había integrado con nosotros al mando de las Unidades de Vanguardia -en formación-, como jefe de aseguramiento y logística.
El recuerdo que tengo de Guille, de antes de ese combate, se remonta a unos años atrás en algún pasillo de la Universidad de El Salvador. Un joven alegre y bromista, pero nunca tuve la oportunidad de trabajar con él.
Nota del Editor: Este relato fue tomado del libro ” De la guerra popular a la guerra espiritual”, de Armando Echeverría.
Guille, era el seudónimo del estudiante de Medicina, Wilfredo Landaverde, quien fue dirigente del Bloque Popular Revolucionario (BPR); integrante de la Brigada “Farabundo Martí”, que combatió en Nicaragua contra el somocismo, y uno de los jefes de Logística de las FPL, hasta su caída en combate. El día que murió Guille, también cayó un joven combatiente de la FES, “Emilio”, hermano de “Arnulfito”, quien después lo sustituyó en esa unidad militar. Del otro caído no hay registro ni de su seudónimo.
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