Saludos y bienvenida:
Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.
Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.
Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...
A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.
Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...
Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?
Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.
No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.
Fraternalmente, Trovador
viernes, 23 de enero de 2015
Crimen organizado: “El narcotráfico es una problemática que afecta especialmente a la clase trabajadora”
Melissa Zenobi (ACTA)
La Asamblea por los Derechos de la Niñez y la Adolescencia, de la que la Central rosarina forma parte, realizó ayer una reunión amplia para debatir salidas a los hechos de violencia que se viven en los barrios de la ciudad, que vienen terminando con la vida de cientos de jóvenes. Al respecto, ACTA dialogó con Gustavo Martínez, Secretario General de CTA Santa Fe, quien se refirió a las problemáticas derivadas del narcotráfico.
-En los primeros 15 días del año, hubo 12 muertos en las barriadas rosarinas, de los cuales más de la mitad son menores de 24 años. ¿Cuáles son las causas de lo que está ocurriendo en los barrios rosarinos?
- Acá hay que contextualizar la problemática de una nueva etapa de este costado que tiene el mercado, que es el narcotráfico. Es un negocio más, hay una renta más. Ha crecido el consumo, y se promueve y se va estructurando en distintos barrios y ciudades. Es importante remarcar que lo que genera violencia no es la pobreza, sino el crecimiento de la desigualdad. Son cada vez más los sectores que sienten el desamparo y lo único que trae la posibilidad de conseguir un mango para la subsistencia –incluso en sectores no tan marginados- es engancharse con el comercio, la protección y demás aspectos que tiene esta problemática. Esto es central: el crecimiento de la desigualdad. Pobres cada vez más pobres, ricos cada vez más ricos. Y un Estado que, en ese sentido aparece ausente.
-Entonces, ¿cuáles son las responsabilidades que le tocan al Estado en estas muertes?
- Es innegable la responsabilidad del Estado nacional, provincial y municipal y de los tres poderes del Estado. Estamos en una zona que tiene 43 terminales portuarias, con una pérdida absoluta de soberanía, 5.000 buques y 2.000 barcazas que suben y bajan lo que quieren. La paz y seguridad que reclaman millones de personas en nuestro país se va en los puertos de esta zona, por ahí se van los recursos que nos permitirían darle sustento a todos los planes que tengan que ver con la salud, la educación, la prevención, con devolverle el futuro a nuestros pibes y a nuestros jóvenes. En esta zona faltan 80.000viviendas de manera urgente y hay 80.000 viviendas desocupadas. Estos son datos del último censo. Esto es un dato clave para mostrar como ha crecido la desigualdad.
-Tampoco hay una intención clara de terminar con el narcotráfico en la Argentina.
- De acuerdo al sector que sea, se tiran las culpas y hacen hincapié en alguna fuerza de seguridad. Si es un sector más ligado al Gobierno nacional, va a hacer hincapié en la Policía de la Provincia de Santa Fe. Y si es un sector vinculado al gobierno provincial o al esquema de la UCR, Prefectura y Gendarmería aparecen como Satán. Pero sabemos que las fuerzas de seguridad en general son el problema, son parte del problema. Porque no solamente permiten, sino que son un engranaje en el comercio, la protección y ni hablar del Poder Judicial, tanto nacional como provincial. Otro dato es que toda esa masa de recursos que maneja el narcotráfico pasa por los bancos. En Santa Fe, de hecho, se les regaló el Banco de la Provincia a los tipos más famosos por lavar dinero del narcotráfico en nuestro país, como eran los hermanos Ron.
-¿Qué tareas nos tocan a las organizaciones del campo popular?
- En los barrios, tanto de Rosario como de Santa Fe, tenemos muchas experiencias en donde las organizaciones populares llegaron mucho antes que el Estado. Es el caso de Santa Lucía, un barrio que ahora está muy estigmatizado, a donde llegaron año antes las organizaciones sociales, culturales grupos de alfabetización y décadas más tarde llegó el Estado. Al barrio El Pozo, de Santa Fe el MTL llegó mucho antes que el Estado. Entonces, las tareas de las organizaciones vienen siendo heroicas. Si hay algo que modificar, es generar la capacidad de unirnos cada vez más para trabajar en problemas que comprometen la vida. Debemos comprender que se trata de temas que comprometen y afectan especialmente a la clase trabajadora. Porque desde nuestros sindicatos y la CTA, venimos trabajando y militando en este sentido; pero para el conjunto del movimiento obrero, con esto estamos hablando de otra cosa. Nosotros abrazamos a todas las iniciativas que trabajan en devolverle el futuro a la niñez, la juventud y a los trabajadores.
De la lucha de clases a la lucha de sexos
(Una reflexión crítica de la praxis de género).
MSc. Tito Alfredo Jacinto Montoya*
Voces
Prolegómenos.
Partamos de los hechos. Los así llamados enfoques de género se han constituido en una especie de sentido común internacional intentando poner en la evidencia lo que ellos consideran tanto la especificidad de la opresión de la mujer, por ser tal, y las causas precisas de tal opresión.
En tal empeño han venido a ser síntesis muchas organizaciones no gubernamentales pero primariamente organismos multinacionales de tipo político o financiero que suelen condicionar su cooperación financiera a la adopción, por parte de las naciones y colectividades sociales, de dichos enfoques de género. Suele haber facilidades para captar fondos internacionales si los proyectos públicos o privados contemplan enfoques de género.
Menudean las organizaciones, proyectos, iniciativas de todas suertes que buscan legitimarse como abanderados de las visiones de género, que demandan financiamiento y respaldo. En nuestro país hay no menos de 40 estructuras entre públicas y privadas que dicen que trabajan con enfoque de género.
Debido a la pluralidad y el acceso a los fondos financieros nacionales e internacionales pudiera haber conflicto entre dichas estructuras, no tanto por el modo de entender la cuestión de género, sino por acceder al financiamiento en ciernes.
Los enfoques de género han llegado a ser como un eje transversal, presente en todo, de la curricula educativa, de la lógica jurídica, legislativa, el ámbito familiar, los partidos políticos, hasta en el campo periodístico, coloquial, etc. Los enfoques de género tienen carta de ciudadanía en todo el ámbito cultural nacional e internacional.
Uno de los colmos de estos enfoques pro-femeninos es promover una iniciativa única y exclusivamente para el beneficio de las niñas: “por ser niña”. Lo cual resulta totalmente discriminatorio hacia los niños varones. Nadie dicen nada, nadie denuncia, todo parece “normal”, de sentido común. Hay en esto incluso violación de los derechos internacionales del niño varón. Es del todo repugnante que a las niñas las promuevan “por ser niñas”, y a los niños los discriminan “por ser niños”.
En un litigio legal en el campo de la familia, el padre podría enfrenta el caso ya con elementos de discriminación hacia él; es víctima de ese “sentido común” que considera que el varón es siempre el agresor, y ella, por ser mujer, es víctima siempre. Es altamente probable que de 10 casos que se sometan a juicio, 9 resulten a favor de los intereses de ella, y quizá 1 falle a favor de él. Con el agravante de que pudiera ser que “los intereses del menor o la menor” se confundan con los intereses de la madre. Pudiera haber una pérdida de la objetividad de la investigación, y por tanto se habría perdido el rastro de la verdad. Imperaría ese “sentido común”, ese estigma discriminatorio en contra del varón por ser varón. El indiciado estría de antemano condenado por el “delito” de ser varón.
La Real Academia de la lengua española clarifica que género únicamente tienen las palabras, pero no las personas. Las personas sólo tenemos sexo. “El sofá” es género masculino, “la silla” es género femenino. Por ello es incorrecta la expresión “violencia de género”, porque tal violencia no la cometen las palabras, sino las personas; lo correcto sería hablar de violencia de sexos. Por otra parte el uso de reiteraciones y circunloquios tales como “llevaré a los niños y las niñas al colegio” resulta “artificioso y ridículamente innecesario” como lo denuncia la Real Academia de la Lengua Española.
Nadie en su sano juicio podría negar que la mujer ha tenido que padecer una situación opresiva de diferente naturaleza y por distintas causas. La opresión de las mujeres, y la propia de los hombres, está esencialmente relacionada con el hecho de la explotación y la ruptura de la unidad societal con la constitución de las clases sociales. Igualmente hay que considerar que anatómomorfológicamente el hombre y la mujer somos diferentes, pero también complementarios. Ya sabemos que cuando originariamente los seres humanos tuvimos que enfrentar la tarea de producir para satisfacer nuestras necesidades se estableció la primera forma de división social del trabajo fundamentada en ésa diferencia natural. Entonces, ¿cuál o cuáles podrían ser las causas fundamentales de la opresión propia de las mujeres en tanto que tales?. Antes de ir adelante hay que considerar también que ni los hombres ni las mujeres existen así en abstracto, y que sólo existen socialmente como seres históricamente determinados y condicionados. De tal forma que enfrentar la pregunta por la raíz de la situación opresiva real que padecen las mujeres implica tener en cuenta todos los elementos que hemos avanzado arriba. Evidentemente que hay otros elementos, pero consideramos haber apuntado los fundamentales.
La primera causa de la opresión de la mujer la encontramos en el carácter deshumanizante de las distintas formas de organización civilizatorias que implican, de modo necesario y no incidental, tanto la explotación como la dominación del ser humano por el ser humano. En un análisis muy agudo de la suerte de la fuerza de trabajo en la lógica de la producción capitalista Marx advierte que “La enajenación del trabajador en su objeto se expresa de acuerdo con las leyes de la economía política: cuanto más produce el trabajador menos tiene para consumir; cuanto más valor crea más se desvaloriza él mismo; cuanto más refinado es su producto más vulgar y desgraciado es el trabajador; cuanto más inteligencia manifieste su obra más declina en inteligencia el trabajador y se convierte en esclavo de la naturaleza”(1). Esto es así independientemente de que la fuerza de trabajo sea hombre o mujer. Pero hay que considerar que el estado de enajenación de la fuerza de trabajo capitalista no se realiza única mente en la relación que el trabajador tiene con su objeto de trabajo; se da también en el mismo desarrollo del proceso productivo en el que se halla inmerso el trabajador asalariado: “¿Qué constituye la enajenación del trabajo –se pregunta Marx-? Primero, que el trabajo es externo al trabajador, que no es parte de su naturaleza; y que, en consecuencia, no se realiza en su trabajo sino que se niega, experimenta una sensación de malestar más que de bienestar, no desarrolla libremente sus energías mentales y físicas sino que se encuentra físicamente exhausto y mentalmente abatido. El trabajador sólo se siente a sus anchas, pues, en sus horas de ocio, mientras que en el trabajo se siente incómodo. Su trabajo no es voluntario sino impuesto, es un trabajo forzado . No es la satisfacción de una necesidad, sino sólo un medio para satisfacer otras necesidades. Su carácter ajeno se demuestra claramente en el hecho de que, tan pronto como no hay una obligación física o de otra especie es evitado como la plaga. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo que implica sacrificio y mortificación. Por último, el carácter externo del trabajo para el trabajador se demuestra en el hecho de que no es su propio trabajo sino trabajo para otro, que en el trabajo no se pertenece a sí mismo sino a otra persona”(2). La explotación económica y la dominación social, política, y cultural es algo que padecemos todos los miembros del género humano a los que, desde la acumulación originaria de capital, nos han arrebatado las condiciones materiales y espirituales para poder producir y reproducir nuestra existencia justamente como lo que pretendemos ser: seres humanos. En esto hay una especie de homologamiento de la esencia; es como una condición trascendental de la deshumanización de la vida del hombre y de la mujer a la cual se haya subordinada la condición específica de ser hombre o mujer.
No es el hombre por ser hombre la raíz de la opresión femenina. Primero hay que considerar que el varón también sufre la explotación y la dominación en un sistema capitalista. Por ello ha planteado Marx en la Contribución a la Crítica de la Economía Política que “con el fin de la última de las sociedades clasistas (el Modo de Producción Capitalista) se termina, por tanto, la prehistoria de la humanidad” (3). Somos seres prehistóricos en tanto que sólo existimos como objetos para la lógica del capital, no existimos como sujetos humanos. El planteamiento feminista de que el hombre, así sin determinaciones, es la raíz de la opresión de la mujer no pasa de ser un planteamiento ideologizado; no es científico por no ser verdadero. Hay que entender que el varón alienado, deshumanizado, deformado hasta la barbarie por la explotación y la dominación del capital se constituye en un ser que reproduce, también a escala ampliada, la opresión. Pero igualmente la mujer dentro de la lógica del capital, subordinada por el poder del sistema, también reproduce a escala ampliada la lógica opresiva del marco categorial y existencial capitalista. Nos encontramos, entonces, en la presencia de una relación alienada de hombres alienados con mujeres igualmente alienadas. Esta forma feminista de ver las cosas implican subrepticiamente un idealismo del sujeto que se corresponde con un empirismo de la existencia. Idealismo del sujeto porque se parte del supuesto de que el hombre y la mujer siendo y existiendo en el modo de producción capitalista es la quinta esencia de todo hombre y mujer posibles. Se pasa por alto el carácter siempre históricamente condicionado de la vida de todo sujeto posible. De tal suerte, el carácter opresivo tanto del hombre como de la mujer no se da por el hecho de que uno sea varón y la otra sea mujer, no es una cuestión sexual; sino más bien por el hecho histórico de que ambos son como la expresión alienada de una civilización alienadora. Hay también un empirismo de la existencia porque se parte del supuesto de que la sociedad capitalista es la expresión de cualquier existencia posible, que no puede haber otra alternativa más que la civilización capitalista. El actual estado de cosas pasa a ser una especie de absoluto frente al cual no quedaría otra alternativa que adaptarse. La especificidad explotadora y opresiva de la vida burguesa queda como entre paréntesis, pareciera no importar. Entonces la causa de la alienación opresiva no se la encuentra en el hecho de que el varón es varón y que la mujer es mujer; la situación opresiva para ambos, hombres y mujeres, está en la socialización alienativa que opera en nosotros el sistema de objetivaciones bajo el cual nos deformamos hasta perder, hombres y mujeres, nuestra condición de seres históricos para ser sólo seres prehistóricos (4), dominados por la fuerza de imposición del sistema capitalista.
El hombre también es víctima, y por ello también es victimario. La mujer igualmente participa activa y pasivamente en la reproducción de las condiciones materiales y espirituales de su misma opresión. Y no sólo porque quizá no hace nada, sino también porque ella misma reproduce y genera opresión en la misma medida que también padece la alienación del sistema de objetivaciones de la lógica del capital. La mujer no podrá encontrar la vía de su liberación si no logra identificar su parte de culpa en su misma situación opresiva. La mujer también es culpable, aunque no del mismo modo ni tampoco en la misma proporción. Además de conocer científicamente las formas múltiples de su responsabilidad, también debe preguntarse por la manera cómo ella misma contribuye, ya no sólo a su misma opresión, sino también a la opresión del varón que igualmente sufre bajo el acicate de la cruel avaricia de los capitalistas. Un análisis poco dialéctico que únicamente ve en un lado de la dinámica la causa del problema es poco realista y en esencia falso, ideologizado, como diría el Padre Ellacuría (5). La visión “feminista” del asunto la encuentro poco científica, poco dialéctica; aunque, claro está, es punto de avance en el conocimiento de la situación de deshumanización alienante que padece el género humano bajo este orden capitalista de cosas. Bien señala un problema que es real, y que nos debe mover a la acción revolucionaria.
Es verdad que hay un problema ingente en la opresión de la mujer. Pero un mal planteamiento del problema no sólo no llevaría a su solución sino que tendría un efecto enmascarador y reproductor de las condiciones del mismo problema. El feminismo se equivoca al culpabilizar al hombre por ser hombre como el causante de la opresión de la mujer. Es el hombre alienado, deshumanizado, el que históricamente ha generado el problema de la deshumanización femenina. El hombre no debe sentir vergüenza por el hecho de ser hombre; sí debe asumir su responsabilidad en tanto que como ser deshumanizado genera, a escala ampliada, en todos los ámbitos de la vida individual y social, la deshumanización de las mujeres. La liberación femenina no puede construirse sobre el cadáver del varón en tanto que varón. Aquí hay más bien una lucha conjunta que librar dialectizando la realidad tal como es jalonada hacia lo que debe ser. La liberación femenina debe implicar también la liberación del hombre. Pero lo uno y lo otro no se puede dar si perdemos de vista que hay un enemigo común el cual es el fundamento último del sufrimiento del hombre y de la mujer. Es demasiado sospechosa la forma en que la lucha feminista quiere disolver la lucha de clases en la lucha de sexos. Planteadas así las cosas, no habría liberación para nadie, porque el sistema capitalista como tal quedaría incólume. Quizá sea demasiado extremar el análisis, pero con la manera cómo el feminismo internacional plantea las cosas, se constituye, de hecho y aunque de modo inconsciente, en un firme aliado del capitalismo neoliberal.
Únicamente en el contexto de una lucha conjunta en contra de las diferentes formas de opresión inherentes a la civilización del capital, y en el esfuerzo por construir una civilización realmente humanizadora se podrá, verdaderamente, solucionar de raíz la opresión de la mujer. La mujer no debe liberarse primariamente del hombre como tal, sino sólo del hombre deshumanizado. Pero ella se libera sólo deshumanizándose y desalienando al hombre haciendo lucha conjunta en contra de la opresión que se origina en el régimen capitalista. Una de las formas ideológicas, no científicas, defensoras solapadas de la reproducción del capitalismo es precisamente pretender desarrollar una lucha por la emancipación de la mujer pero separándola de la lucha de clases. No puede haber emancipación del género humano fuera de la lucha de clases en contra del enemigo estratégico que nos deshumaniza: la lógica del capital. Toda pretendida forma de lucha feminista separada de la lucha de clases debe ser rápidamente derrotada.
Referencias bibliográficas:
(1). MARX, Carlos, Los Manuscritos de 1844, San Salvador, UCA Editores, 1987, p. 37.
(2). Ibid, p.38-39.
(3). MARX, Carlos, Contribución a la Crítica de la Economía Política, México DF., Editorial SXXI, 1980, p. 68.
(4). Ibid.
(5) ELLACURÍA, Ignacio, Función Liberadora de la Filosofía, en Rev. ECA, 985, p. 96.
* Catedrático de la Universidad de El Salvador.
jueves, 22 de enero de 2015
Los caminos de Sánchez y los caminos de Funes
Roberto Pineda
Al acercarse las próximas elecciones legislativas y municipales del 1 de marzo, debemos de evaluar, con la mente fría y el corazón ardiente, como aconsejaba Lenin, en qué medida se ha modificado la correlación de fuerzas sociales y políticas que disputan la conducción del proceso político nacional. Las siguientes notas se orientan en esa dirección.
Un presidente risueño en un país atormentado
La sonrisa del presidente Sánchez es ya proverbial. En un país sumido en una profunda crisis social y económica, con altos índices de criminalidad y aplazado en los principales índices económicos, esta es una cualidad que puede ser muy útil. La táctica de limar asperezas y proponer la “unidad nacional” tiene sus ventajas y a la vez sus desventajas. Entre las ventajas se encuentran las de evitar el fatal aislamiento político.
Y entre las desventajas está la de confundir amigos con enemigos e ilusionarse tanto con la “armonía social” como con el “imperio benefactor.”Ojala con toda su experiencia, esto no le esté sucediendo al presidente Sánchez y comprenda que los oasis en los desiertos por lo general son espejismos y que al final la arena siempre golpea en el rostro, y más cuando es arena oligárquica.
Por otra parte existe la peligrosa tentación de seguir gobernando desde arriba, como es la tradición política del orden oligárquico desde el cubano Barriere en 1821, la cual es estimulada por los actuales aliados políticos (GANA) y económicos (fracción árabe Saca-Bukele-Salume) que integran el bloque de poder y que fue el estilo asumido por el gobierno Funes y heredado desde entonces.
Pero de esta manera se abandona la posibilidad real de construir poder popular por medio del probado método de gobernar desde abajo, respaldado en la conciencia y la movilización popular más que en las negociaciones de cúpulas legislativas. Pero existen temores para emprender este rumbo, posiblemente originados en cuarteles y embajadas.
Y es que la crisis nacional es muy compleja y ha provocado altos niveles de violencia social, y ha creado una situación paradójica, en la cual incluso los policías se han convertido en un grupo social altamente vulnerable, olfateado, cercado y asediado por las pandillas delincuenciales. Y esto no se resuelve con oraciones ni marchas, sino con planes, voluntad y recursos.
El segundo gobierno del FMLN: rupturas y continuidades
Entre el gobierno de Funes y el de Sánchez hay rupturas y continuidades. Mientras el primer gobierno del FMLN exhibió un estilo de gobierno confrontativo con la oligarquía, este segundo gobierno práctica un estilo conciliador, con un discurso de “unidad de la nación.” ¿Es este un problema de forma o de contenido? ¿Obedece a una línea táctica de no confrontar para avanzar o a una línea estratégica de conciliación de clases?
Es todavía muy temprano para juzgar. Y si bien es cierto que la gobernabilidad y la búsqueda de consensos es importante para evitar el aislamiento, también lo es la necesidad de irle abriendo paso a la ruptura con el sistema vigente. Al final los hechos hablan por sí solos. Y lo que es clave es saber al servicio de quien se está gobernando y esto no puede ocultarse.
Por ejemplo, escuchamos por segunda vez un ya conocido discurso que nos indica que hay que crecer en la economía para poder luego distribuir. Pero fue precisamente con ese mismo discurso que se implantó un destructor modelo a partir de 1989, que privatizó la banca y vendió recursos estratégicos como la distribución de energía, las telecomunicaciones y hasta los fondos de pensiones. Hoy se habla de asocios público privados. Ojala bajo esta fórmula mágica no vendamos hoy hasta nuestras nuestras playas, con el Fomilenio II.
Entre los principales desafíos de este segundo gobierno del FMLN, desde una óptica de los sectores populares, se encuentran en el plano económico los de promover una profunda reforma económica que comprende la reversión de los mecanismos del modelo neoliberal (privatizaciones, tratados comerciales lesivos y dolarización). No podemos confiar en un crecimiento económico sin justicia económica. De hacerlo así, únicamente seremos administradores del crecimiento económico de la oligarquía financiera y de las corporaciones y bancos transnacionales.
En el plano social asumir el desafío de crear las bases para la incorporación social de los amplios sectores sociales que han caído en la delincuencia ante la fragilidad de las políticas sociales y la destrucción del aparato productivo; En el plano político promover la participación popular en la toma de decisiones fundamentales y en el plano cultural, recuperar el terreno perdido y enfrentar los avances de la derecha en el pensamiento de los sectores populares, en particular a nivel religioso y educativo.
Es preciso llamar la atención sobre los avances de la derecha a nivel ideológico. Los avances logrados mediante las luchas populares de los años sesenta, setenta y ochenta que permitieron que los sectores populares tuvieran claridad acerca de la explotación generada a partir del capitalismo así como la construcción de una cultura progresista y tolerante se han venido perdiendo.
La derecha mediante el proyecto ideológico neoliberal ha logrado construir, afianzar o recuperar poderosas instituciones tales como iglesias y universidades, incluyendo la UES y la Iglesia Católica, que moldean fuertemente las visiones de los sectores populares, orientándolas hacia el individualismo, consumismo, pesimismo, racismo, chovinismo, machismo, homofobia y el autoritarismo.
Incluso hay sectores políticamente de izquierda, que votan por el FMLN pero se congregan en iglesias de derecha, donde son adoctrinados en la pasividad y la indiferencia social. No basta con votar hay que también luchar. Pero incluso en el debate parlamentario, se escuchan opiniones desde la izquierda sobre temas como el aborto o las luchas y organizaciones sociales, que no se diferencian de las esgrimidas por el ultraderechista Opus Dei o el Diario de Hoy.
Es este retroceso en la cultura política de los sectores populares unido a la desintegración social, lo que sustenta ideológicamente la expansión territorial del accionar de las pandillas. Es un problema ideológico y a la vez político. Enfrentar este desafío requiere un profundo trabajo de educación política en la militancia de izquierda y en los sectores populares.
En cada uno de estos campos señalados existen amenazas desde visiones extremas de derecha y de izquierda. En el plano económico una visión de derecha, oportunista, pragmática sostiene en los hechos -aunque conservando un lenguaje progresista- que hay que adecuarse a la realidad y convertirse en empleados privilegiados del imperio y sus proyectos. En el otro extremo existen sectores de izquierda que con sus acciones llevan agua al molino de la derecha y no entienden la complejidad del momento.
En el plano social hay sectores dentro de la misma izquierda que en sintonía con la derecha más recalcitrante, propugnan por un holocausto similar al de 1932 para terminar con “las maras” sin tomar en cuenta que la actual situación de violencia tiene entre una de sus múltiples causas, el debilitamiento del movimiento popular a partir de los Acuerdos de Paz de 1992.
La izquierda salvadoreña
El FMLN como la expresión mayoritaria y de mayor experiencia de la izquierda salvadoreña, enfrenta múltiples retos y responsabilidades.
A nivel táctico existe la necesidad objetiva de volver a derrotar a la derecha, al partido ARENA en estas próximas elecciones del 1 de marzo para evitar que esta bloquee los planes de gobierno. El camino al socialismo pasa ineludiblemente por continuar derrotando a la derecha política mientras se fortalece el control y la experiencia política de gobernar y el despliegue de un movimiento popular. Un obstáculo en este camino es la aparición pública –entendible aunque no justificable luego de veinte años de lucha electoral en la que los aliados nos influyen- de usar la política para objetivos de enriquecimiento personal.
Por otra parte, la decisión táctica del FMLN desde 1992 es fortalecer el aparato partidario y sus alianzas por encima del movimiento popular y social, lo cual es un grave error y explica las dificultades para enfrentar desde el Ejecutivo los problemas de la delincuencia, el empleo y el alto costo de la vida.
A nivel estratégico la tarea estratégica principal consiste en desmontar el aparato neoliberal que incluye las privatizaciones, tratados comerciales lesivos y dolarización, que implica remover el modelo neoliberal implantado desde 1989 y que sobrevivió a los acuerdos de paz de 1992 y que sigue vigente ya en dos gobiernos del FMLN.
Esto tomara seguramente –y mis disculpas a los impacientes- por lo menos otros dos periodos en el ejecutivo y seguramente esta tarea estratégica sería acelerada si contáramos con un fuerte movimiento social y popular que exigiera ese tránsito. Y permitiera una victoria decisiva, que aun no se ha dado, sobre la derecha reaccionaria.
A nivel estratégico existe la necesidad de construir un frente nacional por los cambios que permita movilizar a diversos sectores alrededor de una plataforma de reformas estructurales que permitan elevar los niveles de la calidad de vida de la población.
Un imperio benefactor y complacido
El gobierno de Estados Unidos ha logrado a partir de 1992 presentarse como una fuerza interesada en la estabilidad y el progreso de El Salvador, pretendiendo borrar en la opinión pública el nefasto papel jugado en apoyo de la dictadura militar durante sesenta años (1932-1992) y en particular el respaldo militar de contrainsurgencia durante la guerra popular revolucionaria (1980-1992) desde el que se desarrollaron masacres como El Mozote y asesinatos de personalidades como Monseñor Romero.
Y hoy se nos presenta como una potencia benefactora interesada en nuestro desarrollo (Fomilenio I y II) e incluso funcionarios gubernamentales de los gobiernos del FMLN agradecen quizás hasta sinceramente, la vigencia del CAFTA, de la ILEA y la presencia desinteresada de sus compañías internacionales como AES, además que en estos tiempos de globalización neoliberal algunos consideran como obsoleto y de muy mal gusto hablar de imperialismo.
No obstante esto, es importante registrar la actitud del gobierno estadounidense en el marco de la evolución de las relaciones entre nuestros dos países. En los años que van desde el fin de la II Guerra Mundial hasta mediados de los años setenta se consolida la presencia hegemónica de los Estados Unidos frente a otras potencias, como Alemania o Japón, muy a pesar del corazoncito nazi del General Martínez.
Durante este período la economía estadounidense se fundamentaba en el desarrollo industrial de las gigantescas corporaciones transnacionales. Se basaba en una economía real, material, que comprendía la producción, distribución y consumo de bienes y servicios. Y en este marco se desarrollan en nuestra región procesos de integración y de industrialización dependiente, simbolizadas por el Mercado Común Centroamericano.
A mediados de los años setenta concluye este periodo de crecimiento del capitalismo global que duró treinta años. Inicio un nuevo periodo caracterizado por un débil crecimiento y altos niveles de inflación, agudizados por el aumento de los precios del petróleo.
Frente a esto las corporaciones transnacionales decidieron revertir los logros y conquistas sociales, alcanzados por los sindicatos durante el periodo anterior y cerraron industrias e incorporaron nuevas tecnologías al proceso productivo y lo más decisivo, sacaron sus capitales de la industria y canalizaron de manera masiva sus cuantiosas ganancias hacia el sector financiero, la banca, inversiones en bienes raíces, búsqueda de mano de mano de obra barata en el tercer mundo, gestión de derechos de propiedad, de patentes de semillas, privatización de la salud, educación, seguridad social, agua , prisiones, parques, etc. Esto creo una nueva realidad internacional en la que los mercados financieros y la OMC se convirtieron en los nuevos dueños del mundo.
Y luego mediante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) y el famoso Consenso de Washington (Williamson) de 1989 nos impusieron esta doctrina y nos obligaron a alinearnos, nos arrodillaron. Y esta modalidad neoliberal del capitalismo global de la actualidad, de economía basada en las finanzas, se establece a mediados de los años ochenta, cuando nuestro país estaba en la mitad del conflicto armado.
Y este proyecto global levanta cabeza en Estados Unidos con la llegada al gobierno en 1981 de Ronald Reagan y en nuestro país llega en 1989 mediante el primer gobierno de ARENA, que firma en 1992 la paz y a la par firma las privatizaciones. Es un proyecto que no solo es económico, sin tiene componentes sociales, militares, políticos y culturales. Y a partir de 1989 en El Salvador se abandona la agricultura, nuestra economía real, y va tomando fuerza el sector financiero, la oligarquía financiera, que se ve obligada en el 2006 a despojarse de sus bancos y a vender a los grandes capitales colombianos, canadienses ingleses y estadounidenses.
Pero la oligarquía se quedó con sus grandes inversiones en bienes raíces, hoteles y centros comerciales mediante los cuales rebasaron las fronteras nacionales y se regionalizaron, aumentando sus ganancias. A nivel local el capital imitó a sus referentes internacionales y se fortaleció como fuerza oligárquica. Pero en 2008 este proyecto global entró en crisis. Y los mismos gobiernos de los países globalizadores se vieron obligados a salir al auxilio de sus bancos, para mitigar la pérdida de empleos, ingresos, viviendas, etc. Hoy desde finales del 2014 asistimos a nuevos fenómenos vinculados a esta misma crisis, caracterizados por la baja en el precio del petróleo, lo cual va generar una nueva redistribución de poder mundial, en el que seguramente las grandes corporaciones transnacionales y bancos internacionales saldrán de nuevo favorecidos.
Las luchas del movimiento popular y social
Lo más seguro es que el movimiento popular deberá recuperar su papel histórico de lucha mediante su propias fuerzas, sin contar con el acompañamiento de la principal fuerza de izquierda. Esto vuelve el proceso más difícil y prolongado, pero a la vez le libera de compromisos con la institucionalidad partidaria. Esta situación rompe con una tradición de sesenta años de la izquierda salvadoreña, surgida desde la fundación del PCS en 1930. Pero es una realidad desde 1992 y en particular desde el 2003, y así debemos de asumirla. Ojala en el camino de reconstruir el movimiento popular y social podamos de nuevo encontrarnos las diversas expresiones de izquierda, hoy dispersas.
Han pasado más de veinte años desde el último gran oleaje de lucha de masas vinculado con la lucha contra la privatización de la salud. En este periodo han existido diversos proyectos organizativos así como diferentes expresiones de lucha. En el periodo anterior, el de los gobiernos de ARENA, era más fácil aglutinar fuerzas y esfuerzos. Había claridad sobre el enemigo a vencer. Lo mismo fue antes, durante el periodo de la Guerra Popular Revolucionaria.
Hoy la situación es mucho más compleja, inédita y a veces confusa. A partir del 2009 el respaldo a los gobiernos del FMLN se ha convertido en la pauta principal de acción, lo cual ha desmovilizado al grueso del movimiento popular, que muestra su poderoso musculo los primeros de mayo, y luego se repliega obediente hasta la próxima marcha o campaña electoral. Modificar esta conducta política es un reto principal, de carácter estratégico.
Y solo podrá lograrse en la medida que logremos identificar las agendas de lucha que nos permitan construir poder popular, generar organización popular mediante su coordinación y solidaridad. Es un gran reto y lo principal radica en unificar en un solo torrente las diversas luchas dispersas que vemos surgir casi a diario, como la de los bomberos pidiendo mejores condiciones de trabajo. Y la exigencia justa y válida será hacia nuestros propios compañeros funcionarios locales y nacionales. Y esto va generar conflictos con nuestro mismo gobierno, pero es parte del aprendizaje.
Los vericuetos electorales
En un mes (1 de marzo) se definirá la nueva correlación política de fuerzas legislativas. Es un desenlace que permitirá obstaculizar o facilitar la gestión del segundo gobierno del FMLN. Lo más probable es que se reproduzca con mínimas variaciones la actual correlación de fuerzas. Y esto beneficia al FMLN y a GANA en el caso que mantenga su condición de tercera fuerza. Naturalmente, ARENA lo mismo que el FMLN aspiran a aumentar su cuota. Pero modificar las realidades territoriales es sumamente difícil. Y más con las reformas electorales que permitirán como elemento de novedad, el voto cruzado.
Es muy interesante en el caso de la izquierda que estarán participando cinco formaciones políticas. Únicamente queda fuera el PSOCA y los Anarquistas por el momento. Entre las exquisiteces electorales pueden mencionarse al CD que lleva como candidato a la Alcaldía de San Salvador al excomandante guerrillero Roberto Cañas; al PSD que le ha prestado la camisa a Mario López, dirigente del MNP; al FMLN con Nayib Bukele como candidato a la Alcaldía de San Salvador. Y como dato histórico la participación de un candidato independiente, de origen trotskista, del joven maestro Ernesto García, dirigente de la Unidad Socialista de los Trabajadores,(UST).
Y también es interesante en el caso de la derecha participen siete formaciones políticas: ARENA, GANA, PCN, PDC, DS, PSP y FPS. Lo más destacado es el recambio a mitad de la carrera del actual Alcalde Norman Quijano por el empresario Edwin Zamora para la Alcaldía de San Salvador; por la que compiten también el exdirigente arenero Walter Araujo y el empresario Adolfo Salume.
La voces que faltaban en la historia de la masacre de 1932
El Faro
El Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) conmemora el 80 aniversario de la masacre de 1932 en Izalco llevando a esas tierras las exposiciones itinerantes 'Memoria de los izalcos' y '1932'. En ellas revelan nueva información obtenida después del estreno en 2005 del primer documental que recogía testimonios directos de sobrevivientes.
Durante muchos años se ha sostenido la tesis de que el náhuatl se extinguió aceleradamente a partir de la masacre de indígenas en 1932, pero la investigación del historiador estadounidense Jeffrey Gould aporta un matiz: para el año 1930 probablemente solo un 10 o 20% de la población indígena hablaba náhuatl debido a un proceso de mestizaje previo. "El dominio económico tenía un aspecto negativo sobre el idioma. Por supuesto que la matanza tuvo que ver, pero el proceso ya estaba bastante avanzado", afirma el historiador.

El camino hacia estas nuevas hipótesis se inició hace más de una década. Desde 1998, durante cuatro años, Gould y Carlos Consalvi, director del MUPI, convivieron con la comunidad indígena de la zona occidental del país. Tuvieron de guía a Reynaldo Patriz, un joven líder indígena que favoreció el acercamiento con los ancianos para que compartieran sus memorias. La recolección de testimonios se materializó en el documental "1932, cicatriz de la memoria", y el libro "1932", de Gould y Aldo Lauria Santiago, los cuales se basan en documentación obtenida en otros países y en 200 entrevistas con los sobrevivientes de la masacre.
Posterior al lanzamiento del documental en 2005 y la publicación del libro, el MUPI se interesó en conocer el nivel de impacto que tuvo en la vida cultural de los pueblos la masacre del 32. Para ello realizaron un estudio etnográfico comparativo entre lo que encontró el antropólogo sueco Carl V. Hartman entre 1897 y 1899, y lo que encontraron las antropólogas Ana Mata Parducci y Georgina Hernández Rivas en 2005. Las fotografías y la investigación de Hartman y los hallazgos de las antropólogas salvadoreñas forman parte de la exposición itinerante "Memoria de los Izalcos" y del segundo número de la revista Trasmallo que se publicó en agosto del 2006.

Jeffrey Gould, historiador estadounidense. Foto José Carlos Reyes
El proceso de socialización de la investigación académica fue determinante para devolver esa memoria a las propias comunidades y que aquellos que habían decidido callar reaccionaran de una forma catártica para aportar su parte de la historia. A partir de los nuevos datos que los sobrevivientes compartieron se generó una reinterpretación pormenorizada para visibilizar la ruptura y hostilidad entre el sector indígena que existía en los cantones de Izalco concretamente, porque que en otros pueblos la cuestión indígena no tenía tanta importancia.
Lo que se conocía de esta historia no contaba con la información testimonial de los habitantes de las comunidades afectadas, una ausencia que no permitía conocer algunos pormenores que ahora se incorporan y enriquecen la lectura histórica. "Cuando comenzamos a aproximarnos a la historia había en la población un velo de miedo que les hacía difícil la comunicación de sus memorias orales", explica Consalvi respecto al logro de los cuatro años de convivencia que les permitieron romper la barrera de temor por parte de los sobrevivientes.
La investigación también amplía sobre algunos detalles sobre los antecedentes de la insurrección indígena. Se conocía que la gran mayoría de los participantes dedicaba una parte del año a la corta del café. Ahora se conoce un poco más sobre algunos procesos económicos y políticos: fue a partir del inclumpimiento del presidente Arturo Araujo de ofrecerle tierras a los campesinos a cambio su apoyo electoral y de los desórdenes administrativos anteriores que dejaron al Estado con limitados recursos económicos para impulsar reformas sociales, que los indígenas se unieron al movimiento sindical que demandaba una reforma agraria. Con la represión aumentando progresivamente, los protestantes se aliaron a la organización Socorro Rojo, que en las comunidades de Nahuizalco, Izalco y Tacuba tuvo una coalición con el Partido Comunista con el afán de recuperar el poder local.

Según Gould, otro factor que facilitó la apertura de los habitantes fue el hecho político de que el FMLN ganara las elecciones municipales en Nahuizalco y Tacuba: "probablemente esa fue la señal de que la época de represión e intolerancia había terminado".
Consalvi destaca que esta información ha logrado llevarse a 3 mil jóvenes en los últimos dos años. Esta cifra resulta de la suma de los que visitan el MUPI y los que ven y escuchan las exposisiones en las distintas universidades y centros escolares. El objetivo lo tiene claro: "Que una parte fundacional de nuestra historia sea conocida, ya que en el pasado fue manejada por los historiadores asalariados de quienes cometieron el etnocidio".
El director del MUPI se refiere a Joaquín Méndez y a Jorge Schlesinger, los autores de los documentos progubernamentales que reforzaban los discursos del General Maximiliano Hernández Martínez, responsable político de la masacre. A esta idea se suman los investigadores Héctor Lindo (Políticas de la memoria: el levantamiento de 1932 en El Salvador) y Georgina Hernández (El despertar de la memoria: experiencia comunicativa del documental 1932, Cicatriz de la Memoria), quienes describen estas versiones de la historia como textos cargados de un fuerte mensaje anticomunista que justificaba la masacre como una medida que previno un plan terrorista.

Francisco Sánchez antes de ser fusilado en la plaza de Juayúa. Su asesinato fue de los primeros que realizaron los militares para infundir temor entre la población. / Foto del MUPI.
Lindo detalla que en "Los sucesos comunistas en El Salvador", Méndez cita las entrevistas realizadas a quienes habían participado en la represión y valiéndose de términos peyorativos, como 'la raza dominada', intentaba fortalecer los estereotipos rezagados del tiempo de la conquista. Por su parte, Schlesinger sostiene en su "Revolución comunista" que "fueron las cofradías religiosas las que abrieron la puerta y robustecieron las ideas comunistas entre las masas indígenas".
En este aniversario de la masacre, el MUPI abre con su propuesta un debate sobre uno de los hechos que se consideran fundamentales para entender la historia de El Salvador y su cultura.
https://www.youtube.com/watch?v=mLZTTxddCZg&x-yt-ts=1421828030&x-yt-cl=84411374
Las huellas de la muerte en el presente de los indígenas
Foto cortesía de Museo de la Palabra y la Imágen
En el occidente del país, región habitada por nahua-pipiles, la muerte se contó por miles. 75 años después, los indígenas, o naturales como prefieren autodenominarse, tienen divisiones entre sí, recuerdan de manera diferente lo sucedido en 1932 y buscan ser reconocidos por un sistema que les mantiene en la pobreza y el anonimato.
Ruth Grégori y Joyce Álvarez
El Faro
“El problema de los pueblos indígenas vino desde la invasión, de la llegada de los españoles”, dice Betti Pérez, cuando se le pregunta qué significó la masacre de 1932 para los indígenas en El Salvador. Pérez es “natural” de Atiquizaya, pero prefiere reservarse el lugar exacto. Sólo después de hacer referencia al levantamiento de Anastasio Aquino, llega a 1932.
“En su momento Anastasio Aquino, un levantamiento puro, indígena, y cien años después, en 1932, cuando ya habían otras condiciones sociopolíticas que permitieron el involucramiento de otros actores se le cambia la identificación, que es un levantamiento indígena y ya dicen que es levantamiento comunista, cuando los indígenas ni conocían lo que era el comunismo. Ellos se defendieron porque estaban defendiendo sus tierras y estaban ahogándose”, explica Pérez, directora de la Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño (CCNIS).
La masacre ordenada por el entonces presidente de El Salvador, General Maximiliano Hernández Martínez, inició el 22 de enero de 1932, en el marco de una situación que fue sumando factores económicos, políticos, sociales y étnicos que terminaron en un levantamiento cuyas características aún no han sido aclaradas del todo por los historiadores. sobre todo respecto al rol un Partido Comunista en ciernes frente al descontento acumulado de los indígenas en el país.
La crisis económica mundial de 1929 afectó las plantaciones de café, principal sostén de la economía del país. Aunado a ello, las condiciones inhumanas en que los indígenas trabajaban y vivían en esas plantaciones, en tierras que antes les pertenecían y les fueron expropiadas, y un golpe militar que llevó al poder al General Maximiliano Hernández Martínez fueron sumándose para dar como resultado un estallido social.
La gota que rebalsaría el vaso fueron las elecciones, organizadas a menos de un mes del golpe militar, y sobre el cual anticipadamente pesaban sospechas de fraude. Era la primera vez que el Partido Comunista participaba en elecciones. La jornada para elección de alcaldes tuvo lugar entre el 3 y 5 de enero. Las elecciones para diputados estaban programadas entre el 10 y 12 de enero, pero fueron suspendidas por el gobierno el primer día de la jornada.
En diferentes puntos del país hubo motines, contra cuarteles y alcaldías. El capítulo más trágico se concentró en el occidente del país, región cafetalera habitada principalmente por el pueblo nahua-pipil. 75 años después, dirigentes de diferentes organizaciones indígenas coinciden en señalar que la represión sufrida entonces dejó marcas que siguen vigentes hoy día.
“Todos dicen que en Izalco hubo el comunismo y no hay que hablar de eso, porque eso es peligroso”, dice Julia Ama, sobrina nieta de José Feliciano Ama, un icono que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) retomó después en el nombre de uno de los frentes que aglutinó.
Pero no todos los naturales ven en él a un líder que defendió los derechos de los naturales del lugar. Para Ricardo Najo, Ama “vendió al pueblo” y de ello sacó provecho un sector en particular: “¿Por qué ponen el nombre de Feliciano Ama en la sede del partido FMLN? ¿Qué dan a entender ahí?”.
Por otro lado, Julia Ama, representante de la Fundación Ama (FAMA) ve otro sector que busca réditos de la conmemoración de la masacre, el partido de gobierno, Arena: “Perdónenme, pero por qué levantan la campaña ahí (en Izalco) nos pisotean. Créanmelo que eso duele y algún día, a Izalco le han puesto la tierra prometida, entonces, el día que pierdan en Izalco van a perder el país”.
Caminos separados, igual invisibilización
El pasado viernes 19 de enero, mientras FAMA iniciaba las actividades conmemorativas con disertaciones sobre patrimonio ancestral en la iglesia de Izalco, cruzando el parque una veintena de representantes de cofradías se reunían con el alcalde para inaugurar un mecanismo de comunicación trimestral para coordinar esfuerzos que potencien esa tradición religiosa en el marco del trabajo de la nueva oficina de turismo que abrirá próximamente la alcaldía.
Ninguno de ellos participó ese día en las actividades de FAMA, que incluyó la presentación del documental “Ama: la memoria del tiempo”, dirigida por Daniel Flores. Otras organizaciones indígenas, aglutinadas en el Consejo de Pueblos Indígenas de Occidente realizaron actividades por separado en Nahuizalco.
Sin embargo, los miembros de las diferentes formas de organización de indígenas de El Salvador coinciden en las problemáticas que enfrentan 75 años después de una masacre que obligó a sus ancestros a cambiar su vestimenta, dejar de hablar su idioma y ocultar sus ritos. Todos coinciden en que lo principal es que la sociedad reconozca la existencia de pueblos indígenas.
No existen cifras oficiales de cuántos indígenas hay en el país, nunca se ha hecho un censo de este segmento de la población. Los dirigentes indígenas reconocen al menos cuatro etnias: nahuat (la más grande pese a la masacre, ubicados en el occidente del país), los lencas (Morazán), cacawiras (municipio de Cacaopera) y una pequeña representación de mayas (Chalchuapa, cuya mayor representación se encuentra en Guatemala). Ubican también a los chortí en Chalatenango.
Según el “Perfil de los Pueblos Indígenas de El Salvador”, elaborado por un comité intersectorial que incluyó organismos internacionales, entidades nacionales y organizaciones indígenas, en El Salvador existen 19 asociaciones indígenas, que buscan el reconocimiento legal de los indígenas, su reconocimiento en la Constitución de la República, así como la ratificación y respecto de normativas internacionales que amparan sus derechos.
De acuerdo a la investigación realizada en comunidades de las regiones occidental, oriental y paracentral del país, los datos proporcionados por los participantes revelaron que el 61.1% de familias indígenas calificó en la línea de pobreza, el 38.3% calificó en extrema pobreza.
“Queremos que se nos garanticen condiciones de vida dignas, que se nos apoye en el fortalecimiento de la identidad cultural, como los idiomas, los sistemas de educación, sistemas de salud, sistemas de conocimiento y saberes indígenas que cada día los están reprimiendo más, y parte de nuestros territorios”, dice Betti Pérez de CCNIS.
Para Teresa de Jesús Escamilla, sacerdotisa residente en Nahuizalco y miembro del Consejo de Pueblos Indígenas de Occidente, la vía de trabajo es más espiritual: “Nosotros nos vamos más por el lado de la espiritualidad, del conocimiento, de fortalecer una escuela de sacerdotes, recuperar por supuesto el idioma que es parte de la espiritualidad y la medicina natural”, dice.
Don Ricardo Najo, líder de cofradías izalqueñas y agricultor, es alcalde del común en Izalco, principal dirigente de otro tipo de organización indígena: las cofradías, cuyo fin es velar por las celebraciones de un santo particular. Esta no es una tradición indígena, “es lo que dejaron los españoles”, reconoce Najo. Este tipo de organización se diferencia de otras como CCNIS y FAMA en que su carácter es eminentemente religioso, son “apolíticos”.
Najo también quiere el reconocimiento de los indígenas, y una libertad que luego de 75 años de la masacre, y 15 años después de la apertura política que para la clase política representaron los acuerdos de paz, los indígenas aún no tienen. Para él hay una condición necesaria para que los indígenas sean libres: “Que el presidente de una documentación de que sí el reconoce que aquí hay indígenas, y que seamos libres de hacer lo que nosotros queremos”. Sólo así se perderá el miedo, dice Najo: “Porque no tendremos el peligro de que nos vuelen la cabeza”.
1932, las dos caras de una historia por contar
La revuelta indígena de 1932 marcó el rumbo político e histórico nacional del siglo XX, sin embargo investigaciones recientes arrojan nueva información sobre los hechos e hipótesis que justificaron la insurrección y su posterior represión por el gobierno del General Maximiliano Hernández Martínez. De este debate ha nacido un consenso parcial entre los historiadores, sobretodo al evaluar el papel del Partido Comunista y el distanciamiento político que tiene el levantamiento campesino en la zona de los izalcos.
Joyce Álvarez y Ruth Grégori
El Faro
“En realidad, el 32 más que un parteaguas debería haber sido un punto de quiebre, porque lo que en el fondo se ha quebrado es el modelo económico centrado en el café” señala Ricardo Ribera, historiador de la UCA, al hablar sobre las consecuencias del levantamiento indígena del 22 de enero de 1932.
Tras el golpe de estado de diciembre de 1931, el General Hernández Martínez asume el poder. En enero de 1932 se celebran elecciones municipales, en las cuales participó el Partido Comunista, pero el fraude y la anulación en ciertos lugares causan malestar general. Para el historiador de la UCA, Ricardo Ribera, es cuando “surge el llamado y la preparación para la insurrección del 22 de enero”.
Califica de extraña la actuación del Partido Comunista y plantea la posibilidad de considerar ese levantamiento como “una táctica de presión, de amenazar con la posibilidad de una insurrección para lograr que Martínez repitiera las elecciones en algunos lugares y reconociera el triunfo en otras. Da a pensar si no había una estrategia más calmada, más de tipo electoral, más concordante con la línea de la dirigencia de la época”.
Después de las elecciones, en la noche del 22 de enero, grupos indígenas armados con palos y machetes se tomaron varios poblados del occidente del país. El gobierno atribuyó el levantamiento al trabajo proselitista del Partido Comunista y los responsabilizó de lo ocurrido. No obstante, el trabajo del historiador estadounidense Erik Ching señala que “hasta mediados de 1931, el partido dedicó más tiempo a sus pleitos internos que a la lucha contra su enemigo de clase”.
Luis González, director del Centro de Información y Documentación y apoyo a la Investigación de la UCA (CIDAI); concuerda con esta posición y añade que “el Partido Comunista no tuvo el tiempo, ni la capacidad, ni los mecanismos de organización para poder encausar ese movimiento hacia una revolución”.
González considera que “el 32 fue un símbolo de demandas campesinas irresueltas, de demandas campesinas indígenas, en aquella época, contenidas con la violencia, más descarada y más brutal”. Se estima que en menos de 3 semanas se llevó a cabo el asesinato de miles de indígenas por parte del aparato estatal.
De acuerdo al documental 1932: cicatriz de la memoria, del Museo de la Palabra y la Imagen, la cifra de las víctimas alcanzó los 10 mil, que equivaldría al 1 por ciento de la población de la época. El historiador de la UES, Carlos López añade “(si se) piensa 15 mil muertos en 3 semanas y luego se pone a pensar en la recién pasada guerra civil, 80 mil muertos en 12 años y en todo el país, con una población mayor, con una capacidad de fuego mayor, con una capacidad de respuesta de los rebeldes mayor, entonces la desproporción es enorme. El 32 sigue siendo un hecho que rompe un período en la historia” concluye.
El director del CIDAI opina que “fue más un etnocidio que un genocidio, fue un etnocidio porque se identificaba a la gente por sus características indígenas o por su vestimenta, son cosas que se dieron en la época. Por desgracia, el movimiento indígena prácticamente desapareció de la escena. Los indígenas que quedaron se ladinizaron inmediatamente” aseguró.
En los últimos años, se ha valorado tanto el protagonismo del Partido Comunista como de los indígenas. Carlos López sostiene que ha surgido a partir de que ciertos sectores consideran algunas apreciaciones como un intento por desestimar el papel del Partido Comunista en los hechos del 32. Para él “se está develando una faceta, una cara del levantamiento hasta hoy desconocida, y que alguna gente no le resulta cómoda, porque perciben que lo que se está haciendo es bajarle el perfil al partido comunista”.
Más allá de los hechos históricos, el 32 se ha convertido en un símbolo, un mito, dice Ricardo Ribera, presente en la historia política nacional desde entonces. A partir de entonces, tanto la derecha como la izquierda política se han apropiado y popularizado la misma versión, ya que ha servido a los intereses de ambos sectores.
“Por otra parte, del 32 en adelante la sociedad ha estado muy condicionada al discurso comunista. Si hay algo que sale reforzado es el discurso anticomunista y ese es un tema que desde entonces atraviesa toda nuestra historia. En un sociedad que mucha de su cohesión quizá la ha alcanzado frente al fantasma del comunismo” señala Carlos López.
Y agrega que la derecha es quie3n ha logrado mayores beneficios de este tratamiento, “ARENA llega a Izalco a decir ‘aquí derrotamos al comunismo y lo vamos a seguir derrotando’, para ellos el fantasma del comunismo no ha desaparecido”. El historiador dice que para la derecha la idea del comunismo es muy redituable.
Luis González coincide en que Izalco “para la derecha tiene un simbolismo muy particular. Simbolismo de los que derrotaron por la fuerza a la oposición, es el simbolismo de los vencedores, y no es casual que en estas zonas del país halla mucho conservadurismo”.
En cambio, la izquierda aceptó este discurso, matizándolo como lo llama Ricardo Ribera “el heroico intento”. Al asumir esa responsabilidad la izquierda también asumió la tarea de explicar por qué fracaso ese intento y “han tratado de dar una versión del 32 que ha estado enfocada no tanto en decir qué pasó, sino en explicar por qué el 32 tuvo esas consecuencias”, de acuerdo a Carlos López.
“Es lógico que desde el presente hay que volver a mirar al 32 para reconstruir un nuevo discurso histórico, una verdad histórica muy diferente que nos aparte de ese camino que parecía llevarnos en el sentido de que aquí cada 50 años nos vamos a enfrentar una parte de la población contra otra, deshacernos de fantasmas y mitos del 32 para darle carne y huesos, no solamente para hacer justicia a la gente de la época, que vivió el drama, sino que para darle otro tipo de salida al país” concluyó Ribera.
Todos
Roque Dalton
Todos nacimos medio muertos en 1932
sobrevivimos pero medio vivos
cada uno con una cuenta de treinta mil muertos enteros
que puso a engordar sus intereses
sus réditos
y que hoy alcanza para untar de muerte a los que siguen naciendo
medio muertos
medio vivos
Todos nacimos medio muertos en 1932
Ser salvadoreño es ser medio muerto
Eso que se mueve
Es la mitad de la vida que nos dejaron.
Y como somos medio muertos
Los asesinos presumen no solamente de estar totalmente vivos
sino también de ser inmortales.
Pero ellos también están medio muertos
y sólo vivos a medias.
Unámonos medio muertos que somos la patria
para ‘hijos suyos podernos llamar’
en nombre de los asesinados
unámonos contra los asesinos de todos
contra los asesinos de los muertos y de los mediomuertos
Todos juntos
tenemos más muerte que ellos
pero todos juntos tenemos más vida que ellos
la todopoderosa unión de nuestras medias vidas
de las medias vidas de todos los que nacimos medio muertos en 1932.
martes, 20 de enero de 2015
El país que pide fierro (Muerte) El Salvador
César Castro Fagoaga
“Hay que darle fierro a esos sujetos”, dijo el sierra, en radio abierta, en la señal que comparte con decenas de sus compañeros. El sierra, como se dicen entre ellos los policías, estaba harto y poco le importó que su queja se escuchara en las radios de la Policía Nacional Civil. Pocas horas antes, en la madrugada de ese jueves 15 de enero, otro de sus compañeros había sido asesinado en Izalco, el séptimo policía caído en el año.
Antes de la queja de ese sierra, otro había exigido a la Fiscalía cumplir lo que está escrito en la vigente Ley de Proscripción de Pandillas. La atmósfera era de desesperanza. De rabia. Lo que estaba implícito, algo que ninguno mencionó, es que la Policía ha perdido el control territorial de país. Corrijo: que el Estado ha perdido el control territorial del país. No fue casualidad que ese mismo día, por la tarde, la Policía bajara instrucciones para que sus agentes protegieran a sus familias –potenciales blancos de las pandillas, según la nota– y que evitaran las canchas, los parques, cervecerías o fiestas de pueblos.
Que la policía se esconda en sus casas.
El considerable aumento de la violencia de 2014 dio por el traste lo que aún quedaba de la tregua entre pandillas. Por si hacía falta confirmación, 2015 inició con 14 homicidios diarios, además de los policías que han sido asesinados cada dos días.
A esta situación no hemos llegado únicamente por culpa de las decisiones que se tomaron en la pasada administración. No ayuda, sin embargo, que uno de los principales responsables, que se desentendió de la tregua cuando ya no le fue rentable, aparezca ahora diciendo que su gobierno salió limpio de esto. No, señor Funes, empoderar así a las pandillas los hizo darse cuenta de que podían negociar con los homicidios.
El tratamiento sinsentido durante los gobiernos de Flores y especialmente en el de Saca –cuya única aportación fue la necedad de profundizar el error de mano dura de su predecesor– sirvieron de base para que este monstruo que ahora tenemos delante sea difícil de aplacar.
El cinismo expresidencial, evidente cuando han querido evadir responsabilidades, tampoco ha ayudado para que la población se sienta menos agobiada y demande, como consecuencia, soluciones irracionales. Deberían callarse, que bastantes muertos tienen en sus espaldas ya.
El actual Gobierno recibió ese jueves negro, donde también masacraron a una familia, un nuevo (el número 5,234) plan de seguridad. Lo recibió un presidente que, hasta el momento, ha mostrado una impresionante incapacidad para manejar la situación. Desaparecido la mayor parte del tiempo, y con discursos de felicidad que hace pensar que vivimos en Suiza, solo espero que Sánchez Cerén tenga el temple para mirar al pasado, ser transparente y no cometer los mismos errores de su exjefe.
La desesperación, desgraciadamente, no es nueva, pero esta oleada de violencia ha hecho que cada vez más ciudadanos decentes (de esos que van a misa, estudiaron en una universidad y que pagan $3 por una cerveza) pidan fierro para esos sujetos. Trato de entenderlos: un Estado que no existe en las comunidades que huyen ante la amenaza de pandillas, un Gobierno que da tumbos sin definir una política clara ante el cementerio en el que nos convertimos y una Policía que tira la toalla y que prefiere actuar fuera de la ley para intentar reestablecer el orden. Nada de eso ayuda.
Y no, no puedo. Mucha sangre he visto en estos años de paz –23, según la cuenta oficial– para sumarme a las peticiones de fierro. ¿Tan bajo hemos caído que nuestro papel de héroes lo queremos rescatar de la imitación de los pandilleros que tanto decimos detestar?
No los podemos matar a todos, y si así fuera, ¿es lo que queremos? Las pandillas no nacieron por generación espontánea; son hijas de una larga herencia de exclusión social. Y matándolos a todos, y sus familias –medio millón de personas, según los cálculos–, no nos convertiremos automáticamente en Noruega, como siempre hemos soñado.
Lo de Charlie Hebdo fue terrible, pero sirvió para demostrar que, incluso aquí, donde la muerte camina cómoda, la indignación aún es útil.
Entender la complejidad de la paz
Oscar A. Fernández O.
“Cese la filosofía del despojo y cesará la filosofía de la violencia”
Fidel Castro Ruz
ONU, 1960.
La concepción de paz dominante en el mundo continúa siendo la occidental, heredada del concepto de Pax romana: ausencia de conflictos bélicos entre estados, importante pero insuficiente.
Hay dos aspectos fundamentales en el aparecimiento de la violencia directa que nos persigue en nuestra realidad de hoy, los que configuran las causas estructurales de una violencia primera, la desigualdad colosal y una grandísima disparidad entre los derechos reconocidos a todos los seres humanos de parte de las elites capitalistas. Se crea de hecho una deformidad estructural que lleva a la violación masiva y continua de esos derechos, lo cual se termina adoptando como “efectos colaterales”.
La globalización de la violencia es un fenómeno que presenciamos, en sociedades ricas como en sociedades pobres, en sociedades con tradición antimilitarista como en sociedades con tradición bélica, en las relaciones interpersonales como en las relaciones con la naturaleza, en generaciones jóvenes y adultas.
Una nueva fisonomía del individualismo exacerbado, en concordancia con los valores propios que imprime el capitalismo, deriva hacia la construcción de sujetos que, por encima de la solidaridad colectiva, ensalzan sus deseos personales de autosatisfacción egoísta en torno al consumismo exacerbado y la búsqueda de status, dejando a un lado la comunicación, la participación y la solidaridad con los semejantes.
Ha de ser un concepto dinámico que debe considerarse en términos positivos: la presencia de la justicia social, la igualdad y la fraternidad; la posibilidad de que los seres humanos realicen plenamente sus posibilidades y gocen del derecho a una estabilidad digna y llevadera.
Más aún, se requiere un modelo holístico de la paz, una “paz integral”, una paz democratizada, de manera que podamos vivir la paz como un concepto, una meta y un proceso activo, dinámico, creativo y permanente, con repercusiones directas en nuestra vida cotidiana.
El conflicto es inherente a la paz. Una política y práctica educativa explícita de “paz conflictual” es por ende esencial para contrarrestar nuestra cultura bélica.
La forma más idónea de aproximarse a los conflictos en todo contexto, no es mediante vías y fuerzas bélicas, (no es un combate), sino a través de su manejo y resolución constructiva y creativa. Es una aproximación por las orillas de la conflictividad que no destruye, sino que problematiza y desafía. Es un acercamiento que recalca lo que no es, ni debe convertirse jamás, la resolución de conflictos: una receta de pacificación a cualquier precio, en la cual los poderosos “establecen la paz” sobre los “sin-poder”; o en un acto de dominación para “mantener la paz” (Bejarano: 1995)
Algunos teóricos hacen distinciones entre “establecer“, “mantener” y “consolidar” la paz, y “prevenir” el conflicto. La ONU, por ejemplo, cuenta con organismos especializados en dichos ámbitos, y matiza las diferencias en términos de fines y estrategias. Consideran el “establecimiento de la paz” (peacemaking) necesario para “poner término” a los conflictos. Una vez lograda la paz, orientan sus esfuerzos al “mantenimiento de la paz” (peacekeeping o peace enforcement). Mediante la “consolidación de la paz” (peace-buiding), se proponen fortalecer y afianzarla, con miras a evitar que se reanuden los conflictos. Y abordan la “diplomacia preventiva”, con la finalidad de anticipar los conflictos y solucionarlos – antes de que irrumpa la violencia (UNESCO, 1994). (Pascual Morán: 2000)
Deberemos acercarnos al conflicto, viéndolo como parte natural de nuestra vida social. Como algo inevitable que dice presente y ocupa de manera constante todo nivel de nuestra cotidianidad – personal, interpersonal, intergrupal o internacional.
También necesitamos estudiar la Paz con un enfoque humanista, autóctono, soberano y de justicia, no solo soñar con ella sin entender su complejidad. Los Estudios sobre la Paz se originaron a mediados del siglo pasado, cuando se detectó la urgencia de una “Ciencia de la Paz” para examinar las causas de la guerra. Nace este campo de estudio desde la investigación en las universidades, y como resultado directo de la Segunda Guerra Mundial. Surge en este período una nueva disciplina académica que decididamente traería evoluciones en la Educación para la Paz. De inicio, la investigación sobre y para la paz se focalizó en las causas de la guerra, desde la perspectiva del derecho internacional. Sin embargo, una vez se constató que el alcance de la jurisprudencia no era lo suficientemente explicativo, devino la Investigación sobre la Paz como un área de estudio interdisciplinar independiente, compuesto de muy diversas ramas especializadas (Pascual Morán, 1988, 1990; PAWSS, 1990).
En estas investigaciones y estudios, encontramos trazos y trozos de los orígenes de las corrientes ideológicas de impacto significativo en la evolución del pensamiento sobre la paz a lo largo del siglo XX: las teorías pacifistas y socialistas de la paz, la escuela de derecho internacional, las tesis antiimperialistas y antimilitaristas y la educación reformista con enfoque constructivista. De igual manera, en ella se estrecharían los vínculos entre la Educación para la Paz, la Investigación por la Paz, los Estudios sobre la Paz y la Acción por la Paz. Gracias precisamente a esta huella, se comenzó a examinar la “violencia estructural“ o “indirecta“, inherente a las estructuras sociales y económicas, y se reiteró y reivindicó el propósito genuino y radical de educar para la paz.
Será necesario pues re-fundar nuestras controversias, asumiendo la paz y el conflicto no como opuestos, sino complementarios, entendiendo la paz fuera de todo enfoque romántico o místico, sino más bien dialéctico, comprendiendo que en las causas que impiden su concreción, están la explotación, la desigualdad y la injusticia…ese día comenzará a disminuir la violencia.
lunes, 19 de enero de 2015
"Los intocables"
Por Benjamín Cuéllar
No se trata del grupo de la llamada “época de oro” del rock guanaco, que colocó éxitos como “Qué difícil es” y “Todo parece cambiar”. Tampoco de las andanzas de Eliot Ness y sus agentes, combatiendo la mafia en Chicago allá por la década de 1930. Ni de los delincuentes de “cuello blanco” que han hecho de las suyas en El Salvador, en perjuicio de sus mayorías. Fuera de la banda musical nacional que varias opiniones sitúan como la mejor entre 1960 y 1970, los otros dos casos citados tienen que ver con crimen organizado. Pero es de otra expresión del mismo, lo que ahora interesa comentar. De una cuyos miembros disfrutan en el país de la total impunidad, bendecida por quienes antes se enfrentaron a balazos y bombazos para que ahora –veintitrés años después del fin de la guerra− coexistan política y pacíficamente más allá de los berrinches partidistas, electoreros, parlamentarios y mediáticos.
Hoy, en el marco de otro aniversario más del último acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla de entonces, firmado en el castillo de Chapultepec, con el lujo de tener en la fiesta oficial a la figura estelar del secretario general de las Naciones Unidas, hay que recordar otro suceso. Hace tres años, Mauricio Funes derramó “lágrimas” –dicen– al momento de pedir perdón por la responsabilidad estatal en la matanza realizada en El Mozote y sus alrededores. Ese instante del discurso oficial el 16 de enero del 2012, fue inolvidable para las víctimas de las atrocidades cometidas en diciembre de 1981 por la Fuerza Armada de El Salvador. Y lo fue igual o más cuando Funes ya sin hacer como que lloraba, “instruyó” a los militares para que revisaran su historia y dejaran de honrar a violadores de derechos humanos, criminales de guerra y autores de delitos contra la humanidad.
No solo no le hicieron caso. Prontamente le restregaron en su cara el desacato institucional en boca de su ministro de la Defensa Nacional –el general José Atilio Benítez– al que luego nombró embajador en España y quien, por cierto, sigue siéndolo con el actual Gobierno. Bueno, ¿qué se puede esperar si Francisco Laínez, ex canciller y compañero de fórmula presidencial de Antonio Saca en la pasada campaña, representa hoy a la administración del profesor Salvador Sánchez Cerén en la Organización de Estados Americanos?
Pero regresando a Funes, el 16 de enero del 2012 dijo en El Mozote: “Aquí se cometieron un sinnúmero de actos de barbarie y violaciones a los derechos humanos. Se torturó y ejecutó a inocentes; mujeres y niñas sufrieron abusos sexuales, cientos de salvadoreños y salvadoreñas hoy forman parte de una larga lista de desaparecidos, mientras otros y otras debieron emigrar y perderlo todo para salvar sus vidas […] Por las aberrantes violaciones de los derechos humanos y por los abusos perpetrados, en nombre del Estado salvadoreño pido a las familias de las víctimas y a las comunidades vecinas […] a las madres, padres, hijos, hijas, hermanos, hermanas que no saben hasta el día de hoy el paradero de sus seres queridos”.
Luego señaló al teniente coronel Domingo Monterrosa y a otros oficiales como jefes y autores directos de la masacre. Y como comandante general de la Fuerza Armada, decidió “instruir como Comandante General de la Fuerza Armada a la institución, la revisión de su interpretación de la historia[…] Precisamente porque a 20 años de los Acuerdos de Paz estamos ante una institución militar diferente, profesional, democrática, obediente al poder civil, no podemos seguir enarbolando y presentando como héroes de la institución y del país a jefes militares que estuvieron vinculados a graves violaciones a los derechos humanos”.
Tras un par de días, Benítez declaró que se había formado una comisión especial para tal fin. Pero cuando le preguntaron si le quitaría el nombre de Monterrosa a la Tercera Brigada de Infantería, “brincó” en los siguientes términos: “Muchos lo seguimos viendo como un héroe, porque dio incluso su vida por defender al país de una agresión de ese momento”. Como decía Chirajito, Benítez le dijo a Funes: “¿Ya te vas, papito? ¡Salú pues!”.
En la Corte Interamericana de Derechos Humanos, las víctimas de la masacre en El Mozote pidieron que el Estado salvadoreño retirara de sus dependencias los nombres de los autores de las atrocidades ocurridas acá y que dejara de homenajearlos. ¿Qué respondió Cancillería? Citó la perorata de Funes lanzada hace tres años, sosteniendo que había hecho “ un llamado muy claro no sólo para la Fuerza Armada de El Salvador […] sino a diferentes sectores que son independientes del Poder Ejecutivo salvadoreño para abstenerse de exaltar a personajes vinculados a violaciones a los derechos durante el conflicto armado”.
Ese llamado tan claro le quedó claro a toda la gente, excepto a Benítez y Funes. Este último declaró, en diciembre del 2013, que no había prometido quitar nombres de violadores de derechos humanos a los cuarteles. “Yo lo que solicité – artificioso como acostumbró– es una investigación al Ministerio de Defensa. La investigación ya se concluyó y está en estudio por la secretaría jurídica de la presidencia. Sobre la base de los resultados de esa investigación, decidiremos si como gobierno de la República mantenemos o no los nombres de los destacamentos militares”. Poco memorioso, además Funes quizás no quiso recodar el día de su gimoteo ocupó el verbo “instruir” que –en el argot castrense– es sinónimo de ordenar, mandar, encargar y encomendar.
Funes ya se fue y el fortín migueleño se sigue llamando “Teniente coronel Domingo Monterrosa”. El informe del adefesio creado exclusivamente para “obedecerle” a Funes costó alrededor de veinte mil dólares y está fechado el 7 de marzo del 2013. En su texto se disculpa al ejército de la siguiente manera: “[L]a Comisión entiende la naturaleza compleja, sensible y controversial de algunas acciones armadas que se dieron en el marco de una guerra irregular en la que la estrategia y las tácticas del contrario involucraron a la población civil en tareas de apoyo a sus acciones armadas ocasiones hizo que resultara muy difícil para la Fuerza Armada la efectiva identificación del adversario insurgente”.
Eso, entonces, ¿deberá interpretarse así? Las numerosas mujeres violadas y asesinadas junto a las niñas y los niños que también perecieron profusamente en la masacre de El Mozote a manos de los militares, solo por citar un caso, fueron víctimas de una confusión no imputable a sus victimarios sino a la insurgencia. Igualmente, Julia Elba Ramos y su hija Celina Mariset con otros cinco jesuitas ejecutados acá en la UCA hace veinticinco años, fueron sufrieron el martirio porque la soldadesca creyó que eran parte de la guerrilla “comandada” por Ignacio Ellacuría.
En cuanto a bautizar cuarteles con nombres de responsables de graves violaciones de derechos humanos, crímenes de guerra y delitos contra la humanidad –en el informe se les denomina “honrosos oficiales”– esa Comisión dijo que era “conveniente” conservarlos “por el respeto a los procesos debidamente observados y legitimados en su tiempo, y por el justo reconocimiento de transformación que por veinte años ha experimentado la Fuerza Armada, como producto de su profunda modernización y profesionalización”.
Tanto ha “cambiado” la milicia y tan “cumplidora” ha sido de los mal llamados “acuerdos de paz”, que a veintitrés años del fin de la guerra sigue negando abrir sus archivos para que las familias de las víctimas desaparecidas por la fuerza sepan qué pasó con sus seres queridos. Y es que si la paz solo se acuerda y vive para nos pocos, no es una verdadera paz. Y las víctimas directas y sobrevivientes de antes, durante y después del conflicto armado en este país, no se han beneficiado con tales acuerdos.
Pero eso que dice la funesta Comisión que “revisó” la barbarie castrense de aquellos años, la cual sigue produciendo dolor a tanta gente, pretende ser la “historia oficial” de la posguerra. Sus responsables continúan siendo, pues, “los intocables”. Esa “historia oficial” –según Ignacio Martín-Baró– es la que “ignora aspectos cruciales de la realidad, distorsiona otros e incluso falsea o inventa otros [...] Cuando, por cualquier circunstancia, aparecen a la luz pública hechos que contradicen frontalmente la ‘historia oficial’, se tiende alrededor de ellos un ‘cordón sanitario’ […] que los relega a un rápido olvido […] La expresión pública de la realidad […] y, sobre todo, el desenmascaramiento de la historia oficial […] son consideradas actividades ‘subversivas’ y en realidad lo son, ya que subvierten el orden de mentira establecido”. Parafraseando a los roqueros de antaño, qué difícil es y nada parece cambiar a pesar de los autonombrados “gobiernos del cambio y la esperanza”.
jueves, 15 de enero de 2015
Qué color
Benjamín Cuéllar, del Idhuca
“Tú le dijiste al Boas y al Rulos que si te fregaban, jodías a toda la sección. Y lo has hecho, Jaguar. ¿Sabes lo que eres? Un soplón. Has fregado a todo el mundo. Eres un traidor, un amarillo”. Así encaró el cadete Arróspide al líder de unos estudiantes del Colegio Militar Leoncio Prado en la novela La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa. “El círculo” se autonombraba ese colectivo juvenil semiclandestino, dentro del cual el Jaguar había pasado de ser miembro respetado y temido a un tipo despreciado y excluido por sus camaradas. No merecía siquiera que le rompieran la cara, le gritaba el brigadier de la sección a la que pertenecían ambos. Lo consideraba lo peor de lo peor, esto es, “un traidor, un amarillo”. Y es que la traición y el color amarillo han sido históricamente términos asociados.
¿Será por eso que a la Fuerza Armada de El Salvador se le ocurrió denominar “Libro amarillo” al ignominioso puñado de hojas de papel donde se incluyeron fotografías y datos de personas que, según la inteligencia militar, eran “delincuentes terroristas” o “D/T”? Porque resulta que todos sus voceros nunca dejaron de insistir, oficiosa y machaconamente, que las voces contrarias al régimen opresor eran de traición a la patria. Pero el documento es más bien un muestrario de víctimas de ejecuciones sumarias y desapariciones forzadas, de detenciones ilegales y torturas. El que aparecía en ese burdo registro enfrentaba la amenaza de sufrir cualquiera de esas atrocidades.
Fechado en julio de 1987, además del nombre del documento y la advertencia entre paréntesis de que era para “uso especial”, en la portada hay un corto, pero nefasto texto manuscrito: “Comandancia. Archivo D-II. Que lo usen. Sacar fotocopias de fotografías. Ponerlo en boletinero para que conozcan a sus enemigos”. Así, “enemigos”, sin más. El “D-II” es el Departamento de Inteligencia del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada. La existencia del “Libro amarillo” se conocía desde años atrás, pero de manera privada y restringida. Lo reciente es su publicación en Internet, incluido un análisis de su contenido. Qué color se han dado los militares con esta difusión, que es fruto del esfuerzo de tres entidades estadounidenses: el Archivo de Seguridad Nacional, el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Washington y el Grupo de Análisis de Datos de Derechos Humanos.
Son casi dos mil registros, entre los que aparecen las fotografías de 1,857 personas señaladas como “D/T”, por su militancia en las organizaciones guerrilleras que integraban el FMLN o directamente vinculadas a este. Algunas sí participaban en estructuras insurgentes, pero muchas no. Eso sí, eran opositoras y críticas al autoritarismo oficial desde diversos espacios sindicales, partidistas, profesionales, culturales, estudiantiles y de derechos humanos y su defensa irrestricta y valiente, cuando se violaban masiva y sistemáticamente por razones políticas. Cruzando la información del “Libro amarillo” con los reportes de quienes se arriesgaban al denunciar la represión, se tiene que 273 personas fueron ejecutadas, a 233 las desaparecieron por la fuerza, 274 fueron torturadas y 538 estuvieron detenidas ilegalmente. Eso ha quedado establecido y plantea grandes desafíos al país, tanto a la administración estatal como a la sociedad, sobre todo a las víctimas.
Porque con los archivos de la Comisión de la Verdad y de Amnistía Internacional, junto a los creados por organismos nacionales de derechos humanos, se impone el impostergable esclarecimiento de la barbarie cometida en El Salvador durante las décadas de 1970 y 1990, principalmente. No hay otro camino hacia la ansiada paz. Derrotar la impunidad fortalecida con la Ley de Amnistía es la única fórmula, y hay que empezar por el principio. Como la Fuerza Armada ya no puede alegar demencia sobre nóminas de antaño con información de sus “enemigos” y otros archivos secretos después de la publicación del “Libro amarillo”, la ocasión se pinta sola. Su actual comandante general fue primer responsable de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) e integrante de la comandancia del FMLN. Ahí está el primer gran desafío.
Salvador Sánchez Cerén no tiene nada que perder políticamente, pero sí mucho que ganar. Es muy difícil que tenga algún interés en ser candidato en las elecciones presidenciales de 2024, pero bien podría pasar a la historia como el estadista que El Salvador nunca ha tenido. ¿Cómo? Haciendo lo que ninguno de sus antecesores: comenzar una batalla frontal y decidida contra la impunidad. Que le ordene, pues, al Ejército que abra sus archivos para que las víctimas hagan con esa información lo que les parezca, pero sin dejar de hacer lo que les han negado siempre: sanar y cerrar sus heridas. A la Asamblea Legislativa le toca enfrentar su propio e importante desafío: derogar la infame amnistía e, inmediatamente, aprobar una nueva normativa que haga de la justicia en transición el motor de los cambios requeridos por un sistema que no genera credibilidad ni confianza. Y en esta cruzada también estarían siendo desafiadas todas las instituciones: la Fiscalía y la Procuraduría General de la República, así como el órgano judicial y la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.
Al Ejecutivo le toca cumplir a cabalidad todas las recomendaciones y sentencias emitidas por los organismos de protección de derechos humanos del sistema de Naciones Unidas. Asimismo, le corresponde colaborar con la Audiencia Nacional de España.
Y en definitiva, está el desafío de las víctimas. El interés que ha generado el sitio electrónico donde está publicado el “Libro amarillo” es enorme. Más de ochenta mil visitas en los primeros tres días. La sed de verdad y justicia es innegable. Esa es la respuesta directa a quienes dicen que son cosas del pasado que no interesan a nadie. Es una cachetada al rostro de la funesta impunidad. Y es la señal de que puede despertar un gigante que no podrán parar si las víctimas asumen su desafío.
Dicen, desde donde promovieron esta publicación: “Estamos recibiendo una lluvia de correos, de esos que te quiebran el corazón. Gente que busca a sus desaparecidos, con la esperanza de que —a lo mejor— sabemos algo aunque la persona no aparezca en el ‘Libro’. Nadie nos ha escrito exigiendo castigo para los malhechores ni mucho menos venganza. Piden solo la verdad”. Que se organicen y junten, entonces, todas estas demandas. Al principio de forma virtual, quizás. Pero luego debe seguirle un planteamiento estructurado dirigido al Estado salvadoreño y un poderoso movimiento social que lo respalde, para que por fin se les dé a las víctimas el lugar que merecen. Y para que dejen de seguirse produciendo tantas víctimas en la posguerra.
(El sitio electrónico donde se puede encontrar el “Libro amarillo” es http://unfinishedsentences.org/es/the-yellow-book/.)
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Trovas del Trovador
Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.
Saludos y bienvenida:
Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.
Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.
Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...
A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.
Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...
Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?
Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.
No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.
Fraternalmente, Trovador
Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.
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Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.
Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.
Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...
A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.
Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...
Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?
Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.
No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.
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